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Acerca del cierre del Macay y la mercantilización del ocio

Por: Alan Toloza.


Hace poco más de un mes el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay) cerró sus puertas a causa del incumplimiento y el desinterés del gobierno estatal por destinar recursos a los ámbitos culturales y artísticos. El director del Macay, Rafael Alfonso Pérez y Pérez, ha indicado que la problemática es temporal y que ya se están buscando alternativas para la financiación. Sin embargo, que el gobierno de Mauricio Vila Dosal prefiera guardar silencio ante una polémica de este tipo sólo arroja más incertidumbre sobre lo que ocurrirá con el Macay.


A simple vista parecería que esta situación es sólo otra de las tantas problemáticas ocasionadas por la pandemia por Coronavirus; a fin de cuentas todos sabemos que existen situaciones más graves y que golpean con mayor intensidad a la clase trabajadora. Sin embargo, es justo ante este tipo de crisis, cuando la masa proletaria se ve más desbordada que nunca, que históricamente los gobiernos han buscado ocultar sus embates bajo la alfombra. En este sentido resulta bastante curioso que apenas un mes después de que el Macay anunciara su clausura por falta de fondos, el gobernador Mauricio Vila presumiera la cooperación entre el gobierno estatal y el empresariado en la construcción de un colosal estadio que también funcionará como hotel, centro de negocios y oficinas.


Se ha querido vender este complejo como una infraestructura innovadora destinada a impulsar el deporte en el estado y a generar una mayor derrama económica. Sin embargo, queda claro que solo es otro de los megaproyectos destinados a concentrar aún más el capital en el sureste. En este sentido es revelador el hecho de que se le estén cortando recursos a instituciones culturales que no se caracterizan principalmente por sus grandes rendimientos mientras que se les abren las puertas con bombo y platillo a enormes negocios pintados de progreso.


Los trabajadores demandan y necesitan verdaderos espacios destinados al ocio, la cultura y el deporte, en especial en una ciudad tan carente de espacios públicos como Mérida, sin embargo, esto jamás será posible bajo el capitalismo pues estos ámbitos tan importantes para el desarrollo pleno pasan a ser mera mercancía destinada al disfrute e interés de la burguesía. De ahí que nos preguntemos si ¿Realmente Yucatán necesita un estadio de béisbol y fútbol americano de 2,200 millones de pesos? El nivel de cinismo de nuestros gobernantes y empresarios jamás dejará de sorprendernos.



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