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La disciplina como pilar de la lucha por el socialismo-comunismo

Por Roberto Grajales


En las condiciones actuales del capitalismo, donde el imperialismo busca consolidar su dominio y perpetuar la explotación, el fortalecimiento de la disciplina militante se convierte en una necesidad histórica. La lucha por el socialismo-comunismo requiere una organización sólida, cohesionada y preparada para enfrentar los retos de un sistema que constantemente intenta dividir y desmovilizar a las fuerzas del proletariado y sectores populares. En este contexto, la disciplina no es una imposición externa, sino una expresión consciente del compromiso con la lucha revolucionaria.


Lenin definió la disciplina como una condición indispensable para que un partido pueda asumir su papel de vanguardia. Esta disciplina no solo implica cumplir con las tareas y objetivos designados por la dirección del partido, sino también interiorizar los principios del marxismo-leninismo, poniendo el bien colectivo por encima de los intereses individuales. En una sociedad dominada por la ideología burguesa, que exalta el individualismo y la competencia, la disciplina comunista se erige como una herramienta que permite a los militantes superar las contradicciones internas y colocar sus fuerzas en la lucha por el socialismo comunismo.


Para Lenin, asumir esta tarea implica trabajar en tres dimensiones: la construcción de una dirección unificada, la formación de cuadros capaces de asumir responsabilidades estratégicas y el fortalecimiento de la moral comunista. Cada uno de estos elementos es parte de una estrategia integral que no solo busca responder a las necesidades inmediatas de la lucha de clases, sino también preparar las condiciones para un cambio revolucionario de la estructura de la sociedad en beneficio del proletariado.


El triunfo de los bolcheviques: lecciones de disciplina comunista

El triunfo de los bolcheviques en la Revolución de octubre de 1917 es una lección histórica que destaca la centralidad de la disciplina en la lucha revolucionaria. Este evento no fue un producto de la casualidad ni de la espontaneidad, sino el resultado de una organización rigurosa que supo adaptarse a las condiciones más adversas, aprovechando cada oportunidad para consolidar su influencia entre las masas trabajadoras. Según Lenin, sin la disciplina férrea del Partido Bolchevique, el movimiento no habría resistido ni siquiera unos meses frente a la burguesía y las fuerzas imperialistas.


La disciplina bolchevique no se limitó a garantizar la cohesión interna del partido, sino que también permitió articular las demandas inmediatas del proletariado con una estrategia de largo plazo. Lenin enfatizó que la victoria sobre la burguesía exige “una guerra prolongada, tenaz y desesperada” que demanda “serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única”. Esta disciplina partidaria permitió superar las divisiones internas y externas, unificando a trabajadores, campesinos y sectores populares bajo una dirección común que hizo posible la toma del poder, bajo la dirección del Partido Comunista Bolchevique.


Lenin insistió en que un partido revolucionario debe estar compuesto por revolucionarios profesionales que asuman su militancia como una tarea integral, que combine el compromiso ideológico con la capacidad organizativa. La preparación de estos cuadros no solo fortaleció al Partido Comunista Bolchevique, sino que también le permitió resistir las embestidas de la burguesía, garantizar la movilización de las masas y sentar las bases de la construcción de la dictadura del proletariado en los años posteriores.


Moral comunista y disciplina

En el ¿Qué hacer?, Lenin destacó que los militantes deben ser formados como cuadros profesionales, capaces de asumir responsabilidades estratégicas y adaptarse a las condiciones cambiantes de la lucha de clases. Esta formación no solo fortalece la capacidad organizativa del partido, sino que también promueve la renovación constante de su liderazgo. De ahí que hay que prestar importante atención a la militancia más joven, inculcando en ella la más alta moral y ética comunistas.


Para Lenin, la moral comunista está inseparablemente ligada a la disciplina y la unidad de acción. En su discurso Tareas de las Juventudes Comunistas, Lenin planteó que “toda la moral reside en esta disciplina solidaria y unida y en esta lucha concluyente de las masas contra los explotadores”. Este concepto implica que los principios éticos no son abstractos ni individuales, sino que se concretan en el compromiso colectivo y en la disposición a sacrificar intereses personales en favor de los objetivos de la lucha por el socialismo-comunismo. Para Lenin, este sacrificio no es un acto de sumisión, sino una expresión consciente del compromiso revolucionario.


La moral comunista, según Lenin, debe ser inculcada desde temprana edad, especialmente en las juventudes comunistas, que tienen la responsabilidad de garantizar la continuidad de la lucha revolucionaria. Lenin subrayó que es necesario educar a las nuevas generaciones en “el trabajo consciente y disciplinado”, preparándolas no solo para enfrentar las tareas inmediatas del partido, sino también para asumir roles de liderazgo en la construcción de una sociedad socialista. Los militantes con más experiencia tienen una gran responsabilidad en este aspecto, pues deben ser ellos los primeros en poner el ejemplo de lo que es la moral comunista ante los militantes más jóvenes o recién llegados a las filas. Este enfoque ético es fundamental para contrarrestar la influencia de la ideología burguesa, que promueve el individualismo, la competencia y la indiferencia hacia las necesidades colectivas a través de sus teorías posmodernas.


En este sentido, la moral comunista se convierte en un principio que guía la acción de las y los militantes, pues no solo inspira confianza entre las masas trabajadoras hacia el Partido, sino que también refuerza la cohesión interna entre los militantes del Partido y la confianza mutua entre ellos, los cuales pueden tener la certeza de que sus camaradas serían capaces de dar la vida por el que está a su lado. Asumir este principio implica no solo formarse como militante comprometido con los ideales del comunismo, sino también poner todos los esfuerzos humanos en construir una organización que encarne los valores de solidaridad, unidad y responsabilidad colectiva.


A su vez, la moral comunista, trasladada a la conciencia de las masas, también es capaz de empujar a éstas a la consecución de grandes proezas. Un ejemplo de ello fue el movimiento stajanovista en la URSS, que demuestra que la moral comunista del Partido de la clase obrera, disciplinada, abnegada y dispuesta a cualquier sacrificio, inspira al resto de la clase a seguir su ejemplo. El Partido Comunista no solo es el Estado Mayor de la clase obrera hacia la toma del Poder, sino que también es el principal dirigente de la sociedad en la construcción del socialismo-comunismo. Por lo tanto, la moral y la disciplina al interior de las filas del Partido terminará reflejándose en el resto del proletariado en la tarea de la edificación socialista.


La importancia de la disciplina militante

La disciplina militante y la disciplina partidaria son elementos complementarios que aseguran la eficacia y la cohesión del Partido Comunista. Mientras que la disciplina militante se expresa en el compromiso individual de cada militante con las tareas asignadas, la disciplina partidaria garantiza que estas acciones individuales se coordinen en una estrategia coherente. Lenin planteó que esta interacción es fundamental para construir un partido sólido, capaz de liderar al proletariado en su lucha contra la burguesía.


Las enseñanzas de Lenin y los bolcheviques deben invitarnos a reflexionar: ¿Qué grado de compromiso tenemos con la causa del proletariado? ¿Cuál es nuestro nivel de disciplina? Esta reflexión nos debe llevar a fortalecer nuestra moral revolucionaria, nuestra disciplina militante y fortalecer la disciplina del Partido Comunista de México, quien dirigirá a las masas proletarias y de los sectores populares a derrotar a la burguesía.


El análisis histórico y teórico de Lenin demuestra que la disciplina es un principio esencial para la construcción de un Partido Comunista y para el éxito de la lucha por el socialismo-comunismo. La experiencia del bolchevismo y las reflexiones de Lenin subrayan que la disciplina no es un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar la unidad de acción, la cohesión interna y la eficacia estratégica del partido.


Solo a través de una disciplina férrea, basada en la solidaridad, la unidad y el compromiso colectivo, será posible avanzar hacia una sociedad socialista. Lenin nos legó una guía ética y política para esta tarea, que hoy debe ser asumida con firmeza y determinación por nuestros militantes en la lucha por el socialismo-comunismo.

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