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Foto del escritorchaksaastal

Kekén crece a sangre y lodo en la península de Yucatán

Por Aidé Carrillo


Mes con mes se publican notas periodísticas acerca de la inconformidad de la población Yucateca que se ve afectada por la empresa Kekén. Estas notas informan desde quejas por el ruido, hedor, explotación laboral, precarización salarial, hasta engaños a la población a través de los consultorios médicos de los que Kekén hace uso para ocultar las afectaciones que lleva a cabo en contra de la población local, todo esto en lo que va del mes de junio.


En el poblado de San Antonio Chel, del municipio de Hunucmá, los pobladores han manifestado quejas debido a que el ruido de la procesadora instalada a menos de 100 metros de las viviendas les impide descansar por las noches debido a que funciona las 24 horas. El comisario de la comunidad manifiesta haberse comunicado con los directivos de la empresa Kekén ubicados en la comunidad para manifestarles la inconformidad que genera el ruido entre los habitantes. Sin embargo, los directivos le adjudican el problema al viento que lleva el ruido a la comunidad sin la más mínima muestra de querer resolver el problema, dejando la responsabilidad al clima. Una habitante manifestó que no fueron advertidos de los perjuicios que significaría la construcción de la procesadora en su comunidad ni en cómo les iba a afectar, antes de que la construyeran, debido a eso no se opusieron. Sin embargo, ahora su funcionamiento no les deja descansar.[1]


Mientras que en la comunidad de Kanachén, Maxcanú, los pobladores manifiestan que solo una pequeña parte de la población trabaja en la granja debido a que no tienen prestaciones laborales ni un contrato que garantice sus derechos como trabajadores, cosa que aprovechan los administradores de la misma para hacerlos trabajar sin descanso por un salario precario de $1200 semanales. Además, señalan que en caso de enfermedad no pueden asistir al médico pues si lo hacen se arriesgan a que les descuenten un día de trabajo lo cual afectaría su ya de por sí bajísimo salario.[2]


En San Fernando, otra comisaría del municipio de Maxcanú, los pobladores han señalado molestias debido al hedor que inunda a toda la comunidad proveniente de la granja. Se ha señalado que no fueron avisados, mucho menos consultados, de la construcción de la granja que se encuentra a menos de dos kilómetros de distancia. Este problema empeora cuando llueve ya que el hedor se vuelve insoportable, según señala una pobladora. También se señala que la empresa a pesar de estar registrada como Agroindustrias Moba S.P.R. de R.L. de C.V. pertenece al monopolio de Kekén.[3]


En el mismo municipio se registraron quejas de pobladores que señalaron que al acudir a consultas a los Centros de Atención Médica, que la empresa ha construido para ponerse la máscara de Empresa Socialmente Responsable, les hacían firmar hojas en blanco mismas que servían para ocultar el hecho de que no se llevó a cabo una consulta antes de construir la granja y tampoco se tenían los estudios de impacto ambiental. La empresa se aprovechó de una necesidad de la población al dar las consultas gratuitas, lucrando a costa de un derecho que debería ser garantizado por el Estado.[4]


Otra de las denuncias públicas que se han hecho es que Kekén promueve pequeños criaderos de cerdos para evitar las exigencias por impacto ambiental. Promueve un modelo de negocios en los que incentiva la cría de cerdos por parte de pobladores cercanos a sus megagranjas. Les provee de créditos para infraestructura y para que constituyan una sociedad productiva, y una vez que los productores han construido el espacio para el criadero les provee de cerdos, medicinas y acompañamiento. Luego recoge a los cerdos para su venta. De esta manera Kekén controla el mercado de producción de carne y asegura su monopolio.[5]


Los perjuicios que deja Kekén a su paso se van sumando y las quejas de la población parece que llegan a oídos sordos, pues a pesar que tanto la Profepa como otras dependencias del Estado han sancionado al monopolio, ninguna de estas sanciones parece surtir efecto en la reparación de los daños o siquiera la intención de atender las quejas. La destrucción ambiental, la afectación al derecho de la infancia a crecer en un medio ambiente sano, el derecho a la salud y a un trabajo digno parecen ser los peldaños que a Kekén no le importa pisar con tal de posicionarse como el monopolio de carne a nivel internacional. Es necesario que las trabajadoras y los trabajadores empecemos a ver todas estas afectaciones como consecuencia de una única fuente y organizarnos para evitar más daños a nuestra costa.



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