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La función de las Federaciones Estudiantiles en Yucatán

Por: Chak Sáastal.


La Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) cuenta con dos órganos de representación estudiantil en cada una de sus facultades, ambas con diferentes atribuciones. Por un lado, están las Sociedades de Alumnos, y por el otro, los Consejos Estudiantiles. En teoría, ambas instancias están para representar y dar satisfacción a los intereses del estudiantado. Sin embargo, en la práctica, ambas representan otro tentáculo del poder del Estado burgués dentro de la universidad.


Para que la burguesía pueda extender su dominación hasta el estudiantado universitario no solo basta con elaborar un plan curricular en donde se reproduzca al extremo la ideología y concepción del mundo de la clase dominante, con materias en las que, en algunos casos, se convierten en verdaderas cátedras de anticomunismo o de cualquier otra forma de pensamiento reaccionario. Esto es insuficiente porque, en algún momento u en otro, pueden surgir elementos estudiantiles que se cuestionen esas teorías y se salgan de esa dinámica, aunque su concepción sea más o menos limitada.


Para ejercer por completo su poder, la burguesía echa mano de un elemento material que, si no es por la “razón”, es por la fuerza que corta de tajo cualquier intento, por mínimo que sea, de enfrentarse a ese dominio. Ese elemento material es conocido como “federaciones estudiantiles”, que cada determinado tiempo se disputan los puestos de representación en las distintas facultades, pero que todo el año tienen la tarea de mantener a raya cualquier tentativa de insumisión estudiantil.


Si bien las federaciones estudiantiles en Yucatán no son un fenómeno reciente,[1] ha sido en los últimos años que se les ha prestado mayor atención y, a su vez, se han manifestado posiciones contrarias a estas organizaciones, ya que cada vez es más evidente la labor que realizan en favor de la burguesía.


Así como han existido desde hace décadas, hay algunas de ellas que ya dejaron de existir para ser sustituidas por otras. En la actualidad, las más importantes son la Federación Estudiantil de Yucatán (FEDY) y la Nueva Federación Universitaria (NFU), cada una de las cuales representa a uno u otro partido burgués o incluso a varios, según el momento y la situación.


Por ejemplo, la FEDY se encuentra bajo la dirección de Carlos Ramírez Marín, ex diputado federal y actual Senador por Yucatán del PRI. A su vez, también la NFU tiene vínculos con el PRI, incluso uno de sus antiguos líderes, Manuel Medina Enríquez, terminó siendo dirigente estatal de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).


A raíz de un conflicto entre José de Jesús Williams, rector abiertamente priísta de la UADY, y el dirigente de la NFU, Alán Pérez Briceño, este último tuvo un acercamiento con el PAN[2], al igual que la Federación Estudiantil Independiente (FEI) que aunque existió sin pena ni gloria, demostró que su etiqueta de “independiente” fue solo una artimaña para atraer a una masa del estudiantado que genuinamente buscaba hacerle frente a los abusos de las federaciones estudiantiles “tradicionales”, pero que resulto no ser más que un engaño para reclutarlos en las fila del PAN e incluso de MORENA.


A pesar de estas contradicciones entre federaciones estudiantiles (con las que comparten similitudes con las contradicciones entre partidos burgueses, es decir, únicamente en la forma en que administran los intereses de la burguesía), todas tienen entre sí más cosas en común que de diferencia, ya que todas y cada una de estas federaciones estudiantiles están pensadas para ser el espacio de reclutamiento entre la juventud para los partidos de la burguesía, desvían enormes cantidades de recursos que deberían servir para apoyar a los estudiantes en su proceso formativo, organizan actos de idiotismo colectivo para ganarse la simpatía de algunos sectores del estudiantado (los bien conocidos “playones” son un ejemplo de ello, en donde proliferan el alcohol y las drogas) y, cuando surgen voces para oponerse a ellos, actúan como organizaciones porriles, elaborando listas negras de los agitadores que luego intercambian con las direcciones escolares o con la Rectoría por dinero, cargos, etc., y agrediendo directamente a los estudiantes.


Esos brotes de violencia estallan de manera particular al acercarse las elecciones cada dos años para los puestos de Presidente de la Sociedad de Alumnos y de Consejero Estudiantil. Hace un par de años, por ejemplo, tuvo particular virulencia. En 2018 se produjo un hartazgo generalizado por la injerencia que tenían las federaciones estudiantiles en las elecciones para ambas instancias, por lo que comenzó a cobrar fuerza un movimiento que se proponía no elegir a ningún candidato que fuera miembro de alguna de las federaciones. Como resultado, en la Facultad de Economía se dieron casos de golpes y hasta un secuestro para presionar al alumnado para votar por el candidato de la FEDY, que finalmente resultó “electo”. Sin embargo, como suele ocurrir también con los partidos burgueses, en momentos de crisis y de pérdida de control frente al avance organizativo de las masas, las federaciones estudiantiles hacen a un lado sus diferencias y cierran filas para apoyarse entre sí, ya que representantes tanto de la FEDY como de la NFU, las dos principales federaciones estudiantiles, reconocieron como ganador al candidato oficialista y se apresuraron a decir que las elecciones se llevaron a cabo de manera limpia y sin percances.


Lo anteriormente narrado solo fue un ejemplo de cómo operan estas organizaciones ya que, durante toda esa jornada, en diferentes facultades, se dieron casos de intimidación, hostigamiento, etc., contra los participantes en el movimiento, todas esas acciones ejecutadas por miembros de base de las federaciones estudiantiles.


Muchas de estas acciones tienen luego su recompensa a futuro porque, como bien expresa la opinión relativamente generalizada de los alumnos de la UADY, las federaciones estudiantiles son trampolines políticos para aspirar a mayores puestos en el Estado burgués. Quienes ejercen a cabalidad los designios de las federaciones y muestran mayor lealtad a ellas, desde luego luchando activamente contra los intereses del estudiantado, pueden aspirar a ser regidores, alcaldes, cuadros en partidos burgueses, o diputados, tanto locales como federales o juveniles. El cielo es el límite, todo dependiendo de los servicios prestados a la burguesía mientras se es militante de la NFU, la FEDY, la “Nueva” NFU, la FEI, o cualquier otra que surja según las pugnas interburguesas al interior de la UADY.


Tomando en cuenta lo anterior ¿cuál es la tarea de las y los alumnos de la UADY con respecto a las federaciones estudiantiles? ¿Cómo librarse del yugo que ejercen estas organizaciones en el seno de la Universidad? De entrada, la organización es fundamental, ya que se ha demostrado en la práctica que la organización dio como resultado pasos positivos para enfrentarse a estas agrupaciones. También en 2018, en medio de ese conflicto especialmente violento, se logró que, en la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Antropología, fruto de la organización, llegara un candidato independiente de las federaciones estudiantiles, y fue precisamente la falta de organización lo que permitió que algunos meses más tarde, no se cumpliera el mismo objetivo para el Consejo Estudiantil de esa Facultad.


En la UADY se adolece de una falta de organización estudiantil. Nuestro estado se encuentra rezagado con respecto al resto del país en cuanto a un referente combativo de todos los estudiantes en general, no solo de la UADY. Por lo tanto, la primera tarea es impulsar ese espacio de organización y lucha, crear un sindicato de estudiantes que compita con las federaciones y que coloque a sus elementos en los cargos de elección estudiantil.


Sin embargo, si bien la tarea inmediata es organizar un movimiento estudiantil fuerte y verdaderamente democrático en nuestro estado, no debemos limitarnos solo a Yucatán. En otros estados, la juventud estudiantil sufre también las consecuencias del porrismo como grupo de choque de la burguesía, por lo que la segunda tarea es brindar apoyo y solidaridad a todas las luchas estudiantiles que se desarrollen en nuestro país y caminar hacia la conformación de un movimiento estudiantil a nivel nacional, una verdadera organización de masas del estudiantado.


Aunque sabemos que los embates que como estudiantes sufrimos por parte de la burguesía no cesarán en tanto no se derroque el capitalismo y se comience a construir el socialismo-comunismo, es importante organizar a la juventud estudiantil para arrancar de las garras de las federaciones estudiantiles los cargos de elección al interior de la Universidad, desenmascarar en todo su horror lo que estas agrupaciones significan para el alumnado y cerrarles el paso para evitar que continúen llevando ataques contra los y las estudiantes.


Las federaciones estudiantiles solo son otro de los instrumentos de la burguesía para perpetuar su dominación, por lo que el problema persistirá en tanto no sea resuelto de raíz, luchando contra el capitalismo. Es por ello que la lucha contra esas organizaciones debe eslabonarse con la lucha anticapitalista y antimonopolista, una lucha por la educación en todos los sentidos, una lucha por la construcción del socialismo-comunismo.

[1] Estimamos importante realizar estudios futuros sobre la historia de estas organizaciones a la luz del marxismo-leninismo ya que, en determinados momentos, algunos de sus miembros jugaron destacados papeles del lado del proletariado y el estudiantado combativo, como fue el caso del movimiento obrero-popular de 1973-1974 en Yucatán. [2] También como resultado de este conflicto, el rector Williams auspició la conformación de otra federación estudiantil que le ayudara a conseguir su reelección en el cargo. Dicha agrupación tomó el nombre de NFU Federación Estudiantil, cuyo dirigente, Rodrigo Rosado, también tiene vínculos con el partido tricolor, mediante Roberto Rodríguez Asaf, que se desempañaba como Secretario General de Gobierno de Rolando Zapata, en ese entonces gobernador priísta de Yucatán.



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