Estalla la rabia popular en Tzucacab: el pueblo contra la impunidad del Estado

Por: Camarada Emelianenko.

Tzucacab, Yucatán. — La indignación contenida durante años en el sur del estado estalló la noche del 21 de agosto: el Palacio Municipal de Tzucacab fue incendiado y saqueado por vecinos furiosos, luego de que Ángel Alejandro C.C., un joven de la localidad, apareciera muerto dentro de una celda municipal bajo circunstancias aún sin esclarecerse.

La versión oficial apunta a un supuesto suicidio por ahorcamiento, pero familiares y vecinos rechazan categóricamente esa explicación. La viuda de Ángel asegura que jamás fue notificada de su detención, y la familia denuncia que nunca les permitieron ver el cuerpo, mientras que la policía municipal sostiene que el joven había sido detenido por una falta administrativa inexistente en los registros.

Ante las inconsistencias y el hermetismo de las autoridades, la rabia popular se desbordó: decenas de pobladores se lanzaron contra el ayuntamiento, la intención era reducir a cenizas el Palacio Municipal y también destruyeron vehículos oficiales, mientras el presidente municipal, Erick Ku Caamal, escapaba cobardemente por la puerta trasera del edificio. Enardecidos, algunos vecinos incluso advirtieron que llevarían el fuego a la casa del alcalde.

El caso revive viejas heridas en Yucatán. Desde el linchamiento de Tekit en enero de este año, donde incluso la ONU emitió un comunicado, hasta el mediático asesinato de José Eduardo Ravelo en 2021. Los hechos en Tzucacab ponen en el centro del debate una crisis de confianza en las instituciones de seguridad y justicia, cada vez más señaladas por corrupción, impunidad e incapacidad para garantizar los derechos ciudadanos.

La reacción del pueblo —incendiar el Palacio Municipal y exigir justicia— no es simple violencia, es el grito desesperado de una comunidad cansada de la impunidad y el desprecio de quienes gobiernan.

Hoy, Tzucacab no solo reclama justicia para Ángel, sino que expone el profundo hartazgo de comunidades yucatecas enteras que ya no creen en sus autoridades. Lo ocurrido anoche es apenas el inicio de una confrontación que amenaza con extenderse más allá de las fronteras municipales.