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La participación del Partido Comunista Mexicano en el movimiento sindical y estudiantil de 1973 – 1974 en Yucatán

Foto del escritor: chaksaastalchaksaastal

Por: Roberto Grajales.


Mural conmemorativo al movimiento de 1973 – 1974 en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY, con motivo del 50 aniversario del asesinato de Efraín Calderón Lara. Obra del artista Emaús Torres.
Mural conmemorativo al movimiento de 1973 – 1974 en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY, con motivo del 50 aniversario del asesinato de Efraín Calderón Lara. Obra del artista Emaús Torres.

Los movimientos políticos y sociales que surgen en el marco de la lucha de clases atraviesan un proceso similar al que han enfrentado históricamente las doctrinas de los grandes revolucionarios. En su desarrollo y auge, las clases dominantes los combaten con ferocidad, recurriendo a la represión, la criminalización y una intensa campaña de desinformación para desacreditarlos. Sin embargo, con el paso del tiempo, el Estado intenta asimilarlos, despojándolos de su contenido combativo y transformándolos en símbolos inofensivos. Mediante este proceso de domesticación, se intenta neutralizar su potencial revolucionario, convirtiéndolos en referentes vacíos que ya no representan una amenaza para el sistema, sino que sirven para apaciguar a las masas sin alterar las estructuras de opresión.


Efraín Calderón Lara, conocido como “el Charras”, y el movimiento sindical y estudiantil sufren en este momento este embate ideológico por parte no sólo del Estado que orquestó la represión del movimiento y el asesinato del Charras, sino también de algunos que en algún momento caminaron por las filas revolucionarias, pero que ahora se encuentran cegados por la falsa transformación. Es en este contexto, que se hace necesario recuperar los elementos esenciales de la historia, lo que lo originó y lo que le dio un soporte político e ideológico. Es decir, es necesario analizar el papel del histórico Partido Comunista Mexicano y de su Juventud Comunista en ese movimiento.


A manera de aclaración, es importante decir que este ensayo no busca en ningún momento quitar el mérito e impacto social que tuvo la acción política de Efraín Calderón Lara en el movimiento sindical y estudiantil de 1973 – 1974, ni mucho menos negar que éstas fueron las razones de su asesinato. Se trata sólo de una contribución para que no se pierda la esencia revolucionaria del movimiento y develar más allá de los personajes y la coyuntura, la dirección política que éste tuvo, polemizando así con el argumento oportunista de la espontaneidad del movimiento.

 

El trabajo de las y los comunistas previo al movimiento sindical y estudiantil de 1973 – 1974


La década de los sesenta y setenta estuvo marcada por una serie de movilizaciones civiles y armadas que veían el ejemplo de la Revolución Cubana como la posibilidad de construir el socialismo en América Latina. Esto ocasionó que, dentro de la clase trabajadora, sobre todo en la clase trabajadora joven, se corrieran textos políticos, que se estudiara a los clásicos del marxismo y que la crítica social hacia el gobierno pusiera sobre la mesa la posibilidad de que la clase obrera tomara el poder.


La Juventud Comunista en Yucatán había empezado a crecer en los años sesenta durante el movimiento de las secundarias, en dónde en las movilizaciones se exigía al gobierno en turno que mejorara las condiciones de las escuelas y por supuesto, que hubiera una mayor matrícula. Además, militantes de la Juventud Comunista organizaban las protestas contra el aumento de precios del transporte público. Posteriormente, la Juventud Comunista, en solidaridad con la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), se sumó a las protestas contra el cierre de la Escuela Normal Rural de San Diego Tekax en el municipio del mismo nombre, al sur de Yucatán.


Por otro lado, también en los años sesenta, militantes del Partido Comunista Mexicano tenían influencia en los sindicatos, como en la Sección 33 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, donde el PCM había iniciado la corriente denominada Frente Democrático de los Trabajadores de la Educación, el cual editaba un órgano denominado ¡Lucha! En el sindicato de cordeleros el PCM tenía una corriente democrática que también editaba un boletín semanal. Y en el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, los comunistas se encontraban en la dirigencia. Esto, por supuesto, fue importante porque fue en ese local en dónde los primeros sindicatos independientes se organizaron. Además, el PCM tenían células sindicales en otros municipios dónde la industria yucateca se desarrollaba como Ticul, Hunucmá, Ixil, Umán, entre otros. Esto dio como resultado, persecución, encarcelamiento y por supuesto, una propaganda anticomunista férrea entre la comunidad estudiantil y trabajadora.


Por supuesto, no sólo los comunistas operaban. Mario Menéndez que formaba parte del Ejercito Insurgente Mexicano, reclutaba gente de una manera inusual, es decir, al aire libre, sin clandestinidad y sin principios de seguridad de acuerdo con los archivos de las Fuerzas de Liberación Nacional. Esto, claro, llevó a su detención. En voz de Pedro Quijano[1], Efraín Calderón Lara se enlistó entre los reclutas de Menéndez y se fue a un campamento guerrillero al que nunca llegó debido a que el autobús en el que iban se accidentó.


Por otro lado, las disputas internas entre el PRI y el ascenso del PAN a cargos públicos en Yucatán hicieron que el Estado mueva también su maquinaria sindical y estudiantil para tratar de mantener el orden en el terreno de la discusión política. Por eso, las organizaciones sindicales, estudiantiles y populares empiezan a tener una relevancia en la vida pública de Yucatán. En este contexto, la década de los setenta llega cargado de discusiones políticas, represión y un gran ímpetu por la revolución socialista.

 

Movimiento sindical y estudiantil


A principios de los años setenta, militantes de la Juventud Comunista crean el Frente Estudiantil Cultural “Jacinto Canek”, que busca, a través de una imagen “cultural” organizar a la comunidad estudiantil. Estos organizan brigadas en barrios y comunidades donde el Partido Comunista tiene influencia. Estas brigadas llevan, además de información política, consultas gratuitas por parte de estudiantes de medicina que militaban en la Juventud Comunista.


La capacidad organizativa del Frente Estudiantil Cultural llamó la atención de Efraín Calderón Lara, quien no dudó en sumarse y poner sus fuerzas en el trabajo sindical, en el que el Partido sirvió de base. De esa forma, en mayo de 1973 empieza a organizarse el Sindicato de Camioneros “Jacinto Canek”, que agruparía a los camioneros de la ciudad de Mérida. La organización se da durante las madrugadas en el local del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana dirigido por cuadros sindicales del PCM.


Si bien Efraín Calderón tiene, como abogado, un papel fundamental en la constitución jurídica, es el Partido Comunista Mexicano el que le da el soporte político. Una vez llevado a cabo el proceso de organización y la solicitud de registro, ésta es negada a los trabajadores y la patronal organiza un sindicato afiliado a la CTM, al cual se le da registro casi inmediato. La patronal despide a quienes forman parte de la dirigencia del Sindicato de Camioneros y en este punto de la correlación de fuerzas la patronal se encuentra en una clara ventaja.


Es aquí, en dónde puede verse el actuar del Partido Comunista Mexicano, quien asesora y organiza las formas de lucha que los camioneros (que por supuesto tienen toda la disposición de movilizarse), llevarán a cabo para la obtención de su registro. Esto lleva a paros, huelgas y sobre todo a la solidaridad de sindicatos y corrientes sindicales y organizaciones estudiantiles con los camioneros, lo que se resuelve en el registro del Sindicato “Jacinto Canek”. Estos hechos son clave en el panorama de la lucha de clases en Yucatán.


Los hechos dejan ver con claridad la participación del Partido Comunista Mexicano. Actualmente se habla del espontaneísmo o incluso del hartazgo existente, y si bien eso es un elemento importante, es la estructura del PCM, y el trabajo sindical, barrial y estudiantil que llevan desarrollando, desde por lo menos una década atrás, lo que desencadena actos organizados con objetivos claros.


Tras la formación de este sindicato, otros grupos de trabajadores se acercaron en búsqueda de asesoramiento, pues con la victoria de los camioneros, se sentía la esperanza de una mejora en la vida de la clase trabajadora. Humberto Sosa, militante comunista y sindicalista del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, pone en contacto a Efraín Calderón Lara con su hermano Luis Sosa, quien era el responsable de Asuntos Obreros del Comité Nacional del PCM. Este le platica al Charras sobre el Frente Sindical Independiente de México, impulsado por el Partido y que busca aglutinar y crear sindicatos clasistas para hacer frente al charrismo sindical. Efraín toma la responsabilidad de impulsar en Yucatán el FSIM[2].


A su regreso a la Ciudad de Mérida y con el respaldo del PCM se funda el Frente Sindical Independiente “Jacinto Canek”, el cual funciona en dos vías: 1) El asesoramiento a trabajadores y sindicatos y 2) La organización de comités barriales.


Entre mayo de 1973 y febrero de 1974, el movimiento sindical independiente en Yucatán creció de manera acelerada e ininterrumpida. En al menos nueve gremios, como los choferes, trabajadores de CONASUPO, obreros del calzado, empleados universitarios y trabajadores de la construcción, estallaron luchas sindicales que en siete de estos sectores, resultaron en la conformación de sindicatos independientes, en su mayoría de industria. Más de mil trabajadores participaron en huelgas, paros y movilizaciones, y cerca de 700 lograron su sindicalización. Este proceso estuvo marcado por una tendencia creciente a abandonar el trámite legal formal y a optar por formas de presión política como marchas, mítines, tomas de camiones y volanteo, todo ello con el respaldo del Partido Comunista[3].


Para principios de 1974, se configuraron tres grandes fuerzas obreras en el estado. En primer lugar, el Frente, que encabezó la lucha por la sindicalización independiente. En segundo lugar, la Coalición de Sindicatos de Yucatán, una organización autónoma que agrupaba a gremios vinculados a la lucha de los electricistas, como los cordeleros, empleados de Cordemex, trabajadores del gas y obreros de galleteras, entre otros. Aunque esta organización no rompía completamente con los métodos tradicionales del sindicalismo, mantenía independencia de la CTM y establecía vínculos con el Frente. Finalmente, la CTM en Yucatán, debilitada y fragmentada en dos facciones enfrentadas, agrupaba gremios como la Liga de Artesanos del Henequén, cargadores y trabajadores del rastro, pero sin la fuerza suficiente para controlar el panorama sindical. En este contexto, la figura de Efraín Calderón emergió como un dirigente clave en el sindicalismo independiente, convirtiéndose en un problema para la burguesía local.


Las luchas sindicales previas tomaron por sorpresa al gobierno y a la burguesía local, pues, aunque algunos pequeños sindicatos no representaban un peligro significativo, la situación cambió con el estallido del conflicto en “Mitza” y “CUCESA”. La primera, la mayor productora de materiales de construcción en la península, y la segunda, una de las principales constructoras, contaban con el respaldo de poderosos grupos empresariales nacionales. Ante esta amenaza directa a sus intereses, la alianza entre los patrones, los líderes sindicales corporativistas y el Estado adoptó una postura intransigente, recurriendo a la violencia y la represión abierta para frenar el movimiento.


En el caso de “Mitza”, la policía y golpeadores de la CTM impidieron el estallido de la huelga, mientras que en “CUCESA”, la ofensiva represiva fue aún más brutal, pues el 13 de febrero de 1974, Efraín Calderón fue secuestrado por la policía, asesinado a sangre fría y su cadáver arrojado fuera de los límites del estado. Paralelamente, la huelga fue desarticulada mediante un despliegue masivo de fuerza pública y el uso de esquiroles. Poco importa si la orden de secuestro vino directamente del gobernador Loret de Mola o si fue una decisión del coronel Gamboa, jefe de la Dirección General de Seguridad, Policía y Tránsito del Estado (DGSPTE). Tampoco es relevante determinar si la brutal golpiza que sufrió Calderón fue un “exceso” de los represores o si su asesinato fue planeado desde el principio. Lo esencial es que, el mismo día de su desaparición, los principales representantes de la iniciativa privada, la cúpula sindical corporativa y el gobernador se reunieron para definir cómo acabar definitivamente con el movimiento sindical independiente. En este contexto, la eliminación física de Calderón, ya fuera mediante su asesinato o su expulsión del estado, estaba dentro de sus planes.


El crimen político cometido el 13 de febrero tuvo un impacto profundo en el escenario local. La versión oficial, que intentó atribuir el asesinato a sus propios compañeros, fue rápidamente desmontada por la movilización popular, lo que obligó al gobierno federal a intervenir. Este hecho permitió que amplios sectores, no solo de la militancia obrero-estudiantil, sino incluso de la pequeña burguesía local, vieran con claridad la verdadera naturaleza represiva del Estado. La desaparición y ejecución de Calderón desenmascaró el papel del aparato estatal como garante de la acumulación privada, dispuesto a recurrir al crimen político cuando las luchas populares emergentes amenazan el orden de dominación capitalista.

 

La disolución del movimiento


Tras el asesinato del Charras, el desmantelamiento de las huelgas y la persecución política a quienes participaron activamente en el movimiento, el Partido Comunista desplegó sus fuerzas al interior del estado movilizando a trabajadores, principalmente en la periferia de Mérida, como Temozón Norte, Tixpehual, Ixil, Hunucmá, Kinchil, Kanasín, así como en Ticul y en Sinanché, dónde había sindicatos del FSI[4].


El movimiento se mantiene un par de meses más, pero el Estado ya movía sus piezas, y dirigentes estudiantiles que se decían de izquierda, pero que se relacionaban de manera muy cercana al Estado, como Fidel Rodriguez, empezaron a plantear que la disolución de la huelga era la mejor opción, mientras que en sus discursos vociferaban contra el PCM. Por supuesto, el Estado no tardó en correr el rumor que fue el PCM quien había asesinado a Efraín, lo que fue rápidamente desmentido por la movilización popular.


A mediados de abril, la movilización termina y aunque se plantea la idea de seguir el trabajo político, éste se va mermando conforme se normalizan las clases y el trabajo. Esto, sumando a la represión constante en el contexto de la guerra sucia, cercó el trabajo de los cuadros de la Juventud y el Partido Comunista Mexicano, los cuales después se vieron arrastrados a la corriente oportunista que liquidó al PCM en 1981.

 

Algunas conclusiones


El movimiento sindical y estudiantil de 1973 – 1974 en Yucatán dejó múltiples lecciones para las luchas revolucionarias. La organización y disciplina del Partido Comunista Mexicano demostraron que la espontaneidad, por sí sola, no es suficiente para sostener una lucha prolongada. La construcción de cuadros políticos, la formación ideológica y la articulación con sectores estratégicos del proletariado fueron elementos clave que permitieron avances significativos en la sindicalización independiente.


Así mismo, la represión ejercida por el Estado y la burguesía evidenció el carácter violento del capitalismo cuando se ve amenazado. La criminalización del movimiento y el asesinato de Efraín Calderón Lara mostraron los límites de la legalidad burguesa y la necesidad de que los movimientos obreros desarrollen estrategias para enfrentar la represión.


Finalmente, la historia de este movimiento debe servir como un referente para las generaciones actuales, reafirmando la importancia de la organización, la solidaridad de clase y la lucha por un verdadero cambio social. El sacrificio de quienes participaron en esta lucha no fue en vano, sino que sigue siendo una fuente de inspiración para quienes buscan transformar la realidad en favor de las y los trabajadores.


Es importante analizar esta historia desde un punto de vista diferente al de la historia de los personajes. Pues visto desde el mesianismo, la clase trabajadora seguirá esperando aquel o aquella líder que lo guíe para su emancipación. Si prestamos atención al desarrollo de la lucha de clases veremos que la historia misma no la hace una persona, sino una serie de personas ligadas a principios y a los intereses de una u otra clase y que en el momento más álgido de la lucha de clases la burguesía no se tienta para usar las formas más violentas que conoce para mantener su poder.


El movimiento sindical y estudiantil de 1973 y 1974 demostró que el trabajo político, con una base teórica firme, una práctica comprometida y disciplinada y una dirección clara y contundente es capaz de guiar a la clase trabajadora por el camino revolucionario. El Partido Comunista Mexicano demostró en estos hechos ser la vanguardia del proletariado y por eso, como narran sus antiguos camaradas, Efraín Calderón Lara dijo: Sé que debo militar en un partido, pero no en cualquier partido, sino en el Partido Comunista Mexicano.

 

Bibliografía


Echeverría V., Pedro (1999). El gobierno de Loret y el asesinato del "Charras" ¿Cómo pudo el gobernador controlar la prensa? Revista Latina de Comunicación Social, 14. Recuperado de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999c/132echeve.htm

Menéndez, Iván. (1982). El sindicalismo independiente en Yucatán. Revista Mexicana de Sociología, 44(1), 189-214. ISSN 2594-0651. Recuperado de: https://revistamexicanadesociologia.unam.mx/index.php/rms/article/view/62549

Sabido Méndez, A. & Quijano Uc, P. (2014). Movimiento Popular 1973 – 1974 en Yucatán.


[1] Quijano Uc, P. (2024, 24 de enero). Entrevista por Roberto Grajales.

[2] La entrevista completa se encuentra en las páginas 49 - 57 del libro Movimiento Popular 1973 – 1974 en Yucatán publicado en el 2014.

[3] Iván Menéndez menciona que esto se debe al trabajo y solidaridad del Frente Estudiantil Jacinto Canek, pero omite que el núcleo fuerte de dicha organización eran militantes de la Juventud Comunista.

[4] En las páginas 59 - 64 del libro Movimiento Popular 1973-1974 en Yucatán publicado en el 2014, se puede leer el testimonio completo de Roger Aguilar, dirigente del PCM en Yucatán en el periodo del movimiento sindical estudiantil de 1973 – 1974.

 
 
 

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