¿A quién seguir en la lucha?
- chaksaastal
- 30 sept
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Por: Lucía Roble.

En la lucha social, existe la base y existen los jefes, los cuales dirigen al movimiento, siendo los elementos más avanzados emanados de la base. A pesar de las concepciones posmodernas que predominaron después de la contrarrevolución en la URSS sobre rechazar los liderazgos, nosotros entendemos que los jefes no solo son inevitables sino incluso necesarios para orientar las luchas. Pero, dado que no solo los proletarios tenemos líderes y jefes en la lucha, sino que también la burguesía tiene a sus propios cuadros, que intenta colar en el movimiento obrero, hay algunos aspectos que debemos analizar para saber si seguimos a las personas correctas en la lucha por los derechos laborales y humanos.
Por ejemplo, es importante conocer la concepción del mundo en la que se basa el dirigente del movimiento, la cual la mayoría de las veces ha adquirido de manera inconsciente y como producto de su propia experiencia y educación. Históricamente, las concepciones del mundo se dividen en dos grandes campos: el idealismo y el materialismo. ¿Cuál es la correcta y cómo identificar a cuál se adscriben los dirigentes?
Un líder basado en el idealismo tenderá a pensar que es el individuo por sí solo el que importa en la lucha, siendo ese individuo, convenientemente, él mismo. Esto se reflejará en que el líder tratará de buscar protagonismo y tomará decisiones de manera unilateral. Pero, más allá de ello, su idealismo se reflejará en la idea que tiene del Estado y de la lucha de clases. Por ejemplo, en su concepción de la lucha, intentará que el movimiento no afecte los intereses del gobierno, de uno u otro partido de la burguesía ni de la clase dominante. Será común escucharle decir que teniendo confianza y fe en el gobierno, aunque sea uno contrario a los intereses de los trabajadores, se podrá esperar que aquél resuelva las necesidades y demandas del proletariado. Tal como aquél que confía ciegamente en un ser divino y omnipotente, actitud propia del idealismo, se verá sustituida en la confianza ciega en uno u otro gobierno burgués, sentimiento que intentará contagiar al resto de los trabajadores. Por desgracia, en las condiciones actuales del movimiento obrero en nuestro país, muchas personas necesitan este modelo para movilizarse, pues están acostumbradas a dejar en una sola persona la responsabilidad de la defensa de sus Derechos y los siguen ciegamente, esperando que de manera mágica se resuelvan todas las necesidades que se plantean, resultado de décadas de corporativismo sindical. Desafortunadamente muchas veces estos dirigentes son cooptados por el Estado, a veces de manera encubierta para desmovilizar y dividir los movimientos.
Por otro lado la filosofía materialista, reconoce la importancia de la organización y la movilización de toda la base trabajadora para alcanzar diversos objetivos, sea democratizar los sindicatos, dirigir la lucha contra la patronal, combatir las políticas de choque del Estado, conseguir más y mejores derechos, etc. Tal como dijimos al inicio, las dirigencias no son imprescindibles. Sin embargo, aunque se define una estructura que lidera el movimiento, es la base la que determina las acciones a seguir en una lucha genuina en contra del Estado. El materialismo reconoce las diferencias irreconciliables entre la clase trabajadora y la burguesía, lo que hace posible arrebatarle a la patronal mejores condiciones de vida o cambiar el sistema del país a uno más justo para la mayoría.
Por tanto, es necesario que la base trabajadora y demás participantes del movimiento social amplio poco a poco vayan reconociendo las características de las dirigentes de las luchas, pues su emergencia es inevitable. “¿Este líder toma en cuenta a las bases, reconoce la importancia de la lucha decidida en contra de la patronal y está dispuesto a emprender la lucha hasta las últimas consecuencias; o es un idealista que solo busca protagonismo, llevando al resto de la base a un callejón sin salida de la cual solo la patronal saldrá, como siempre, beneficiada?”. Esa es la pregunta permanente que debemos hacernos al identificar a los líderes y dirigencias. La diferencia esencial radica en aspirar a un cambio de sistema que beneficia toda la clase obrera y no satisfacer demandas particulares y muchas veces personales.
Despertar la conciencia de los trabajadores es un proceso largo, que lleva tiempo y mucho esfuerzo. Pero este cambio es posible y depende de la lucha de nosotros.
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