Por: Camarada Nenko.
Joshua tiene 26 años, es originario de Morelos, pero vive en Mérida, Yucatán. Todos los días se levanta temprano para supervisar la operación de un hospital que no está en México. Casi no duerme porque tiene a su cargo la cuenta de un cliente en Estados Unidos. Miles de llamadas entran desde Baltimore, una pequeña a 62 km. de la capital de la Unión Americana. Muchos son pacientes latinos y afroamericanos con múltiples padecimientos, a los que cada día hay que transferir para hablar que puedan hablar con un médico, además de vender el seguro médico en caso de que el paciente no tenga papeles legales en ese país, como los millones de migrantes que ya viven y son la fuerza de trabajo de este país, uno de los principales en la pirámide imperialista.
Los agentes telefónicos, que además de hablar inglés son egresados de licenciaturas o ingenierías, tienen la función de evaluar múltiples problemáticas como si fueran médicos, y determinar una salida favorable de acuerdo al protocolo de la empresa. Cualquier error puede afectar la relación con el cliente americano y la empresa mexicana.
Estos trabajadores asalariados tienen que estar sentados en punto de las siete de la mañana para entrar al turno que sostiene la operatividad de un hospital privado en Baltimore. Pueden tomar un poco de agua o café, pero no pueden levantarse al baño hasta que Joshua les permita hacerlo. Además de eso cada trabajador tiene que cumplir ciertas métricas de calidad para mantenerse en el trabajo, los QA o “supervisores de calidad”, le dan consejos y de forma amable le restriegan al trabajador que tiene que reducir su tiempo de llamada o aumentar la métrica “x”.
En la publicidad se anuncia que estos puestos tienen prestaciones superiores a las de la ley en México: un comedor y cantidad de beneficios. La realidad es más insultante, ya que el sueldo por 9 horas de trabajo, 15 minutos de descanso y treinta minutos para comer, es de poco más de 340 pesos por día, es decir, 5,100 pesos a la quincena. A eso hay que descontarle los gastos de transporte y comidas además de la renta y servicios. Además del descuento patronal por llegar 1 minuto tarde al trabajo.
Esto parecería un buen sueldo si la empresa pagara todos los costos de vida del trabajador. Parecería una buena alternativa hasta que nos enteramos de que “el cliente” de Estados Unidos, paga el doble en dólares a la empresa que los explota. Es decir, si la empresa pagara la cantidad real a cada agente telefónico, debería pagar 10 mil pesos a la quincena. Pero gracias a la política de “Jóvenes Construyendo el Futuro” del actual gobierno socialdemócrata, los jóvenes tienen que soportar ser explotados bajo esquemas de subcontratación para ganarse la vida que les prometieron, incluso algunos estudian mientras trabajan sumando el pago a la universidad y los gastos que eso conlleva.
Hoy en el siglo XXI, a los que pudieron estudiar les prometieron una mejor calidad de vida, pero la realidad es que eso fue solo palabrería, ya que la realidad material nos demuestra que todas las políticas implementadas por la 4T, el gobierno que supuestamente sería diferente a los anteriores, sigue siendo en beneficio de los monopolios nacionales y extranjeros. Ningún beneficio es para la clase trabajadora, que ahora enfrenta una nueva inflación a raíz de la crisis cíclica del capitalismo, agudizada por la pandemia y la guerra imperialista. Los que siguen y seguirán ganando en el capitalismo son los burgueses, los dueños de las empresas.
Los call centers son las novedosas formas de explotación capitalista en la época actual, donde el internet y las tecnologías digitales juegan un papel tan importante. Los modernos sistemas de comunicación han permitido en 30 años la total cobertura de las zonas urbanas y han cambiado para siempre la vida de nuestras agendas personales. Aunque han existido desde antes de la pandemia, a raíz de ésta se han convertido en una de las modalidades predilectas para explotar la fuerza de trabajo gracias a “flexibilidades” como el home office, que en realidad no es más que una nueva forma de la misma explotación.
Por otro lado, la ideología de la superación personal y los logros individuales, que nunca se podrán alcanzar bajo el capitalismo, solo distraen a nuestra clase obrera y la desvía de la lucha por agruparnos para defender nuestros derechos y la posterior toma del Poder, ya que la burguesía sigue bombardeando a nuestra juventud con su maquinaria ideológica culpando al obrero de su miseria, con frases hoy tan conocidas como “tú puedes ser tu propio jefe”, “ eres pobre porque quieres” o “emprende tu negocio y no te quejes”.
Pero como trabajadores no debemos olvidar que ningún cable hasta ahora se puede conectar solo. Ninguna maquina podrá sustituirnos y como fuerza laboral debemos reconocer que somos la fuente de toda la riqueza social, que hoy se encuentra acaparada por los explotadores capitalistas. Es momento de reclamar lo que nos pertenece.
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