Por Eduardo Tzab
Las elecciones locales del 6 de junio en Yucatán ya están cada vez más cerca y, con ello, todos los partidos de la burguesía comienzan a mover sus fichas para hacerse con los cargos de elección popular, específicamente para diputados locales y presidentes municipales. Un partido que llama particularmente la atención en este tema es el gobernante a nivel federal, es decir, Morena. Su caso es muy curioso, porque los dos pre-candidatos principales de este partido para la alcaldía de Mérida, capital del estado, tienen una historia interesante.
Comencemos hablando de uno de ellos. Ismael Peraza Valdez es un ex priísta que fue dirigente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI. Es conocido por haber sido el impulsor de políticos de ese partido de la talla de Víctor Caballero Durán. Habiendo tenido un conflicto con la que en ese entonces era la gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, Peraza abandona el PRI y se integra al PAN, alineándose al en ese entonces militante panista y hoy Coordinador Estatal de los Programas de Desarrollo, Joaquín Díaz Mena. De hecho, el exorcismo y expiación de todos sus pecados que Díaz Mena sufrió a manos de Morena fue lo que llevó a Peraza a militar hoy en la socialdemocracia. Sin embargo, recientemente Peraza ha roto con Díaz Mena, lo que lo llevó a buscar apoyo, cuando aún estaba en vida, en el empresario inmobiliario Alfonso Pereira Palomo, que se convirtió en su padrino. Por donde se le quiera ver, la burguesía ha estado presente siempre en toda su carrera política.
El segundo pre-candidato socialdemócrata que suena fuerte entre los morenistas es Óscar Brito Zapata, ex secretario de Comunicación Social de Morena en Yucatán y subdelegado de Pesca. Este joven hoy ocupa el lugar que en algún momento tuvo Peraza como allegado a Díaz Mena, por lo que hay un vínculo con el Palacio Nacional que ya lo perfila como el posible candidato para primer edil. Además, para toda la liturgia propia de Morena, el hecho de que Brito Zapata no tenga un pasado en algún otro partido, a diferencia de Peraza, tiene un peso fuerte. En política (sobre todo en la política burguesa) todo tiene un significado, y el hecho de haber nacido y crecido en la Nueva Jerusalén de Morena son palabras mayores.
La socialdemocracia también se prepara para la batalla por hacerse con la mayoría de los 15 distritos electorales locales con los que cuenta Yucatán. Solo mencionaremos algunos ejemplos de cómo la burguesía también tiene aquí a sus representantes. El más sonado es Ernesto Mena Acevedo, académico de “izquierda”, con larga trayectoria en el PRD y que hoy con Morena se perfila como posible candidato a diputado local por el III Distrito. De nuevo, estamos frente a un redimido de otro partido por Morena.
Por el II Distrito ya se posiciona Enrique Pérez Polanco que, aunque mantiene un discurso y pose “progresista”, no tarda en sacar a relucir su apego incondicional al actual gobierno de los monopolios incluso cuando atenta contra esa fraseología progresista pequeñoburguesa, como en su defensa del Tren Maya aun cuando éste representa un desastre ecológico.
En definitiva, las siguientes elecciones, tanto a nivel federal como a nivel local, son la faramalla infalible de los monopolios para vender la idea de que es el pueblo quien decide, cuando en realidad, es la burguesía quien coloca a sus cuadros. La clase trabajadora no tiene por qué prestarse a esa farsa. Es su deber ir consolidando su poder a puerta de fábrica con consejos de obreros preparados para la toma del Poder y no elegir a tal o cual representante de los capitalistas para el parlamento.
No somos abstencionistas de principio, pero consideramos que si no hay ninguna candidatura que represente una mínima defensa de los intereses de la clase obrera, nuestra clase no debe votar por ninguna de las opciones que se le presentan. La participación electoral de la clase obrera solo valdría la pena si tuviera la oportunidad de presentar candidatos emanados de su misma clase y con un programa obrero, y no de defensa de los intereses de los monopolios, como actualmente ocurre, por más a la “izquierda” que se encuentre la palabrería que vomitan.
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