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Fantasías burguesas: “El pobre es pobre porque quiere”



Por Emiliano Zepeda


¿Cuántas veces no hemos escuchado a lo largo de nuestra vida esta típica oración que echa la culpa de la pobreza sobre los mismos pobres? La realidad es que, si bien muchas veces no de manera explícita, este comentario es transmitido por la burguesía y sus diversos medios de difusión hacia todas las clases de la sociedad, entre ellos el proletariado.


Sin embargo, ¿tiene sustento este comentario? Si lo analizamos detenidamente, nos percataremos que en realidad lo que quiere dar a entender es que la pobreza como problema social es provocada por una pobreza mental, es el equivalente a decir que, si un individuo piensa como pobre, se quedará pobre, que el problema no está en el sistema ni en la explotación, sino en la mente del pobre, porque él quiere y decide ser pobre.


Pero esto no tiene sustento alguno ya que, ¿cómo se explicaría entonces el hecho de que muchas personas en pobreza extrema hayan tenido ideas brillantes, pero son derrotadas por los grandes monopolios tanto en precio, calidad, productividad, acaparamiento de mercado, publicidad, etc… a tal punto que terminan quebrando o muchas veces ni siquiera logran salir ni por un segundo de la pobreza? O peor aún, bajo ese punto de vista de que el pobre es pobre porque quiere, ¿cómo se explicaría el hecho de que un trabajador de cualquier rama productiva, aunque trabaje doble turno, aunque se la pase de sol a sol en el trabajo o incluso tenga que realizar varios trabajos, no logre salir de la pobreza?


Bajo este punto de vista no podremos dar respuesta a estas y otras interrogantes, ya que el tema de la pobreza, tal cual como se refleja en la realidad como problema social, no es un problema meramente mental o psicológico, sino un problema causado por las relaciones de producción de las épocas históricas en las que se produce a condición de la explotación del hombre por el hombre, relaciones de explotación que se potencializan bajo el capitalismo.


A diferencia de lo que dice la burguesía, el pobre no es pobre porque así lo quiera, sino porque el mismo funcionamiento del sistema capitalista se basa en la apropiación del trabajo de la clase obrera por una clase que no trabaja, la burguesía, orillando a la primera a caer en la pobreza.


Esto se verá mejor con algunos ejemplos. Imaginemos que un trabajador con un salario miserable y que apenas le alcanza para comer y pagar la renta, decide trabajar doble jornada (16hrs) para así recibir un poco más de remuneración. Sin embargo, como su salario es tan precario, si bien al trabajar doble jornada logra sobrevivir un poco mejor, se desgasta físicamente más, no logra salir de la pobreza como tal y produce más ganancias para el dueño de la empresa ya que éste, mientras más bajos salarios brinde, más ganancias obtendrá a costa de la explotación y precarización del trabajador.


Pero el trabajador de nuestro ejemplo lo piensa y por fin se decide, logra inventar un producto revolucionario que si logra producir y vender como mercancía podría ser un éxito y podría convertirse en un gran empresario, un “emprendedor” como se dice en nuestros días, por lo que tras mucho esfuerzo y desveladas logra, con métodos artesanales, producirlo. Sin embargo, al salir al mercado laboral para poner en venta su producto se topa con las regulaciones y trabas legales, pensadas para beneficio únicamente de la burguesía (permisos, trámites, multas, registros, etc.) cuyas soluciones implican un enorme gasto de tiempo y dinero que, desde luego, nuestro trabajador no tiene. Bajo esas circunstancias, en las cuales queda imposibilitado a poder sobrevivir a base de su invento, se ve obligado a continuar siendo un asalariado, aunque este hecho por sí mismo no le hace desistir de su sueño.


Supongamos que, tras varios meses, logra superar estas trabas legales y consigue establecerse en un local donde vender su mercancía. En un principio las ventas son buenas por lo que nuestro trabajador se ilusiona con por fin salir de la pobreza en la que ha vivido toda su vida y convertirse en un gran empresario. Sin embargo, más temprano que tarde una gran empresa se percata del éxito de este producto y decide imitarlo y mejorarlo, por lo que, aunado a una mayor inversión y capacidad monetaria, aparecen muchas tiendas de esta gran empresa que venden los mismos productos pero mejorados, más baratos, son más visibles en la publicidad y hay más sitios en donde encontrarlos, por lo que nuestro pequeño trabajador, al no poder competir con tal monopolio, pierde contra ella y termina quebrando, por lo que no le queda otra opción más que volver a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir.


Desde luego que el ejemplo que hemos presentado se trata de un caso hipotético, ya que la realidad indica que la clase trabajadora no tiene los medios suficientes ni el capital necesario para crear “grandes inventos”. Bajo el capitalismo, generalmente esas grandes hazañas quedan restringidas únicamente para la burguesía, los monopolios y los intelectuales y científicos a su cargo, el acceso a la ciencia, la tecnología y la educación no se encuentran al alcance de las y los trabajadores. Sin embargo, incluso si así fuese, con los ejemplos demostrados queda en evidencia que, tarde o temprano, las propias relaciones de producción y la naturaleza del capitalismo terminan por devorar cualquier intento de sobresalir por iniciativa individual de la clase obrera.


Son las condiciones materiales, en este caso el mismo funcionamiento del capitalismo, las que obligan a millones de personas a ser pobres, aunque éstas no quieran. Por lo tanto, el pobre no es pobre porque quiere, lo es porque el sistema capitalista así lo establece para que una minoría burguesa acumule más y más ganancias, y la única forma de erradicar este mal no es “dejando de pensar como pobre”. La burguesía construye el mito de que todo está en nuestra mente, en nuestra forma de pensar, en los límites que nosotros mismos nos ponemos, ya que de esta forma buscan apartar del camino revolucionario a los millones de trabajadores que cada vez están más precarizados y no ven otra salida ante tal pésima situación.


Por lo tanto, dicha explicación de la pobreza no solo es idealista, sino que también es reaccionaria porque inhibe el ímpetu revolucionario de las masas. Nosotros decimos que la única solución posible para que la pobreza deje de existir es erradicando al sistema que lo provoca, el capitalismo, y construir un modo de producción distinto, el socialismo-comunismo.

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