Por: Carlos Parra.
Hace unos meses se anunció por parte de la empresa canadiense “Canadian Pacific Railway” que compraría a su similar norteamericana “Kansas City Southern” por un valor de 29,000 mdd, asegurando con ello la creación de la primera red ferroviaria con el objetivo de unir al norte del continente, a Canadá, Estados Unidos y México.
Esta nueva línea de ferrocarriles operará en alrededor de 32,186 kilómetros de vía, empleando cerca de 20 mil trabajadores y obreros. En virtud del tratado de libre comercio que estos tres socios comerciales poseen (el T-MEC) y en busca de exprimir al máximo las ganancias de este enorme bloque comercial, es que se anuncia este nuevo proyecto bajo el supuesto de generar una derrama económica para los tres países.
El nuevo sistema de ferrocarriles planea conectar los puertos del golfo de México y de las costas del pacifico y atlántico y con ello dinamizar la comercialización internacional buscando nuevos mercados. Se busca conectar al 90 % de las plantas de ensamblaje en México como la Kia, BMW, Fiat, Honda, GM, etc. generando consigo una línea directa entre las fábricas de ensamble y las de distribución con sede en EE. UU.
De la forma en que para los monopolios nacionales se traducirá en una cuantiosa derrama económica la construcción del tren maya, es que, de la misma manera esta nueva línea trinacional planea dinamizar la acumulación de capital para los monopolios, facilitando la integración económica y reduciendo los costos de logística y transporte para los capitalistas regionales.
Esta no sería la primera vez que surge la iniciativa de un proyecto ferroviario que busque conectar a los tres países que componen al T-MEC, en diciembre del año pasado las firmas National Standard Finance y Caxxor Group anunciaron, su intereses en desarrollar el “Corredor Logístico e Industrial T-MEC” que consistirá en la construcción de un nuevo puerto comercial en Mazatlán y la rehabilitación de 167 kilómetros de vía férrea (de ferrocarriles mexicanos), con el fin de dinamizar el sector exportador del norte del país con una red ferroviaria que conecte el norte de México, en Durango y Monterrey, pasando con conexiones en Kansas City, Chicago y llegando al centro logístico de Winnipeg, en Canadá.
En pleno siglo XXI, el invento del ferrocarril demuestra una vez más que es una de las herramientas preferidas por los capitalistas, por su facilidad de transporte de mercancías y mano de obra, sus precios reducidos haciendo de ella una alternativa económica en materia de transporte, y su capacidad de mover grandes cantidades de materias primas, para dinamizar las fuerzas productivas en una región del país o de un continente y con ello acrecentar la explotación y la extracción de plusvalía.
La reafirmación del T-MEC es la continuación de las políticas capitalistas en la que México está inmerso, responde a la necesidad de los capitalistas nacionales y regionales de afianzar su explotación y con ello la pauperización de la clase obrera de esta zona del continente, la importancia de esta nueva línea de ferrocarriles se traduce en la necesidad de acrecentar sus ganancias a costa de los trabajadores mexicanos, canadienses y estadounidenses, que recibirán migajas en comparación a los grandes beneficios que recibirán los monopolios regionales.
No cabe duda de que las pugnas inter-burguesas existentes entre los monopolios de los ferrocarriles de la región, encontraran la forma de limar sus asperezas y unirse para sacarle el mayor beneficio de esta nueva red de ferrocarriles trinacional y quizá en un par de años se busque unificarla con el proyecto del corredor interoceánico y el tren maya, con el fin de consolidar la explotación capitalista de esta región del continente.
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