Por Cristóbal León Campos
La situación económica en el mundo se agudiza a pesar de que los indicadores oficiales gubernamentales y de los grandes monopolios echen campanas al vuelo, la realidad es que la crisis sistémica capitalista va compenetrando la vida cotidiana cada vez más, y genera expresiones de confrontación en diferentes sectores de la población, un ejemplo, es el alza del costo del gas, la tortilla y demás artículos indispensables para la canasta básica, la pretensión de regulación del precio del gas por parte del gobierno federal fijando un tope para todo el país, propició que grupos representantes de los monopolios gaseros salieran a rebatir la medida y quisieran provocar un paro de trabajadores, acusando a la federación de dañar el ingreso de los obreros y obreras por dicha medida, pero la realidad es más compleja, pues la intensión de las grandes empresas que controlan la producción y comercialización es justificarse con la ya desgastada y fallida “oferta y demanda”, lo cual únicamente beneficia a ellos en detrimento incluso de otras empresas y desde luego, de la clase trabajadora y los sectores populares quienes reciente directamente el incremento en los costos. Este es un burdo señalamiento que se incrusta en la confrontación inter-burguesa y sus fracciones políticas.
Han surgido otras expresiones de confrontación que incrementan la agudización de las contradicciones del sistema capitalista, que además y dicho sea de paso, son las razones verdaderas de la crisis económica global que afrontamos y no la pandemia, pues el Covid-19 llegó solamente a dejar a la luz esas ya existentes laceraciones, la precarización de la vida de millones de seres humanos en el mundo, responde a la contradicción entre capital y trabajo, algo demostrado por Carlos Marx en diversos escritos, y que en estos momentos de aguda realidad, se ha podido observar cuando ha acontecido la suspensión laboral de algunos de los sectores productivos, ya que el verdadero origen de la acumulación radica en el trabajo, es decir, en la producción.
El empobrecimiento y el desempleo creciente son síntomas profundos de este nuevo ciclo de contracciones capitalistas, que, por otra parte, no solamente acrecienta el ejército de reserva de la mano de obra, sino que acelera la proletarización y el despojo por sus nuevos rostros extractivistas. No se necesita ir muy lejos para comprobar lo dicho, pues en las comunidades del sureste como del resto del país, el despojo desarticula comunidades enteras y obliga al desplazamiento, junto a la búsqueda de nuevas formas de vida, por ello el incremento de la migración interna de lo rural a lo urbano, en donde los trabajos de hambre son el único aliciente para quien pretenda subsistir. Esto genera una aguda contradicción que se expresa en las luchas y reivindicaciones sociales.
En este complejo marco general, se reflejan las confrontaciones partidistas que se reacomodan tras las recientes elecciones, pronto comenzará el nuevo periodo de gobierno y los intereses capitalistas acomodan sus fuerzas, cada grupo jala agua para su molino sin velar por la situación del proletariado y los sectores populares, tal y como en la campaña fue notoria la ausencia de propuestas sustanciales para mejor la vida, el trabajo, los salarios, la salud y demás necesidades humanas, ahora queda claro que las disputas por los precios y materias primas son únicamente confrontaciones alejadas del pueblo y sí favorables a los monopolios y sus aliados políticos.
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