Discurso pronunciado por las mujeres comunistas en Mérida, Yucatán.
Hoy, después de 60 años del cruel asesinato de las hermanas Mirabal, evento trágico que da origen a este día como el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, es innegable que las mujeres trabajadoras continuamos sufrimos violencia todos los días. Violencia en casa, en el trabajo, violencia estructural. Y nuestras hijas serán las tristes herederas de esta violencia si nuestro presente no es de lucha y organización. Es por ello que hoy estamos aquí.
En la sociedad se habla de la mujer en general como las afectadas de la violencia, pero la vida de la mujer trabajadora no se compara con la vida de la mujer burguesa. Las mujeres trabajadoras antes de salir de casa para ir al trabajo y por las noches o madrugadas al salir de este debemos pensar si cargar en nuestra bolsa una piedra para defender nuestra vida en caso de que sea necesario. Nuestras hijas aprender a tener miedo dentro de su propia casa ¿Quién nos garantiza seguridad dentro del sistema capitalista?
La justicia burguesa no ofrece respuesta a las agresiones en nuestra contra, porque está diseñada únicamente para defender la propiedad privada. Se dice sin un dejo de vergüenza que no tiene la capacidad para resolver todos los casos de abusos, violencia intrafamiliar, acosos, violaciones infantiles o feminicidios, que las carpetas archivadas no pueden ser atendidas por falta de personal. El estado expresa con tanto cinismo su incapacidad de ofrecernos justicia, pero ante una manifestación pacífica como la que se dio hace un año en esta misma ciudad (Mérida, Yucatán), en esta misma fecha, sí ejerció su fuerza de manera desproporcional contra mujeres que solo le exigían hacer su trabajo, procurar justicia. Entonces, ¿Cuál es la razón de que se mantengan en su sitio?
El capitalismo y sus administradores han demostrado una y otra vez que este sistema que no está diseñado para nosotras, para las mujeres trabajadoras. Esto no es casual, el capitalismo y su estado defienden los intereses de los capitalistas y priorizan la defensa de la propiedad privada por encima de los seres humanos, hombres y mujeres, quienes para ellos no somos más que mercancías. En este contexto la violencia en nuestra contra se particulariza debido a que tenemos la capacidad de engendrar vida, de ahí que los capitalistas pretendan decidir sobre nuestros cuerpos, negándonos el derecho a la legalización del aborto. Quieren ser ellos quienes decidan si tenemos hijos, si tenemos que casarnos o no, si tenemos que cuidar a los hijos para que puedan convertirse en futuras obreras y obreros del capital. Como mercancía nos objetivizan, comercializando nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Hay que tener claro que esto es un problema estructural, que no cambia con una o dos leyes aprobadas, que no se transforma al cambiar de partido político en el gobierno. La prueba está a la vista pues, desde que gobierna la 4T la violencia en nuestra contra no ha reducido, no se han generado leyes que aseguren la pronta justicia para nosotras, y si se aprueban, no son efectivas. Siguen asesinando a diario a por lo menos 10 mujeres, sigue habiendo miles de violaciones, sigue habiendo acoso sexual en nuestros centros de trabajo por parte de los “jefes”, en las escuelas por parte de los profesores o en las calles por desconocidos. Sigue siendo nuestro país el número uno en Latinoamérica en violencia sexual infantil. Sigue siendo nuestro país de los primeros lugares del mundo en la trata infantil ¿Hasta cuándo vamos a seguir ostentando los primeros lugares en estas vergonzosas estadísticas?
A las mujeres comunistas no nos basta con que se institucionalice un día en el calendario para recordarnos toda la violencia que vivimos. No necesitamos funcionarios con un moño naranja en la ropa, que más que un símbolo contra la violencia es un símbolo del cinismo institucional. Las mujeres necesitamos vivir sin miedo, con dignidad, con justicia y tenemos claro que eso no será posible en el capitalismo, por eso decimos que es necesario que las mujeres trabajadoras, las mujeres proletarias luchemos juntas, contra el sistema que no nos ofrece un futuro ni a nosotras ni a nuestras hijas, porque así como la violencia contra la mujer trabajadora no responde a cuestiones individuales, es decir, no es culpa de tal o cual mujer por vestirse de cierta forma o salir a la calle a ciertas horas, tampoco se puede resolver con acciones individuales aisladas, sino que únicamente por medio de la organización con las mujeres de nuestra clase para luchar por una mejor sociedad.
¡Si el presente es de lucha el futuro será nuestro!
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