La necesidad de arte revolucionario
- chaksaastal
- hace 22 horas
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Por: Núcleo "Felipe Pecho Quijano".

El arte tiene una dimensión ideológica y política muy potente. Las expresiones artísticas, siempre van cargadas de contenido político y promueven discursos, ideas y formas de concebir el mundo. Por tanto, no existe el arte “apolítico”, así sea el más banal y abstracto.
Dentro del actual sistema económico y político, el capitalismo, vemos que la música más sonada en los medios es la que refuerza ideas individualistas, tales como la fama, la presunción de superioridad (el llamado “fronteo”) o ideas relacionadas a la obtención del dinero y su acumulación, así como la falsa noción del “echeleganismo”. También suenan temas donde se hace apología a la guerra y al crimen, temas musicales que ponen a la mujer como un objeto sexual o, incluso sin irnos al extremo caótico, se tocan temas relativos al desamor, que reflejan lo que son las relaciones afectivas en el actual sistema. Y así en cada rama del arte, tales como la pintura y el teatro.
Toda la música considerada como “éxito”, es creada por millonarios, por artistas y sellos mundiales que buscan plasmar en el pensamiento colectivo las ideas que les permitan mantener el poder, tanto a ellos como a sus socios de clase, grandes empresarios burgueses que se benefician de que estos discursos sean la tendencia y la moda dentro de la juventud y la población trabajadora en general. Muchas veces intentan vendernos la idea de que ciertos artistas son de clase obrera o de que “vinieron desde abajo y ahora han logrado el éxito con pleno esfuerzo”, cosa que no es así, pues la fama que llegan a tener es por servir a los intereses del capital, y muchas veces ni siquiera eso, pues realizar lo que es tendencia tampoco garantiza riqueza.
Las ideas que dichos artistas (productos del capitalismo) nos ofrecen, son totalmente nocivas para nuestra clase social. Nos quieren encerrados en una esfera de egoísmo, en relaciones de amor dependientes e insanas, subordinados a nuestros jefes, con ideas aspiracionistas y buscando ser la envidia de otros. Todo esto nos conducen a la inacción y a no plantearnos alternativas para mejorar nuestras condiciones de vida. Todas estas ideas son parte de la superestructura, resultado de las relaciones capitalistas de producción, y es por ello que la burguesía procura preservar la industria musical y artística a su servicio.
Para los artistas al servicio de la burguesía y para la propia burguesía, el mundo funciona tal y como debe funcionar, pues se benefician de la explotación y miseria que vive a diario la clase obrera. Por eso su “arte” jamás podrá proponer algo cuestionase al actual modo de producción capitalista y, mucho menos, que intente superar a éste. Para ellos el problema siempre es individual, no hay cabida para la protesta social, solo la culpabilización hacia el individuo por ser insuficiente y no poder salir adelante. La pobreza, la desigualdad, la falta de educación no son problemas individuales sino colectivos, pero el arte burgués no podrá plantearlo nunca en esos términos. A lo mucho, existirá crítica social y tal vez personal a ciertos personajes, pero nada eso es similar a plantear un cambio radical y revolucionario.
No obstante, siempre ha habido artistas capaces de cuestionar lo establecido y proponer soluciones dadas las contradicciones del sistema capitalista, aunque sean una minoría. De la cotidianeidad de la vida proletaria surgen artistas con conciencia de clase, con un análisis histórico y social de los problemas, pero sobre todo teniendo clara la necesidad de forjar un arte que plantee cambios profundos y verdaderamente significativos para la clase obrera. Este tipo de artista no tiene financiamiento económico, no tiene contratos millonarios con las disqueras más poderosas, es más, a veces no tiene ni tiempo para crear su arte, pues es absorbido por la explotación capitalista, pero tiene el talento, y tiene el espíritu de lucha que ha nacido por su capacidad de poner en duda lo que ha vivido. Ha observado más allá y ha decidido poner su arte al servicio, no de la burguesía, sino del pueblo trabajador.
La música, la pintura, la escritura, las artes escénicas y el arte en general puesto al servicio de nuestra clase nos inspira y nos motiva a buscar soluciones colectivas, apoyo mutuo, solidaridad internacional y de la clase obrera. Nos orienta y ayuda a polemizar sobre los temas que verdaderamente nos afectan. Nos motiva a continuar en la lucha diaria, pero sobre todo nos debe invitar a la organización constante y consciente por la revolución socialista. Solo en un mundo donde no exista la explotación del hombre por el hombre podremos plenamente desarrollar nuestro arte. Necesitamos arte creado por y para la clase obrera.
¡QUE VIVA EL ARTISTA DE CLASE OBRERA!
¡QUÉ VIVAN LAS Y LOS TRABAJADORES DEL ARTE!
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