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El proceso electoral empuja las definiciones


Por Guillermo Uc.


Cuando antes de realizar la IV Conferencia Política Nacional del Partido Comunista de México en enero del presente año, los comunistas analizábamos de manera colectiva las implicaciones de participar en el proceso electoral de 2024 con candidaturas propias, teníamos la plena certeza de que no sería algo sencillo.


Enfrentarse a la maquinaria del Estado burgués, que tiene la capacidad de elevar o hundir a sus candidatos según sus necesidades, que cuenta con toda la infraestructura material, logística e ideológica para ello y que hará todo lo posible para enterrar la propuesta proletaria en las elecciones, es una labor titánica que hemos llevado a cabo con honor.


Sabíamos que contaríamos con el apoyo de las y los trabajadores y organizaciones anticapitalistas que no encuentran en los partidos burgueses un faro de esperanza y ese apoyo se ha visto por todo el país en dónde Marco Vinicio Dávila Juárez ha llevado el programa político y la plataforma de lucha del PCM como candidato no registrado a la presidencia de la república. Además, hemos tenido la difusión no sólo de medios alternativos y locales, sino también de algunos medios nacionales que ven en nuestra candidatura una oposición real. Pero también sabíamos que no íbamos a contar con el apoyo de algunos sectores de ese espectro tan variopinto que se hace llamar “izquierda”, ni de los medios de comunicación masivos de la burguesía.


Sin embargo, aunque siempre fuimos conscientes de que los partidos burgueses iban a hacer todo lo posible para que no sonara nuestra propuesta, en algunos casos todavía estábamos a la expectativa de cuál sería la respuesta de algunos rostros de la “izquierda”, que durante años criticaban, sin entender (o sin querer entender) las razones, que no hayamos participado en las elecciones previas desde nuestra existencia. Ahora que lo estamos haciendo, sería el momento de que se definieran.


¿Qué reacción hemos recibido por parte de ellos? Una parte ha comprendido el momento en que estamos y la razón por la que hoy participamos en el panorama electoral y han recibido la noticia con entusiasmo. ¡Es lo más lógico! Si durante años pedían que participáramos con candidaturas, desilusionados con el verdadero rostro que la “izquierda” socialdemócrata mostró durante 6 años, lo que cabía esperar era un “tengan mi voto” de parte suya.


Pero también existe hay un puñado de organizaciones o “activistas”, como se hacen llamar, que han querido insistir durante años en autodenominarse de “izquierda” (pero que en realidad tienen un talante oportunista), que a cada paso que hemos dado han tratado de ponernos una zancadilla. Estos “activistas de izquierda”, que en realidad sirven como operadores políticos de los partidos burgueses de “izquierda” de manera consciente o producto de su indefinición o su anticomunismo, hacen llamados a la unidad, a la organización “independiente” es decir, a no formar parte de una organización estructurada, y con su discurso encaminan a la base trabajadora al voto por una u otra candidatura. También ellos han reaccionado como esperábamos. Desde el día 1 de haber hecho pública nuestra intención de participar electoralmente, han recibido con enojo nuestra decisión.


Sin embargo, el oportunismo, cual víbora, cambia de piel constantemente. En un primer momento, el ataque fue abierto, argumentando que la candidatura no era más que para favorecer a la “derecha”, quitándole votos a la “izquierda”, que la candidatura comunista era puramente simbólica y que no tenía ningún peso, que votar por nosotros era facilitar el triunfo de la reacción.


Sin renunciar a esa táctica, pero ahora de una manera más metódica, también han optado por evitar incluso no mencionar la existencia de la candidatura del PCM. A través de estos traidores a nuestra clase, la socialdemocracia quiere expresar que las alternativas en la elección de 2024 se dividen únicamente en dos campos: 1) la opción de la socialdemocracia (a la que, para guardar las apariencias, califican como “insuficiente” para resolver los problemas de la clase obrera, pero que es lo más a lo que ésta puede aspirar en este momento), expresada en la candidatura de Morena y que catalogan como “izquierda”; 2) la opción del PRI-PAN-PRD, cuyo triunfo sería perjudicial para la clase obrera, como si no lo fuera ya en este momento y como si no lo fuera a ser, también, con el triunfo de la socialdemocracia. Para el oportunismo, el asunto se reduce a “la opción mala y la peor”.


No valdría la pena aquí hablar del componente derrotista y pesimista, funcional siempre a la burguesía, que encierra esa burda clasificación[1]. Lo que llama la atención, es la desesperación de esta gente por evitar que la clase obrera conozca el Programa de nuestro Partido para las presentes elecciones.


¿A qué le temen los oportunistas al no querer hablar de nuestra candidatura? Para responder a esta pregunta, habría que relacionar la cuestión con los resultados del primer debate presidencial. Este debate resulto una victoria pírrica para la socialdemocracia. Es claro que la figura de los otros dos candidatos burgueses terminó por enterrarse con el debate, pero al mismo tiempo quedó en evidencia que la candidata Sheinbaum es la que mejor expresa las aspiraciones de continuidad de los monopolios y que sus propuestas no apuntan a transgredir en lo más mínimo la dictadura de la burguesía. Por el contrario, los mensajes de aumentar la represión y la explotación de la clase obrera fueron evidentes. Esa línea no se modificó en el segundo debate y no lo hará tampoco en el tercero.


Todo esto se da en un momento de ascenso, paulatino y gradual pero certero, de la candidatura del Partido Comunista. Desde que la campaña inició en febrero, se ha logrado dar a conocer el programa comunista a varias decenas de miles de trabajadores, que van comprendiendo que solo nuestras propuestas expresan los más grandes anhelos de emancipación de nuestra clase. Ante la clase obrera, el panorama electoral va tomando otra forma: ya no son 3 candidatos burgueses, con pocas diferencias entre sí y cuya victoria de cualquiera de ellos no significará una mejora en las condiciones de vida de las y los trabajadores; ahora solo hay 2 programas, el de la burguesía (no importa si se trata de la candidatura de Sheinbaum, Gálvez o Máynez) y el de la clase obrera, representado en la candidatura del Partido Comunista de México y expresado en la persona de Marco Vinicio Dávila Juárez.


Pero más allá de la opción electoral, como lo hemos mencionado antes, el objetivo es plantearle a la clase obrera que no tiene por qué seguir viviendo como vive y que hay posibilidades de destruir el actual modo de producción si se organiza y si se lo propone. Esto provoca terror entre la burguesía ante la posibilidad de un nuevo periodo de aumento de los niveles de insumisión, ya no de manera espontánea, sino organizada y en clave revolucionaria al tiempo que la estrategia de asustar a la clase con que un voto por el PCM es un voto nulo, no válido, etc., termina en el fracaso. Por lo tanto, los oportunistas, para no fallarle a sus amos, vuelven a movilizarse bajo esta nueva estrategia.

Así, el asunto de considerar como “simbólica” nuestra candidatura pasa a segundo plano. De hecho, ahora el miedo de los oportunistas se exacerba, justamente, por lo contrario. Se intensifica ante la perspectiva real de que, frente al descrédito de las opciones electorales de la burguesía entre la clase obrera, ésta decida no solo votar por el Partido Comunista de México, sino también prepararse bajo su guía en el siguiente periodo. Ahora no se trata de decir que un voto por los comunistas es un voto nulo, sino que ahora se trata de evitar mencionar la candidatura comunista a como dé lugar. Esta actitud de los oportunistas significa que han tomado partido de una manera más abierta. Mientras durante años atacaban a los comunistas con un argumento que, en su entender, podría no tener implicaciones a corto plazo (es decir, criticar que no participáramos en las elecciones), ahora, al no poder repetir el argumento, tienen que ajustar su fuego.


“Le hacen el juego a la derecha”, “hubieran presentado su candidatura antes y no ahora”, “su candidatura no tiene validez porque está fuera de la ley” fueron algunas de las palabras que nos lanzaron al inicio quienes se jactan de “rebeldes” o ser de “izquierda”. En otros momentos, al verse rebasados por nuestras posiciones avanzadas argumentan que el programa político y la plataforma de lucha del PCM son muy buenos pero utópicos porque “el pueblo no está preparado para esto” y nadie estaría de acuerdo con la expropiación. Como si los pueblos y la clase trabajadora no sufrieran todos los días en carne propia la explotación, el despojo y el robo descarado de sus recursos que les permitiera ver, en la propuesta de una Nueva Economía del PCM, el fin de su oprobiosa situación.


Más recientemente, han lanzado otro dardo con dedicatoria para nosotros el pasado 1 mayo, intentando de convencer a la base trabajadora de que el enemigo no es la burguesía, no son sus gestores en sus diferentes presentaciones, no son los explotadores, sino que somos los comunistas que llegamos con “malas vibras” por criticar abiertamente a la gestión socialdemócrata. Claro, todo eso mientras insisten en que aun somos “compañeros de lucha”. Pero como esa verborrea infantil cada día significa menos para el proletariado consciente, ahora el silencio es el mejor ataque.


Durante todo este tiempo, han sido ellos quienes, con su actuar, se han puesto en contra de la clase obrera. No es un tema de tibieza o de indefiniciones por parte de esta gente. Es lo contrario, es definirse, es tomar partido y mostrarse como lo que son: agentes funcionales y útiles al modo de producción actual, a la dictadura de la burguesía, a la explotación capitalista. No son en lo absoluto amigos de la clase obrera y no podrán serlo tampoco en un futuro. Pensemos por un momento: si en tiempos como los actuales, en los que aún permanecen resabios de democracia burguesa que permiten a la clase obrera presentar una candidatura y defenderla de forma más o menos libre, esta gente se comporta como ariete de la burguesía, ¿qué podemos esperar de ellos en momentos en los que la lucha de clases se va a recrudecer? ¡Con esos amigos, para qué queremos enemigos!


Por décadas han podido moverse y maniobrar para no descubrirse tal cual son ante las y los trabajadores. Ahora las condiciones los obligan a lo contrario. La clase obrera toma nota de todo ello. El proletariado no puede ser engañado para siempre frente a los que les ofrecen la mano izquierda mientras les clava un puñal por la espalda con la derecha.


Es muy probable que, independientemente del resultado electoral, la bancarrota de los oportunistas, que se ha venido dando desde hace aproximadamente 40 años, termine por hundirlos más en el desprecio de las y los trabajadores. El 1 de mayo declararon solemnemente que están “superándonos”, pero ese mismo día fue una muestra reciente de cómo, mientras ellos cada vez tienen menos influencia entre la clase obrera y, por el contrario, son un grupo en decadencia, el lazo que une a las y los trabajadores con el Partido Comunista de México se hace cada vez más sólido.


[1] El objetivo de los oportunistas de prestar un servicio a la socialdemocracia, a través de minimizar las candidaturas comunistas, se empalma con su manera particular de establecer “límites” a los alcances de la lucha, a cuyas razones hemos tratado de llegar a un primer acercamiento en el artículo La lucha del Partido Comunista contra el oportunismo. Consultar en: https://elcomunista.nuevaradio.org/la-lucha-del-partido-comunista-contra/

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