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80 años de la fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación

Por: Lucía Roble.



El 30 de diciembre de 1943 se fundó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), producto de la integración de diversas agrupaciones de maestros y demás trabajadores del Sistema Educativo Nacional.


Aunque ya se habían dado experiencias clasistas en torno a la organización del magisterio, orientadas por el Partido Comunista Mexicano, a través de la Liga de Trabajadores de la Enseñanza, no tardó en que el Estado burgués mexicano organizara la respuesta a ello, con la fusión de diferentes organizaciones magisteriales corporativas, dando lugar al SNTE en 1943.


Por tanto, el SNTE no solo nació bajo el auspicio gubernamental del Partido de la Revolución Mexicana –precursor del Partido Revolucionario Institucional (PRI)–, sino que fue creado con el propósito explícito de apoyar al partido en el poder en términos electorales, pero también para tenerlo bajo su control corporativo, evitando que se libre la lucha clasista en beneficio de los trabajadores de la educación.


Aunque hubieron momentos destacados de lucha por parte de las bases del SNTE, como la huelga magisterial de 1958, encabezados por la históricamente combativa Sección IX, la dirigencia del Sindicato ha estado viciada desde su origen, siendo aliada del gobierno desde un inicio, cuyo fin fue desmovilizar y tranquilizar a los distintos movimientos magisteriales del país, lo que explica el por qué tal dirigencia nunca ha estado a favor de los trabajadores ni en la defensa de nuestros derechos y el por qué muchas veces han estado de acuerdo con todas las disposiciones gubernamentales a lo largo de los años, independientemente del partido político que gobierne.


Por mencionar algunos ejemplos más contemporáneos de la colaboración entre el Estado burgués y la dirigencia charra del SNTE, podemos destacar los casos del establecimiento del Programa de Carrera Magisterial disfrazado de mejora económica pero que ha precarizado el salario del magisterio y viola el artículo 86 de la Ley Federal que establece que “a trabajo igual corresponde el mismo salario” y que continúa con su versión moderna, el USICAMM, más riguroso e injusto.


También estuvieron de acuerdo con la aprobación de la Reforma Educativa de Peña Nieto que afectó negativamente nuestros derechos y que continúa aún con la llamada Cuarta Transformación, ya que quedaron muchos puntos y comas que se había prometido abrogar. De igual forma han permitido que los incrementos salariales anuales sean menores a los incrementos del salario mínimo y que los bonos sean de acuerdo a la plaza inicial y con impuestos. Tampoco hicieron nada ante la pérdida de las pensiones vitalicias y el establecimiento de las cuentas individuales o Afore, ni cuando toparon las pensiones en 10 UMA en vez de salarios mínimos.


Podría mencionar muchas más situaciones en las que los trabajadores no nos hemos sentido representados ni apoyados por nuestro Sindicato, al que le pagamos una cuota quincenal del 1% de nuestro sueldo base. Nuestros representantes se perpetúan en las dirigencias y lo usan de trampolín político, con estatutos amañados para no ceder ni un ápice a los trabajadores durante estos 80 años, a pesar de que la reforma actual a la Ley Federal del Trabajo ha legislado que debe ser un proceso democrático con voto universal y secreto.


A pesar de todo, reconozco el esfuerzo de algunos de mis compañeros trabajadores por lograr insertarse en la estructura sindical con buenas intenciones de luchar por nuestros derechos, a pesar de las trabas que se les imponen, y sin miedo a las llamadas de atención si no se ajustan a la orden lineal y rígida de la cúspide del poder, así como las posibles consecuencias de su acción sindical.


Dentro de su historia, es importante destacar que varios integrantes del SNTE, frente a las necesidades económicas y la corrupción de sus líderes, fundaron en 1979 la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), movimiento dentro del mismo sindicato que lucha por mejorar las condiciones laborales y económicas que debería de defender el SNTE. Y aunque los gobiernos estatales han buscado tener control sobre la CNTE, sobre todo en Estados como Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Veracruz, donde la Coordinadora ejerce un gran poder económico y político, más de 40 años después, la CNTE es uno de los pocos movimientos sociales que ha logrado sobrevivir.


No obstante, el sindicato es una herramienta indispensable para la defensa de los Derechos de los trabajadores. La solución no es salirnos, ni mucho menos formar otros sindicatos pequeños que únicamente fomentarían la división de los trabajadores del sindicato más grande de América Latina, favoreciendo al patrón que es el Estado, pues de esta forma les sería aún más fácil alterar y modificar las condiciones de trabajo de las y los maestros en su perjuicio.


Debemos fortalecer la lucha al interior del propio sindicato, elevando la consigna de apoderarnos de él para que realmente sea de la base trabajadora y que seamos nosotros quienes defendamos nuestros Derechos laborales que no nos han sido regalados.


¡Vivan las y los maestros!

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