Por Manuel Mejía
Una de las grandes problemáticas que encontramos con el transporte público en Mérida, es justamente la deficiencia en las diversas rutas que hay. Entre estas, podemos destacar las siguientes:
1. Camiones sin mantenimiento, que ocasiona que estos transiten con problemas mecánicos que quedan varados a media ruta o incluso podemos encontrar en notas informativas donde las llantas se salen de su eje.
2. Las unidades están en pésimas condiciones por dentro, las ventanas parecieran que se van a caer, las sillas están rotas o no tienen, los botones para pedir parada no funcionan, por poner un ejemplo.
3. El tiempo de espera entre camiones en las colonias, barrios y fraccionamientos son elevados, ocasionando que tanto trabajadores como estudiantes y usuarios del transporte público en general, lleguen a su lugar de destino demasiado tarde.
Estas fallas han provocado accidentes, que van desde daños a otros vehículos e infraestructura pública hasta daños físicos a usuarios, por ejemplo; una llanta se desprende de su eje.
Estas problemáticas no son de hace tres o cuatro años, han sido una constante, y con el pasar de los años se agravan más y más. A pesar de que los usuarios se quejan constantemente sobre estas deficiencias, no existen soluciones por parte de los empresarios concesionarios de las rutas. Cuando hay campañas electorales una de sus promesas es mejorar el transporte público, esta problemática ha sido una estrategia por demás usada por los políticos, prometen mejorar el transporte en la cuidad, pero en la realidad, cuando ocupan un puesto se olvidan de todo.
Aunque las empresas de transporte público reciben un subsidio por parte del gobierno del estado, mismo que, podrían invertir no solo en las mejoras de las unidades, sino que también en aumentar los salarios de los trabajadores chóferes y mejorar las condiciones laborales de los mismos que ya de por sí, son pésimas. Sin embargo, dichos recursos se van a los bolsillos de los empresarios no solo quedándose con el subsidio sino de igual forma con la ganancia (plusvalía) que generan los trabajadores.
Sumado a estas problemáticas está la amenaza latente de subir los precios del pasaje (los boletos), que sería una afectación directa a los bolsillos de los trabajadores, estudiantes y sectores populares. Cuando suceden este tipo de aumentos los usuarios tienen un descontento elevado, ejemplo de ello ha sido la movilización de los estudiantes en el año 2018, donde se manifestaron en contra del aumento del precio de la tarifa del transporte y que lograron no solo que se detuviera el incremento, sino que bajara .50c, esto nos demuestra que la organización es de suma importancia ante los embates de los empresarios cuando buscan un aumento de sus ganancias a costa de la clase trabajadora. Esta muestra de organización nos debe servir de ejemplo para seguir luchando para lograr el mejoramiento de las unidades y la eficiencia del transporte público, demandas que solo lograremos estando organizados.
Ante los problemas ya mencionados el gobierno del estado se hace a oídos sordos porque justamente trabaja y gestiona los intereses de los empresarios en todo momento. En el caso del transporte público no es la excepción, aunque hagan promesas durante sus campañas electorales jamás le darán una solución real, no al menos bajo el sistema capitalista. Dicha solución se dará cuando el proletariado tenga en sus manos no solo el sistema del transporte público, sino que también las demás ramas productivas, porque como trabajadores sabemos cuáles son las necesidades reales y más en este tema en específico, porque día con día viajamos en las unidades.
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