Por Camarada Nenko
Son las 4:00AM de la madrugada en la península, los trabajadores que venden su fuerza de trabajo a Multiserv S.A. ya están preparando su alimento con su uniforme puesto. Algunos esperando un taxi de App, otros buscando transporte a esa hora, otros caminando hasta la vía principal para esperar la fila del transporte público, los que tienen bicicleta ya van listos para recorrer los 6 km para llegar a la zona federal. La entrada es a las 5AM para lograr tener buena asistencia, ya que la empresa los castiga con “pagar el tiempo de llegadas tarde”. Masha Pech es una de las trabajadoras con más alto nivel educativo en su área, estudió licenciatura y tiene una maestría, sin embargo, eso no importa para la empresa, lo que quieren es gente que sepa obedecer y aceptar el nuevo “incremento salarial” según la ley del trabajo este 2022, que acepten tres billetes al día por entregar a la empresa 12 horas de su vida.
Masha llega unos minutos tarde, pero pasa el checador y le entregan su tarjeta de agente de revisión, saluda a su colega y le informan que será un día largo ya que muchos vuelos están llegando a la T4 desde todo el mundo, - Lo bueno que es quincena - se dicen todos los colegas para darse ánimo, la mayoría ha hecho “dobles”, es decir, aceptar dos turnos seguidos de 12 horas. A la hora de comer, cuando todos regresan del cajero, comentan de cuánto les llegó su pago, a Pablo no le pagaron sus 6 días de “doblar turno”, está molesto y reclama con el supervisor de nómina. Le dicen que se calme, que tal vez hay un error con el sistema de dispensión de nómina.
Masha se indigna con otros colegas, ya que son literalmente 6 días de trabajo que no son pagados como horas extra y el compañero contaba con ese dinero para sus dos hijas y su esposa, además tiene deudas con el banco. En la hora de comida lo hablan y se ponen de acuerdo para avisar que no van a asistir a trabajar al otro día hasta que le paguen a Pablo. Los lamebotas de la empresa tratan de acusarlos de que “esa no es la actitud para pedir las cosas”, que no pueden afectar la operación ya que el aeropuerto puede multar a la empresa, todos se miran y ella le comenta a “faisán” que no es justo que retengan el pago de los “turnos dobles”, el supervisor les comenta que va hablar con la central para “ver que se puede hacer”. Llega la hora de la salida, son las 6PM, el sol ya está en el horizonte rojo.
Masha toma el camión al centro que le cuesta diario 98 pesos, un tercio de su salario, también podría tomar taxi pero “Uber” está prohibido en la terminal y solo taxis autorizados pueden “ofrecer servicio” con el módico costo de 700 pesos, lo mejor es llegar en bicicleta por la carretera pero a veces ya no quedan fuerzas para pedalear 6 km de regreso a casa.
Ya es de noche cuando Masha llega a cenar, la esperan sus perros y el santo de su devoción, - para ellos trabajo - se dice cada día desde hace más de cuatro años, pensó que trabajar en una ciudad más turística le daría un mejor nivel de vida, confió en que el título de su universidad privada le garantizaría el éxito prometido en la publicidad de su escuela.
La realidad ya va perdiendo claridad conforme pasa el tiempo para Masha, recuerda algunos eventos, cómo la pandemia “se llevó” a su amigo, no dejó familia, él trabajaba en ventas en el mostrador para una aerolínea. Durante 2020 algunos días no había vuelos y otros podían descansar más días, pero ahora todo volvió a “la nueva normalidad”, algunas semanas Masha puede pedir el turno de la tarde para salir a las 9pm, o mejor aún “doblar turno” para salir a las 6am del otro día. La operación nunca se detiene, llegan miles de turistas a todas horas.
Masha no sabe por qué tiene derecho al Fonacot, pero ya pidió un préstamo para pagar sus tarjetas de crédito, tampoco ve llegar el día para tener los puntos necesarios en el Infonavit, ya que la zona habitacional que le ofrecen no es de su agrado - “parecen gallineros para gente” – piensa. Ahora va a esperar un par de años más para juntar sus puntos, tampoco sabe por qué tiene ese derecho a un crédito de vivienda, pero a ella no le importa la política, solo busca tener sus perros y hablar diario con su santo, que le proteja de toda desgracia. Su fé es fuerte, es lo único que le ayuda a levantarse a diario. Ya habla en todo momento con su santo, cuando llega a la casa, cuando está cocinando, ella piensa que fue por el santo y no por su trabajo que por fin pudo tener una pantalla plana. Ahora mira en Youtube las noticias y a los youtubers que le explican a la gente los pleitos entre el gobierno y los artistas, le encanta ver canales de relatos de misterios, solo así le importa un poco la historia.
Lo bueno, es que Masha es joven aún, ella piensa que puede soportar otros 10 años sin dormir, sin comer bien, sin servicios de salud, piensa que nunca se va a enfermar o que nunca va a perder su empleo, al final ella ya se ha ganado su lugar como la operadora más capacitada en la máquina, tiene sus certificaciones.
Tal vez piensa que mientras a ella le vaya bien, qué importa el vecino de la puerta de al lado que se droga a diario y tiene ataques extraños, no es su problema, al final nadie es perfecto.
A la gente como Masha le da risa que el presidente ha traicionado al pueblo de México, que ahora el Ejército tiene el control hasta de empresas y que “el Tren Maya los va a beneficiar” con “más dólares y empleos para todos”.
La derrota está asegurada para la clase trabajadora obediente, para “el pueblo bueno”. Es claro que la socialdemocracia es “algo nuevo” para el pueblo de México, sus personajes se visten de adelitas y parecen muy diferentes a los viejos dinosaurios del PRI, la gente vieja admira al “cabeza de algodón”, cómo sufrió acoso y cómo se infarta cada que le conviene, hasta rezan por él, que no le vaya a pasar nada al señor ahora que se autoproclamó “el mejor presidente de México”.
Por ahora sabemos que la mayoría de la clase trabajadora no tiene desarrollada una conciencia de clase, pero no sería justo subestimarla. La mayoría de la población tiene condiciones laborales indignas, pero esto tiene una explicación científica. Los capitalistas lo supieron investigar durante décadas para perfeccionar sus métodos de explotación, con la prensa y la propaganda, con la religión como aparato de opresión ideológica contra la clase trabajadora.
A nosotros los comunistas nos sobran argumentos, a la burguesía dinero, no vamos a decir lo que quieren que digamos, ante el silencio cobarde palabras verdaderas. La clase trabajadora, producto del propio capitalismo, desconoce que el futuro le pertenece, que pronto la historia les llegará a los burgueses patrones y que se impondrá el poder de la clase trabajadora y no el del capital.
Nosotros vamos creciendo como espuma, sencillos y optimistas, si estás leyendo esto únete a las filas del partido comunista, no tienes nada que perder, solo tus cadenas.
¡Tenemos un mundo por ganar como clase obrera!
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