Por: Carlos Suárez.
La explotación de unos humanos a otros lleva miles de años de existencia. Desde entonces, ha existido por todas partes una minoría de explotadores y una mayoría de explotados. Desde que existe la explotación existe la lucha contra la explotación. Las masas explotadas, empobrecidas, se alzaron en armas infinidad de veces para acabar con sus explotadores. Desde la rebelión de esclavos liderada por Espartaco en la antigua Roma, hasta la toma de París por obreros y campesinos en 1871, pasando por las explosiones de insurrección campesina en toda la Edad Media en Europa y Asia, y las rebeliones indígenas en América Latina durante toda la época colonial.
Sin embargo, ninguna de esas insurrecciones tuvo la posibilidad de erradicar a los explotadores y arrebatarles el poder para dirigir la sociedad. Todas esas rebeliones fueron cruelmente aplastadas. Esas luchas dejaron tras de sí millones de muertos, mutilados, torturados de las clases explotadas. Cuanto más decidida y encarnizada fue su lucha, peores fueron los escarmientos impuestos por los explotadores. A pesar de ser los explotados numéricamente superiores, no fueron capaces de derrotar las armas, las técnicas y las estrategias de los explotadores. Ciertamente, tampoco alcanzaban a dimensionar todo lo que ameritaba ponerle fin a su situación. No contaban con el conocimiento científico y con la teoría que hiciera posible su triunfo.
Sin embargo, cada una de esas batallas dejó invaluables aprendizajes y herramientas para las clases explotadas. Esta historia de derrotas de los explotados quedó atrás con el triunfo de la Revolución socialista de 1917 en Rusia, en la que el pueblo campesino y obrero destruyó el Estado burgués y lo sustituyó por un cuerpo organizado y estructurado de organismos populares llamado soviets. Ya el pueblo trabajador contaba entonces con el arma teórica del marxismo y con la guía de Lenin. Después de ella, otras revoluciones socialistas alcanzarían el mismo logro. En esos países comenzó a construirse una sociedad con trabajo, educación, salud, vivienda, arte y ciencia garantizados para toda la población. La historia no deja dudas de todos los logros conquistados por el pueblo trabajador en esos países, demostrando todo lo que puede avanzar una sociedad cuando decide eliminar a los explotadores.
La historia de las revoluciones socialistas y de las experiencias de construcción socialista demuestran que atrás quedaron las inevitables derrotas de los explotados. Las clases explotadas, hoy en día, tienen todo lo necesario para derrotar y aplastar a sus explotadores, y hacer de su existencia una cosa del pasado. Actualmente, con el marxismo-leninismo como norte, es una posibilidad real construir un mundo sin explotadores, sin explotación.
Los explotadores saben eso, y por eso se empeñan tanto en deformar la historia de estos logros recientes, en desprestigiar el marxismo y en perseguir a los Partidos Comunistas del mundo, que son los que llevan a cabo la tarea de organizar la Revolución y de dirigirla en su momento. Pero aquí estamos y seguiremos estando los comunistas, para hacer de este siglo XXI una nueva época de triunfos para el pueblo trabajador del mundo.
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