Por: Emiliano Zepeda.
En esta nueva serie de artículos denominada “Fantasías burguesas” analizaremos y desmentiremos algunas de las teorías, opiniones y puntos de vista que la burguesía, sea de manera directa o a través de sus servidores en la política o los medios de comunicación, repite hasta el cansancio con tal de hacer parecer al modo de producción capitalista como algo perfecto y de pasada desprestigiar al comunismo.
En esta primera entrega analizaremos algo que sin duda todos hemos escuchado, el típico “Todos podemos ser capitalistas” o frases parecidas tales como “Si todos se esforzaran, todos serían empresarios”.
Estas frases son usadas a diario por la burguesía para adoctrinar y adormecer a la clase trabajadora, por ende, es deber de los comunistas desmentir estas falacias para que nuestros hermanos de clase no caigan en ellas.
Vayamos por partes, ¿qué es un capitalista?, un capitalista es aquella persona que tiene como propiedad privada medios de producción (fábricas, centros logísticos/productivos, infraestructura para producir alguna mercancía determinada, etc…). Aparte de tener medios de producción, debe tener bajo su mando a un número determinado de trabajadores, es decir, personas que no tienen medios de producción y lo único que tienen para vender es su fuerza de trabajo. Para que un capitalista viva, debe poner a sus trabajadores a producir mercancías para que, de todo el valor que generan, solo les pague una parte (salario) y la otra que no les paga (plusvalía) se la apropie al vender las mercancías en el mercado.
En resumen y sin temor a equivocarnos, para ser un capitalista se debe tener propiedad privada de los medios de producción y a obreros bajo tu mando para que, sin necesidad de trabajar tú mismo, vivas del trabajo ajeno de tus obreros.
Sabiendo esto, imaginemos un escenario hipotético, imaginemos que todas las personas en el mundo tenemos nuestros medios de producción, todos tenemos fábricas, industrias, etc… Y queremos contratar trabajadores para ponerlos a trabajar para nosotros y así ser capitalistas en el sentido estricto de la palabra.
Sin embargo, hay un problema, ¿A quién vamos a contratar si todos tienen medios de producción y nadie está dispuesto a dejarlos para ponerse a trabajar para alguien más?, ¿A quién contrataremos si no hay nadie de clase trabajadora?, ¿Quién producirá las mercancías?, ¿Cómo podremos ser capitalistas si tenemos medios de producción, pero no empleados?
Unos podrán decir que basta con que se pongan a trabajar para sí mismos y con eso se soluciona el problema, sin embargo, 2 cuestiones rompen con esta falsa solución:
1.- Una sola persona es imposible que pueda poner en marcha una fábrica o centro industrial diseñado para que funcione con el trabajo coordinado y cooperativo de cientos y/o miles de trabajadores.
2.- Para ser capitalista se necesita vivir del trabajo de tus empleados, por tanto, si trabajas para ti mismo entonces no eres ningún capitalista.
Otros podrán decir que no faltará alguien que regale sus medios de producción y voluntariamente se convierta en empleado, sin embargo, hay 2 cuestiones que nuevamente rompen con esta falsa solución:
1.- Por más que una sola persona voluntariamente deje sus medios de producción y se convierta en empleado de alguien, sigue siendo imposible que 1 sola persona pueda poner en marcha una fábrica o centro industrial diseñado para funcionar con el trabajo coordinado y cooperativo de cientos y/o miles de trabajadores.
2.- Aunque fueran miles de personas las que voluntariamente dejen sus medios de producción y se conviertan en empleados con tal de hacer funcionar las fábricas y centros industriales, no todos serían capitalistas, solo unos pocos lograrían serlo ya que vivirían del trabajo de estas personas que voluntariamente dejaron sus medios de producción y se convirtieron en empleados.
De igual forma es necesario desmentir algo sutil pero de suma importancia, el hecho de que unos sean proletarios y otros sean capitalistas no es para nada una cuestión de voluntad propia, ya que el mismo desarrollo del capitalismo con sus contradicciones (contradicción de las fuerzas productivas con las relaciones de producción, lo que ocasiona, por ejemplo, crisis de superproducción periódicas y que el capital se vaya centralizando cada vez más en pocas manos) acentúa cada vez más el fenómeno que Marx denominó como proletarización. Y como bien dicta la dialéctica, todo, absolutamente todo, va engendrando su contrario, y el capitalismo no es la excepción.
La naturaleza del capitalismo y su dinámica no es una cuestión de voluntades individuales, el capitalismo no va a ser derrocado por el fantasioso hecho de que los capitalistas renuncien a ser capitalistas. Tampoco con encerrarse en una burbuja y plantear la llamada “autogestión”, como “forma de hacer frente al capitalismo”. La única forma en que la voluntad juegue un papel determinante en el derrocamiento del capitalismo es que la suma de ellas fortalezca a la clase sepulturera del capitalismo y engrosando las filas del Partido Comunista.
Como vemos, la fantasía burguesa de que “Todos podemos ser capitalistas” es completamente imposible y falsa, para que unos sean capitalistas, otros deberán ser trabajadores. Y mientras existan capitalistas, los trabajadores serán explotados (bajos salarios, jornadas laborales extensas, etc…) ya que de esta manera los capitalistas aumentan sus ganancias.
Fantasías como éstas son repetidas por la burguesía para hacer creer a la clase trabajadora que el capitalismo es el mejor modo de producción, pero como vimos, no hace falta más que un breve análisis para desmentirlas y destruirlas.
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