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La clase obrera bajo el agua después de los ciclones

Actualizado: 4 feb 2021

Por Chak Sáastal

Durante este año, tormentas tropicales y huracanes han golpeado Yucatán y han causado

estragos devastadores tanto en el campo como en la ciudad. En las comunidades mayas,

las inundaciones causan pérdidas de cosechas, animales de crianza y en la

infraestructura de las viviendas. En Mérida, el contraste entre la magnitud de las

afectaciones es particularmente visible. En el norte de la ciudad, son algunas plazas

comerciales las que quedan bajo el agua. Por otro lado, en las colonias y comisarías del

sur, lugar de concentración de la clase obrera y los sectores populares, ocurre lo propio,

pero con las viviendas.


Por desgracia, las inundaciones no solo ocurren cuando llega un huracán, sino

prácticamente siempre que llueve, ya que en aquellas zonas no existe una adecuada

infraestructura de alcantarillado, por lo que el agua se acumula en niveles sumamente

elevados. Aquellos que pierden sus casas temporal o permanentemente, tienen que

trasladarse con sus vecinos que no sufrieron tantos daños, lo que ocasiona que en una

sola casa la habiten temporalmente hasta 8 o 9 personas. Por su puesto que nada de esto

es algo que conozca la clase burguesa que puede pasar las tormentas y huracanes con

todas las comodidades disponibles.


Mientras que las plazas que resultaron afectadas cuentan con todos los medios para

recuperarse del golpe al estar aseguradas e incluso contar con los incentivos estatales

para su pronta reactivación, no podemos decir lo mismo de la clase obrera que vio, en un

abrir y cerrar de ojos, perder una parte o la totalidad de su patrimonio que adquirió con

mucho esfuerzo. Para la clase trabajadora no hay ningún apoyo, ya que el gobierno

socialdemócrata de la 4T ha decidido eliminar el fideicomiso para el Fondo Nacional para

Desastres Naturales (FONDEN), reduciendo así el presupuesto para atender a la

población ante los fenómenos naturales.


Incluso en situaciones de desastre, el Estado vela por la clase a la que sirve, en este caso

a la burguesía, a la clase capitalista. El capitalismo no tiene como prioridad proporcionar

viviendas dignas ni servicios de alcantarillado eficientes para evitarle calamidades a la

clase obrera. En lugar de ello, lo que se puede esperar que se haga con los 26 millones

de pesos que están destinados a “reparar los daños” es que se utilicen para reparar las

plazas comerciales y alguno que otro fraccionamiento dañado por las inundaciones. El

cómo le hará la clase trabajadora para sobreponerse al golpe, es un problema que al

estado no le interesa.


Es importante mencionar que la sociedad actual cuenta con la tecnología necesaria para

resolver los problemas de vivienda y crear la infraestructura necesaria para mitigar los

riesgos por el impacto de fenómenos hidrometerológicos. El problema es que la

construcción de viviendas se encuentra concentrada en las manos de una sola clase, la

burguesía, quienes además las venden en precios exorbitantes que muchas veces no la

clase trabajadora paga por décadas o no tienen acceso a ella.


Es necesaria la expropiación de la vivienda por parte de la clase trabajadora para

planificar el crecimiento urbano de acuerdo a las necesidades de las y los trabajadores y así evitar que los fenómenos naturales alteren de manera tan negativa la calidad de la

mayoría de la población. Esto no es un sueño, ni una utopía, puede materializarse con la

revolución socialista, con la construcción del socialismo-comunismo.



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