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¿Cómo identificar oportunistas?

Por: Carlos Suárez.



Entendiendo el oportunismo como la intromisión en el movimiento obrero de posiciones ajenas a los intereses y objetivos generales del proletariado, podemos derivar como una tarea permanente para todo comunista la vigilancia revolucionaria de toda consigna, demanda, planteamiento o análisis que surja o se introduzca en los movimientos obrero y de masas. Pero para ello, por supuesto, es necesario identificar cuáles son los intereses y objetivos generales de la clase trabajadora o del sector del que se trate.


La clase trabajadora es la clase que vive de la venta de su fuerza de trabajo, al no contar con más medios productivos aparte de su propia corporalidad. Para poder obtener un sustento a partir de su fuerza de trabajo, el trabajador se ve obligado a venderla a la clase burguesa a cambio de un salario. La clase burguesa, por el contrario, teniendo la propiedad sobre los medios de producción, no requiere desempeñar trabajo alguno para subsistir; por el contrario, su existencia depende de la apropiación del trabajo ajeno. Los burgueses compran la fuerza de trabajo de la clase trabajadora, pues al ponerla en funcionamiento producen riquezas de las cuales se apropian, pagando a la clase trabajadora únicamente la parte de la riqueza producida estrictamente indispensable para su reproducción como clase.


Lo anterior nos lleva a identificar el interés de una y otra clase. La clase burguesa busca permanentemente reducir el costo al cual compra la fuerza de trabajo; es decir, busca la reducción de los salarios. También tiende a buscar el aumento de la jornada de trabajo, así como aumentar la intensidad a la que emplea la fuerza de trabajo durante el mismo tiempo. En resumen, su interés es aumentar la plusvalía extraída de la clase obrera.


Por el contrario, la clase trabajadora se opone en todo momento a esos intereses de la clase burguesa. Esto lo podemos comprobar a lo largo de la historia y hasta nuestros días, con o sin comunistas. La clase trabajadora ha luchado continuamente por la reducción de la jornada de trabajo, por el aumento a los salarios, por la conquista de derechos laborales.


Debemos tener claro siempre que, por lo tanto, los intereses de la clase burguesa y de la clase trabajadora son irreconciliables. La defensa de los intereses de una clase siempre irá en detrimento de los intereses de la otra. No hay punto medio. O hay explotación o no hay explotación. O se le combate o se le defiende. O se busca su extinción o su prolongación.


Los comunistas identificamos el socialismo-comunismo como la única manera de poner fin a la explotación. Nuestro trabajo cotidiano implica preparar las condiciones para llevar a cabo la Revolución socialista como tarea inmediata, sin dejar de lado la lucha por demandas inmediatas en la medida en que ello fortalezca a la clase trabajadora templándola, organizándola, llevándola a que descubra su potencial político y a que se instruya a partir de la asimilación tanto de sus aciertos como de sus errores. Todos aquellos planteamientos que supongan el entorpecimiento o la desviación de este conjunto de tareas podemos enmarcarlos dentro del oportunismo.


Estos planteamientos oportunistas pueden ser tanto conscientes como inconscientes. La ausencia de claridad sobre los intereses y los objetivos históricos del proletariado abre las puertas para toda clase de tendencias oportunistas. Cuando no se tiene clara la lucha contra la explotación capitalista ni la conciencia de la realización de la Revolución socialista como tarea inmediata previa organización de la clase trabajadora, es fácil caer en planteamientos tales como la lucha por la democracia en abstracto, la defensa de las instituciones gubernamentales o el apoyo a sectores de los explotadores. Sin embargo, debido al natural poderío ideológico de la burguesía sobre el conjunto de la sociedad, muchas de esas son las conclusiones a las que un trabajador promedio podría llegar de manera espontánea a partir de los elementos de la realidad al alcance de su percepción.


No en vano Lenin dejaba en claro que la conciencia socialista sólo puede surgir a partir de la influencia ideológica comunista sobre la clase trabajadora. A lo mucho, un trabajador podrá llegar a concebir la necesidad de luchar contra sus patrones, pero ese será el límite de desarrollo de su actividad mental espontánea. Por ello es fundamental la formación política e ideológica por parte de los comunistas hacia el resto de la clase trabajadora junto con la permanente formación de la militancia comunista. Aquí se asume la necesidad comunista de guiar pedagógicamente a la clase trabajadora.


Pero, por lo general, el oportunismo avanza a partir de la combinación de elementos tanto inconscientes como conscientes. No todo oportunismo viene de la falta de claridad. Por el contrario, dentro del movimiento obrero y de masas la burguesía envía a sus agentes constantemente, quienes sí tienen plena claridad de sus tareas. Ellos buscan sembrar la confusión entre las masas para impedir su avance organizativo, para extraviarla políticamente. Estos agentes deben ser combatidos férreamente por nosotros para evitar que su influencia sobre las masas crezca y se fortalezca. Las experiencias históricas pueden ilustrar cómo ellos se aprovechan de la falta de claridad de las masas para dirigirlas hacia el fracaso.


No siempre es sencillo identificar oportunistas. Un buen oportunista sabe disfrazarse. Un buen oportunista no hablará de la defensa del capitalismo sino incluso de la lucha por el socialismo. Los buenos oportunistas saben usar fraseología revolucionara para recubrir sus planteamientos y posturas serviles a la burguesía. Por medio de su formación teórica y política pueden dar la apariencia de ser genuinos revolucionarios, pues saben hablar, saben identificar y expresar las necesidades materiales de las masas, saben conectar con su sentir. Muchos oportunistas fueron partícipes de importantes luchas de las masas, lo cual siempre traen a colación con la pretensión de que se les reconozca figuras de autoridad a partir de su experiencia, aunque lleven décadas sumidos en el fango sin ningún resultado derivado de su actividad política. Para muchos de ellos, la autocrítica tampoco existe. Jamás se les escucha reconociendo un error táctico o político, pues siempre buscarán guardar la imagen de que todo lo tienen planeado y de que si sus planteamientos u orientaciones no fructifican es por circunstancias ajenas a sus personas.


Invariablemente, el triunfo de las influencias oportunistas al interior del movimiento obrero es el mismo: debilitamiento político de la clase trabajadora y fortalecimiento político de la clase burguesa y sus organizaciones, partidarias o no. Es deber de los comunistas estar ahí donde se encuentren las masas, especialmente si existen oportunistas de por medio. Nuestra tarea es la derrota de su influencia sobre las masas, lo cual no se podrá realizar sin el debate y la confrontación que desenmascare a los agentes de la burguesía como lo que son. Si vale la pena o no el trabajo en determinado frente de masas, eso tendría que valorarse a partir de un análisis que parta de las condiciones de posibilidad de la militancia y de la importancia estratégica de tal sector para el desarrollo del movimiento obrero.

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