Por Chak Sáastal
La Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) no escapa de las acusaciones en su contra en el aspecto de la precarización laboral. Por el contrario, se sitúa como una de las universidades con peores salarios en el país. Los trabajadores de la Universidad, aglutinados en la Asociación Única de Trabajadores Administrativos y Manuales de la UADY (AUTAMUADY) se han visto totalmente desprotegidos ante los embates anti-obreros de la propia Universidad, ya que la dirección de su sindicato se encuentra cooptada por las propias autoridades universitarias.
Aunque no es el propósito de este artículo, es necesario hacer un breve repaso de la historia del sindicato para entender el contexto al que nos referiremos. La AUTAMUADY surge al calor del movimiento obrero-popular de 1973-1974, asesorado por Efraín Calderón Lara[1] bajo el nombre de Sindicato de Trabajadores Administrativos y Manuales de la Universidad de Yucatán (STAMUDY). En ese sentido, el Sindicato se organiza fuera de la influencia de centrales como la CTM. Por el contrario, la lucha sindical de esa época fue precisamente contra el dominio corporativo de esa central que tenía sometidos a varios sindicatos. En consecuencia, desde un inicio, la STAMUDY tiene una vocación democrática anticharra y anticorporativa.
Como terminó ocurriendo con la mayoría de los sindicatos que se conformaron en este periodo, la STAMUDY, luego convertida en AUTAMUADY, y que actualmente agrupa a aproximadamente 780 trabajadores, poco a poco fue cediendo ante las presiones de la patronal, cuyo jefe directo es la propia Universidad. Las dirigencias sindicales paulatinamente dejaron de representar los intereses de las y los trabajadores afiliados al sindicato y, en consecuencia, comenzaron a perderse las conquistas conseguidas tras años de lucha.
En la actualidad, la situación de las y los trabajadores manuales y administrativos de la UADY es crítica, porque no solo se acrecienta el peso de la precarización laboral por parte de la Universidad, sino que la misma dirigencia sindical no parece estar interesada en velar por los intereses de los trabajadores. Por el contrario, todo indica que la propia Universidad es la que respalda la actual dirigencia.
Chak Sáastal se dio a la tarea de platicar con dos trabajadores sindicalizados que, por cuestiones de seguridad, prefirieron no revelar su nombre porque, como uno de ellos menciona, “hay un linchamiento al interior del sindicato, la misma directiva se encarga de poner en una lanza las cabezas de quienes se oponen a ella”. Conocer su testimonio, nos permitirá saber cuál es la situación actual en el interior de la AUTAMUADY.
Hemos dicho con anterioridad que el proceso de abandono de las posturas clasistas en las direcciones de la AUTAMUADY no es algo que haya ocurrido de un día para otro, sino que fue un proceso paulatino. Sin embargo, si pudiésemos fijar un momento de inflexión en dicho proceso, éste podría ubicarse hace aproximadamente 18 años.
Uno de los trabajadores entrevistados por Chak Sáastal recuerda: “Todo esto empezó con Mario Zapata que fue secretario general. Al finalizar su periodo, colocó en su puesto a quien era su segundo, el secretario de conflictos René Escalante Maldonado. Posteriormente, esta persona fue quien puso a la actual secretaria general de la AUTAMUADY, Sofía Ayil Sierra, maestra en derecho. Esta cadenita de secretarios generales es como el PRI sindical de la AUTAMUADY, apadrinada por la misma Universidad. Los secretarios generales mencionados han sido recordados por las importantes pérdidas contractuales durante sus periodos. Con Mario Zapata, los trabajadores tuvieron que aportar el 10% de su salario para el fondo de jubilación, pagar diferentes impuestos, ver disminución en días de aguinaldo, etc. Ahora hay que trabajar hasta los 65-70 años. Luego, entra René y estas pérdidas se reflejan también en el personal próximo a jubilarse y jubilados, pues en muchas cláusulas se introdujo la palabra «activo». Por ejemplo, antes la excepción de cuotas de inscripción a los hijos de trabajadores de la UADY aplicaba para todos, pero con la firma del contrato de 2014-2015 ahora solo aplica para trabajadores en activo. Ahora con Sofía, hubo en retroceso en cuanto a las promociones. ¿Qué es lo que ocurre? Nuestro Contrato Colectivo de Trabajo tiene una vigencia de 2 años. Antes, cuando se iban a otorgar las promociones y te tocaba a finales de 2021, por un decir, esta era retroactiva. Sin embargo, cuando llega Ayil se cambia eso y si tu promoción se hizo efectiva en 2021, se te acorta esa promoción, ya no es retroactiva”.
Otro compañero entrevistado menciona que ese no es el único retroceso que se ha generado durante la gestión de la actual dirección de la AUTAMUADY, sino que también se ha visto afectado el salario de las y los trabajadores. “El último incremento salarial fue de solo un 3.4% cuando el aumento salarial desde 2018 ha sido de un 16%. El pretexto que se nos ha dado sobre esto es que así se le está dando a todas las Universidades, no solo a la UADY y que solo habrá otro incremento salarial cuando lo mande la Federación. Sin embargo, la Universidad tiene ingresos propios, ya que vende varios servicios, aparte de que recibe un propio ingreso por parte del gobierno del Estado de Yucatán. Con el propio sobresueldo del Rector alcanzaría para el incremento del salario de los sindicalizados, mientras que un intendente gana solo $1,300 a la quincena. Ha habido un deterioro salarial tan grande que te preguntas «¿cómo sobrevive esta gente?»”.
Los compañeros señalan que los aumentos que se han otorgado a los trabajadores de la Universidad no son proporcionales a los que se han dado a nivel federal, pues si a nivel federal, en los últimos 3 años ha crecido un 50%, en la Universidad solo ha sido de un 10% en el mismo periodo de tiempo, lo que se traduce en una mayor precarización para el personal administrativo y manual de la UADY. “Ha sido tal ese deterioro, que tres categorías vigentes de la Universidad ganarían incluso menos que el salario mínimo. La Universidad, para no cometer ese desacato federal, porque nadie puede ganar menos del salario mínimo, igualó esos tres salarios a lo que deberían ganar para llegar al salario mínimo. Sin embargo, ya hay categorías universitarias que han perdido su poder adquisitivo. Mucha gente puede pensar que, por ejemplo, un intendente de la UADY gana bien solo por ser de la UADY. Pero la realidad es que un trabajador de este tipo en la Universidad gana menos que el que trabaja en un centro comercial” mencionan.[2]
Sin embargo, eso no es todo, ya que el compañero entrevistado menciona que, aparte de que existe esta precarización laboral que solo parece ir en aumento, cuando el trabajador obtiene su base, éste pierde automáticamente un 10% de su salario para su fondo de jubilación, misma que no se conseguiría sino hasta después de 35 o 40 años trabajando para la Universidad.
De igual forma, nos platicaron que en tiempos de Mario Zapata y René Escalante se impuso el pago de impuestos a los trabajadores, incluso para aquellos que, por ley, por el salario que ganan no deberían pagar impuestos. Esto se debe a que, si un trabajador o trabajadora percibe un ingreso adicional en concepto de horas extras, por haber realizado alguna comisión o incluso por los retroactivos de las promociones, y con este monto se rebasa el tope ante Hacienda, se les cobran los impuestos. Ante esta situación un compañero menciona que “esto es un desincentivo a la superación profesional, porque si me promuevo, me quedo igual, pero pago más impuestos y tengo más responsabilidades”. Sin embargo, esta carga fiscal no es pareja, porque los compañeros mencionan que los académicos no pagan tantos impuestos a pesar de elevados salarios, es más, el propio Rector está exento del pago de impuestos. Por otro lado, nos dijeron que un trabajador administrativo o manual sindicalizado en promedio debe esperar hasta unos 7 años para que les basifique, mientras que a los trabajadores de confianza se les promueve únicamente si al jefe les cae bien o si hicieron un “buen trabajo”.
Por otro lado, algunos compañeros entran a trabajar con prepa o carrera técnica con la ilusión de que, si estudian una licenciatura van a poder promoverse y, por lo tanto, ganar un mayor salario. Pero la realidad es que, según los datos del tabulador de salarios, muchos siguen ganando lo mismo pero la carga de trabajo es mayor.
Hasta el momento, los compañeros han relatado las penumbras económicas que están atravesando como trabajadores, pero también lamentan el hecho de que la actual Secretaria General de la AUTAMUADY, Sofía Ayil, no solo no está velando por mejorar las condiciones de trabajo de sus compañeros sindicalizados, sino que también se aprovecha de la actual situación de pandemia para mantenerse en el cargo. “La contingencia comenzó en marzo de 2020, ella se debió ir en mayo. Este fue su tercer periodo y legalmente debería irse en mayo. Por lo de la pandemia, se ha mantenido en su cargo un año de más. Ella tiene secuestrado el sindicato porque la última comunicación que tuvo con la base trabajadora fue el 27 de abril de 2020, cuando dijo que por la contingencia se iba a quedar hasta que las leyes lo digan. Únicamente se vuelve a aparecer ante los medios un año después cuando alguien la acusó de tener secuestrado el sindicato”. En ese sentido, los compañeros consideran que Ayil se está cobijando de un mandato federal que establece que no se pueden establecer elecciones para la nueva dirigencia por la pandemia, pero eso no justifica el aislamiento con la base trabajadora.
Pero la falta de comunicación por sí sola no es lo más grave del asunto, sino que, aprovechando esta situación, Ayil Sierra concilió una revisión salarial sin haberse llevado a cabo una asamblea en donde una mayoría absoluta mostrara su aprobación al acuerdo. “¿Cómo pudo aprobarse un acuerdo sindical sin haber asamblea o sin haber pruebas que demuestren que hubo ese acuerdo? ¿Cómo es que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje permitió la firma de una revisión salarial sin contar con todos los elementos? Si se cubrieron todos los elementos, ¿cómo se obtuvieron? Normalmente, cuando viene una revisión salarial o contractual se hace una asamblea en donde todos votan democráticamente si se acepta o no el aumento. La ventaja que tiene la AUTAMUADY es que no son los delegados quienes aceptan o no los acuerdos, sino la base y es a ella a quien se tiene que convencer. Entonces, todas las firmas de quienes participaron en la votación se llevan ante Conciliación y demuestras que hubo una mayoría y un quorum. Pero aquí, ¿cómo pudo respaldarse eso si no hubo asamblea? La Secretaria General podría refutar que se hizo de distintas maneras, pero de todos modos nunca lo informó. Eso demuestra que no hay comunicación con la base. Cuando salió el panfletazo por esta situación, ella se apuró a convocar a una rueda de prensa para refutar las acusaciones por esta maniobra, pero en lugar de presentar argumentos, ella minimizó el problema y dijo que las acusaciones vienen de gente que tiene intereses políticos y que es una minoría. Pero, ¿cómo demuestras que es una minoría o que tiene esos intereses?”, se pregunta uno de los compañeros.
Ahora bien, para estos compañeros, la actitud de Ayil Sierra hacia el resto de trabajadores sindicalizados tiene una razón de ser. “Al menos para nosotros los Universitarios es de información pública que todos los Secretarios Generales buscan crecer. En el caso de ella, por sus estudios (ella es maestra en Derecho), todos damos por hecho que está buscando una plaza académica. Ella solo está acá sin hacer ruido con la esperanza de que cuando termine este periodo ella pueda tener un año o dos de calma laboral para acceder una plaza superior. La historia nos ha dicho que los últimos tres secretarios generales o se han ido de trabajadores de confianza o se han ido de profesionistas y ella está buscando lo mismo” y se lamentan que, por perseguir sus intereses personales, no esté cumpliendo la labor por la cual fue electa, que es proteger a sus compañeros sindicalizados.
Una anécdota que nos relataron los compañeros sirve para reafirmar como verdadera y exacta la premisa marxista de que es el ser social y las condiciones materiales de existencia lo que determinan la conciencia, y no al revés. Ellos nos platican que “ella, como a los 2 o 3 años de antigüedad, fue cooptada por René Escalante al Comité de Dirección. Con solamente dos años, sin ninguna experiencia con los compañeros, ya formaba parte del Comité. No tuvo una vida sindical activa ni se empapó con ese compañerismo que le permitiera conocer las necesidades que los trabajadores tenemos, de manera que nos representara cuando pasara al Comité. Hoy solo tiene 10 años de antigüedad y está pensando que le faltan otros 20 para jubilarse. Por lo tanto, quiere evitar toda clase de problemas antes de que cumpla ese tiempo y, de paso, con un mejor salario”. En ese sentido, la burguesía busca atraer de su lado a la propia clase trabajadora con toda clase de promesas e incentivos, de manera que ésta no se reconozca como clase para sí y, en su lugar, actúe como medio para contener la insumisión obrera. Se despoja a las y los trabajadores de su medio habitual, de la convivencia diaria con sus hermanos de clase y se les inserta en la conciencia concepciones pequeñoburguesas y aspiracionistas.
Bajo esa lógica, la actual directiva ha servido, más bien, como apagafuegos en el interior de la AUTAMUADY, mientras por su parte, la Universidad sigue asestando golpes constantes a las y los trabajadores sindicalizados. Cuando se produjo la huelga de 2015, las y los trabajadores exigían un aumento del 10%, pero únicamente se logró un 3.4%, gracias a las negociaciones que la en ese entonces recién electa directiva llevó a cabo con el, a su vez, recién electo Rector, José de Jesús Williams. A partir de ese momento, la dinámica de la relación UADY-AUTAMUADY ha sido que la directiva de la AUTAMUADY acepta los raquíticos aumentos que la UADY ofrece y los presenta como “logros” de parte suya, al tiempo que mantiene a raya los ánimos de los sindicalizados.
Sin embargo, la valoración que los compañeros hacen de aquella experiencia es que Rectoría se ha visto obligada a no asestar los golpes con la magnitud que quisiera, porque tiene la amarga experiencia de aquella huelga, que recibió gran apoyo popular y que le fue muy difícil de contener, tanto para Rectoría como para la directiva del sindicato. Seguir apretando las tuercas más de la cuenta a la AUTAMUADY podría significar que la situación se le escape de las manos.
A su vez, los compañeros consideran que aquella experiencia fue algo positivo ya que, entre otras cosas, visibilizó al sindicato ante la sociedad. Se empezó a cuestionar cuánto ganaba el Rector, por un lado, y por el otro, cuánto ganaba un trabajador administrativo o manual. A su vez, se demostró la fuerza que puede llegar la clase trabajadora cuando se organiza para demandar mejores condiciones de vida y de trabajo. Es por ello que, para estos compañeros, es importante tener siempre fresca en la memoria aquél momento de lucha. Ocurre que, por el contrario, la directiva de la AUTAMUADY no tiene el interés de recordar dicho suceso. En su lugar, prefiere darle difusión a actividades festivas como el Carnaval (que coincide en fecha con la huelga). Esto da como resultado que ya no es un recuerdo amargo solamente para la patronal, representada aquí por la Universidad, sino que también para la clase trabajadora, se convierte en una experiencia digna de ser olvidada, como si hubiera sido algo negativo o algo que nunca debió haber pasado.
Un tema que quedaba pendiente platicar con ambos compañeros es qué seguía en vísperas de llegar a la fecha legalmente establecida para efectuarse la elección de una nueva directiva, es decir, en mayo pasado. Nos comentaron que Ayil se estaba aprovechando de que en los estatutos vigentes de la AUTAMUADY no se tiene contemplado el método de llevar a cabo asambleas virtuales, dado que la contingencia actual impide llevar a cabo una asamblea presencial. Sin embargo, el hecho de que los estatutos no lo contemplen no significa que esté prohibido. De hecho, hay antecedentes al respecto en otros sindicatos de la Universidad. “El año pasado quisieron meterle gol a la APAUADY,[3] el sindicato de maestros, para que firmen el servicio médico. Hubo una asamblea mixta en donde estuvo presente gente de manera física y también de manera virtual y votaron en contra de la medida. Entonces, ¿cómo en ese caso sí pudo darse esa asamblea, pero no se quiera reconocer que es una forma que, aunque no esté contemplada en los estatutos tampoco está prohibida y puede ser igual de válida para nosotros?”. Tampoco está contemplado en los estatutos del Consejo Universitario que éste sesione de manera virtual y, sin embargo, esta es una vía que regularmente han tomado desde que inició la pandemia. Por lo tanto, el argumento presentado por la directiva de la AUTAMUADY para no llevarse a cabo una asamblea no es válido.
La exigencia de los compañeros es que la pandemia no sea un impedimento para poder brindar información rápida y veraz a los compañeros sindicalizados y que pueda hacerse uso de las herramientas digitales existentes para que el sindicato retome su vida activa mediante las asambleas. Esto se refuerza por el hecho de que, al parecer, la directiva del sindicato teme que pueda exigirse que se lleve a cabo la elección que significaría un cambio del Comité de Dirección. Los compañeros opinan que, si se han presentado los retrocesos ya mencionados, es necesario buscar una directiva que de verdad tenga ganas de trabajar, mover al sindicato y evitar más injusticias contra los sindicalizados.
Las dificultades se presentan por el hecho de que, para que esto se pueda realizar, los estatutos marcan que debe haber una mayoría y un quorum para elegir a una nueva directiva. Pero muchos trabajadores de la Universidad no viven en Mérida o viven en lugares donde no llega la señal de internet que les permita unirse a una asamblea virtual, por lo que podría darse el caso de que no se reconozca como legítima la exigencia si no se cuenta con un número suficiente establecido por los estatutos y eso sirva como excusa para comenzar un linchamiento contra compañeros que realicen dicha exigencia. A su vez, como la propia Secretaria General no ha dado la autorización para que se efectúe una elección, no se pueden sacar las planillas de las y los compañeros que quisieran postularse para el cargo.
Como puede verse, la situación al interior de la AUTAMUADY es sumamente difícil, no solo por parte de los constantes recortes que la Universidad ha querido implementar para con los trabajadores, sino que la propia dirigencia actual del sindicato es cómplice de aquello. Por parte de ella, no existe información ni transparencia, se ha desajenado por completo del resto de trabajadores y trabajadoras e impide que otros compañeros puedan ocupar su espacio, escudándose en la pandemia para ello. Ha sido tal la ausencia de dicha directiva, que los compañeros nos dicen que ni siquiera se ha publicado el tabulador de sueldos del año 2021, en donde podría verse de cuánto fue el aumento salarial que se pactó en la última revisión del contrato.
Pero aparte de eso, hay otro tema que preocupa a los compañeros, pues la directiva del sindicato recientemente expresó que dicho aumento no ha sido entregado a la base de trabajadores porque la Universidad no ha recibido el presupuesto por parte de la Federación para ello. Si en cuanto a retrocesos se refiere al interior de la AUTAMUADY esto resulta un parteaguas porque, por primera vez, se presenta una excusa de este tipo, que además no tiene fundamento porque la Universidad también tiene un presupuesto estatal e ingresos propios. Recientemente recibió una inyección enorme de capital por los más 18,000 aspirantes a alguna de las escuelas de la UADY, además de que presta servicios científicos. Decir que no hay presupuesto para otorgar el aumento salarial que, recordamos, fue pactado de manera irregular, no es un argumento creíble.
Una nueva revisión contractual le espera al sindicato en diciembre de este año. En ese sentido, los compañeros entrevistados no consideran correcto que, para cuando llegue esa fecha, siga existiendo el mismo Comité de Dirección que, al igual que sus predecesores, solo ha permitido retrocesos en las condiciones de trabajo de los compañeros sindicalizados. Por ello, la exigencia no se limita únicamente a que, en el tiempo que a la actual dirigencia le queda, ésta otorgue información oportuna, sino que ya ha llegado el momento de que se produzca un cambio en beneficio de las y los trabajadores. Legalmente, este cambio podría darse a finales de junio, ya que el 30 de dicho mes finaliza la prórroga que a nivel federal se otorgó para renovar las dirigencias sindicales. Los compañeros esperan que dicho mandato sea respetado y que la actual directiva no se aferre al cargo.
Consideramos necesario que la base trabajadora conozca lo que ocurre al interior de su sindicato, que tome conciencia de ello y que recuerde las experiencias de lucha pasadas, tanto la de 2015 como la del movimiento obrero-popular de los 70s. Armados con esa experiencia, podrán comprender que, sin lucha, no es posible conquistar mejoras en sus condiciones de trabajo. Por el contrario, solo la lucha organizada puede garantizar que ni la Universidad ni las dirigencias charras puedan pasar por encima de sus derechos.
[1] Para un breve recuento de este movimiento, consultar el artículo El asesinato de Efraín Calderón Lara disponible en https://chaksaastal.wixsite.com/misitio/post/el-asesinato-de-efra%C3%ADn-calder%C3%B3n-lara
[2] Como prueba de este atropello laboral, los compañeros nos compartieron el tabulador de sueldos mensuales del personal administrativo que entró en vigencia en enero de 2020. Para ese entonces, había tres categorías que ganaban incluso menos que el salario mínimo. Dichas categorías eran las siguientes: auxiliar de intendencia “A”, $3,708.80; peón, $3,307.20; velador “A”, $3,772.80. Fuente: http://autamuady.org/wp-content/uploads/2020/02/Tabulador-de-Sueldos-Personal-Administrativo-y-Manual-2020.pdf
[3] Asociación de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Fotografía tomada de internet.
Fuente: Lector MX
Comentarios