Por: Jesús Hernández
Actualmente vivimos en una sociedad dominada por la burguesía y sus ideas. Esta nos bombardea a cada momento con propaganda anti organizativa, ya sea en relación a lo “bien” que van las políticas burguesas o a través de sus series que difunden la mentira idealista de que las y los jóvenes deben “disfrutar de su juventud” o en el peor de los casos mediante la represión estatal a través de la fuerza.
Por supuesto, estas no son todas las formas en las que la ideología burguesa se hace presente, el poder identificarla en un espacio y entender su rol dentro de este aparato propagandístico es un avance, pero si no se complementa con la ideología proletaria carece de verdadera crítica clasista que es necesaria para poder plantear una solución a las contradicciones inherentes al capitalismo que son innegables y a diario podemos observarlas.
La crítica que proviene de un posicionamiento no clasista y de las condiciones materiales deja el terreno fértil para posicionamientos erróneos como el pensamiento reformista o el anarquismo como base para la desconfianza a toda organización partidaria (incluso la del partido comunista), etc.
El hecho es que, en lo que refiere a la sociedad actual, se han logrado los objetivos desmovilizadores que marca por sí misma la burguesía nacional e internacional. Sin embargo, el capitalismo es quien, debido a sus contradicciones internas, genera siempre a su enterrador (proletariado) y son estas mismas contradicciones las que los movilizan.
Hoy los mayores exponentes de esta cultura basura se dividen entre pseudofilósofos que “redescubren” concepciones inclusive marxistas sacándolas totalmente de contexto y entrenamiento ejecutivo o “coaching” donde solo se hace énfasis en el pasar sobre los demás viendo a todos como posibles amenazas para tu “crecimiento” (que incluye a su vez a quienes ofrecen estos “cursos” bajo el supuesto de ser entrenamiento para volverte millonario con actitudes excéntricas). Las religiosas también tienen su papel dentro de esto pues incluso grupos juveniles religiosos juegan un papel para la inacción.
Es del deber de las y los marxistas-leninistas redoblar la tarea para combatir en el trabajo ideológico y práctico estas corrientes que, lejos de solucionar los problemas que tenemos como clase proletaria y popular, pretenden ocultarlos.
Entre influencers existen los que hablan directamente de problemáticas sociales. Esto en primera instancia parecería una conquista pues, “los jóvenes al darse cuenta de las contradicciones denuncian estas mismas”, sin embargo, nada más lejos de la realidad. A los posicionamientos de esta nueva corriente que se tildan como influencers intelectuales les hace falta mucho para poder llegar a realizar una crítica social material de los hechos.
El materialismo dialéctico es el arma más poderosa de la ideología del proletariado, además de que con ellas se puede llegar a estudios más profundos en general. Las concepciones modernas que desarticulan esta misma enajenan directamente del pensamiento crítico. Además de que estas mismas son puentes para que la pequeña burguesía actúe como agente desviador de las y los jóvenes realmente interesados en la solución de las problemáticas o que quisieran adentrarse más en concepciones concretas. Ejemplos son posicionamientos de feministas en redes sociales que hacen base sólida para colectivos, ideologías sin una base material o de estudio, como la descolonización y el afrofeminismo que rechazan a cualquier mujer blanca aun cuando tiene más en común una mujer de piel blanca con una mujer morena que propiamente una mujer morena con una empresaria morena.
La clase no se limita únicamente a un color de piel, pues es un hecho que quienes generan la riqueza son los explotados por quienes se la apropian. Al igual las posiciones que hablan sobre cómo el capitalismo en sí no es malo y toda la barbarie es provocada por los malos hábitos o “mañas” de los hombres de negocios. Esto a su vez recae en el discurso reformista de cómo se puede salir adelante sin alterar la base material que es el capitalismo.
El dejar a un lado la lucha de clases en cualquier crítica, movimiento o ideología condena a la misma al fracaso, subordinación hacia la burguesía o liquidación.
En la FJC apostamos por la ruptura con movimientos que no representan los intereses de nuestra clase. La marcha hacia una sociedad de nuevo tipo solo puede darse con el trabajo ideológico necesario para poder evitar estos posicionamientos que enajenan, confunden y desmovilizan a nuestra juventud.
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