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El despojo territorial como consecuencia del desarrollo del capitalismo en la Península

Actualizado: 4 feb 2021

Por el PCM


(Ponencia presentada en el Foro por la dignidad y la resistencia contra los megaproyectos llevado a cabo el pasado 20 de diciembre de 2020).


Buenos días compañeras y compañeros.

Buenos días camaradas.


Si algo ha caracterizado a los megaproyectos de la 4T, incluyendo entre ellos al tren maya, es la falta de claridad de la información. Los han promovido bajo promesas ambiguas que se fundamentan en la necesidad de la clase trabajadora, sobre todo de la que habita en las comunidades indígenas. ¡Habrá oportunidades! ¡Habrá más ingresos! ¿Pero a costa de qué?


No mencionan, por ejemplo, que el plan de desarrollo de la 4T para el sur sureste contempla el reordenamiento territorial, es decir, una transformación del uso del suelo y su posesión. Es claro, que para el desarrollo del capitalismo es necesario acabar con la propiedad social de la tierra para que esta, convertida en propiedad privada pueda entrar al mercado.


La mayoría de los megaproyectos que se desarrollan en la península se llevan a cabo en territorio ejidal o comunal de la población. Es decir, se realizan en tierras de uso común regidas por una asamblea en la que las decisiones son tomadas por las y los ejidatarios y en el que los empresarios, en caso de llegar a un acuerdo, pueden establecerse sus negocios en dichas tierras, sin tener su propiedad, sino sólo su usufructo, derecho que le puede ser removido, en caso de que la asamblea determine incumplimiento.


Es cierto que muchas veces, el ejido ha sido manipulado por los empresarios al grado de que se celebran asambleas extraordinarias para otorgarles beneficios a espaldas de las y lo ejidatarios, o en contra del beneficio de la comunidad, como ejemplo tenemos los casos en el que el ejido acepta el asentamiento de granjas porcícolas. Lo cierto es que, por su forma jurídica, el ejido continúa siendo un impedimento para la privatización total de la tierra. Por tal razón, cada que el capitalismo avanza se pone sobre la mesa la desmantelación de los ejidos. Lo vimos con la reforma al artículo 27 constitucional en el sexenio de salinas y lo vemos ahora con el Fideicomiso de Infraestructura y Bienes Raíces (FIBRA) que pretende introducirse con el tren de los capitalistas.


LA 4T a través de FONATUR pretende que las y los ejidatarios ingresen las tierras ejidales a este fideicomiso para convertirlas en certificados bursátiles y que coticen en la Bolsa Mexicana de Valores. De esta forma, los empresarios podrán adquirir los certificados bursátiles para utilizar la tierra sin necesidad de esperar a una asamblea ejidal, de esta forma la asamblea ejidal pierde el derecho de decidir sobre sus tierras.


Para convencer a las y los ejidatarios de ingresar sus tierras al fideicomiso la 4T menciona que los FIBRA serán una “sociedad” entre las y los ejidatarios y los empresarios. Pero no les dice que esta sociedad está llena de desigualdades que benefician a los empresarios. Por ahí algunos académicos escribieron que la desigualdad está en que los ejidatarios no conocen los conceptos de economía. Si bien, tiene algo de cierto, la desigualdad más peligrosa no es la del lenguaje, sino la del poder económico del capital financiero, en la que las y los ejidatarios no podrán recuperar sus tierras a menos que adquieran todos los certificados bursátiles, que pueden cambiar de valor de acuerdo a la Bolsa. En todo caso, es más probable que los empresarios tengan la capacidad financiera para adquirirlos, es decir, los FIBRA tren maya son, por donde quiera verse, los portadores de la privatización de las tierras ejidales en la región.


Además de esto, empresarios, han aprovechado la necesidad de alimentación de los pueblos durante la pandemia de COVID-19 y han manipulado a ejidatarios para cambiar el uso de suelo y comprar a precios muy baratos tierras en zonas en dónde se desarrollarán los llamados polos de desarrollo y estaciones de tren. Esto se ha visto con mayor frecuencia en los alrededores de Chichen Itza en Yucatán y de Puerto Morelos en Quintana Roo.


Es claro, que una de las metas de esta administración es concluir con la privatización de la tierra y el desmantelamiento del ejido como figura jurídica para la toma de decisiones. Con este despojo “elegante” se le entrega todas las facilidades a los monopolios nacionales y extranjeros para la expansión inmobiliaria y para la expansión de la infraestructura turística.


Pero la 4T insiste en que el tren traerá beneficios a todos ¿A costa de qué? ¿De entregar las tierras que se recuperaron con la sangre de nuestros abuelos y nuestras abuelas? Como mencionó FONATUR, el tren maya es un proyecto capitalista de a de veras y de tal forma hay que verlo. Cuando la 4T habla de que el tren traerá desarrollo, debemos estar plenamente conscientes que habla del desarrollo del capitalismo.


Con el tren aumentará la proletarización de los campesinos, unos migrarán a las ciudades para trabajar en las maquiladoras, en la construcción, en los centros comerciales o en los servicios turísticos, otros se quedarán en sus comunidades para trabajar de jornaleros en la agroindustria. Cualquiera que sea el caso, tendrán algo común, no tendrán seguridad social, ni patrimonio, el capitalismo nos lo habrá arrebatado todo menos nuestra fuerza de trabajo.


Esa fuerza de trabajo que mueve la economía en el campo y en la ciudad ¿Qué es el capitalismo sin nuestra fuerza de trabajo? No es nada, sin nuestras manos que siembran, sin nuestras manos que sirven, sin nuestras manos que mueven las maquinarias de la producción. Antes o después esas manos estarán levantadas y con la fuerza de nuestro trabajo moveremos las ruedas de la historia hacia una sociedad más justa.


Este es el momento en el que debemos de proclamar la fuerza de nuestra clase, pero de manera individual nada podemos hacer, es la organización de nuestra clase de donde viene nuestra verdadera fuerza, es en la unión de los oprimidos en donde radica el miedo de los opresores.


Hoy todas las instancias del estado le apuestan a la ruptura del tejido social, a la enemistad al interior de las comunidades, le apuestan a que veamos en nuestros compañeros de trabajo a un enemigo, en la comunidad a que veamos como enemigo a nuestro vecino, o al ejidatario, pero ninguno de nosotros es el enemigo, el enemigo y opresor que tenemos en común es la burguesía, que quiere venir y arrebatarnos todo. La unidad fortalece la oposición, si podemos caminar juntos no nos podrán golpear por separado.


Si la tierra se privatiza no se cultivarán alimentos, por lo tanto, la comida que consumiremos aumentará de precio, es decir, la privatización de la tierra y el desarrollo del capitalismo nos perjudica a todas y todos los trabajadores de todas las ramas de la producción. Por eso debemos luchar juntas y juntos contra los megaproyectos, no tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas, tenemos en cambio una vida que ganar.



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