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Aplaudiendo al verdugo

Por: Lucía Roble.



Por el día del maestro se realizaron varias celebraciones, tanto del Gobierno del Estado como del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, después de dos años de pandemia y de haberse ahorrado esos recursos.


Me sorprende que la mayoría de los trabajadores y maestros acudieron felices a estos eventos y aplauden el incremento salarial del 8.2% que aún no está claro cómo se va a distribuir, si irá directo a nuestro sueldo base o se dividirá en diferentes prestaciones. Me sorprende que el mensaje que obtienen las autoridades es de complacencia y apoyo, aplaudiendo sus discursos y aceptando los bocadillos y regalos rifados.


Que pronto se olvidan de la ley del ISSTEY recién aprobada por el Congreso por órdenes del gobernador Mauricio Vila y la sección 57 en dónde se incrementa el número de años de servicio a 35 y la edad para poder jubilarse a 65 años. Se incrementan las aportaciones al instituto de un 9% al 15% de manera gradual para los que ya estábamos en el servicio. Se estableció un salario regulador para determinar el monto de la pensión equivalente al 85% del promedio ponderado de los últimos 20 años de servicio y los incrementos anuales serán según el índice de precios y cotizaciones Con esta nueva ley ningún punto nos favorece y aun así aplauden a su verdugo y celebran bailando.


El incremento salarial anunciado el día del maestro no soluciona la precariedad salarial ni el que nuestros ingresos han ido disminuyendo gradualmente año con año. Aplauden sin recordar que a nivel federal se han establecido la Unidad de Medida y Actualización (UMA) de manera impune para determinar el tope de pensión a 8 UMAs en vez de salarios mínimos y que los maestros de nuevo ingreso ni siquiera accedan a una jubilación digna, ya que se retiran con un fondo de ahorro o AFORE. Y todavía aplauden a sus verdugos.


Diferente sería el que nadie asistiera a esos eventos. Que nadie reconozca ni legitime la directiva charra que se instauró con trampas y fraude en las elecciones del año pasado. Qué distinto sería que esos recursos tan espléndidamente gastados (y que por cierto son nuestros, por las aportaciones que nos descuentan vía nómina), lo hubieran invertido en dotarnos recursos como una tablet, una laptop o un bono sustantivo a cada uno de nosotros.


Qué distinto sería que los trabajadores que fueron a aplaudir hubieran protestado y manifestando su descontento en las calles, exigiendo y luchando por sus derechos violentados, en vez de enviar el mensaje de que estaban de acuerdo con todo lo dispuesto por el gobierno y el sindicato. Qué diferente hubiera sido si como estrategia hubiéramos alzado la voz al unísono en ese evento, desplegando las mantas y cartulinas con las principales demandas y exigiendo a la autoridad y a nuestros representantes sindicales que cumplan, hubiera sido una gran sorpresa.


Ojalá muy pronto los mismos que fueron a aplaudir y a divertirse tomaran conciencia de la importancia de que la base luche por sus derechos y el de las futuras generaciones. No podemos seguir esperando a que se nos haga justicia, nosotros debemos arrebatarla.

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