Por Aidé Carrillo
El día de ayer, 3 de agosto, alrededor de 300 pobladores de la localidad de Homún, se manifestaron frente al Palacio de Gobierno del Estado de Yucatán para expresar su rechazo al beneficio que el Gobierno del Estado muestra a favor de la empresa Producción Alimentaria Porcícola (PAPO) mejor conocida como Kekén, que forma parte del monopolio del Grupo KUO.
Una de las manifestantes leyó un comunicado en el que dio a conocer que el Gobierno del Estado quiere avalar las acciones de la empresa para levantar el amparo de suspensión otorgado por la jueza Miriam Cámara Patrón en el año 2018 y que hoy en día es lo que, en términos legales, impide el funcionamiento de la granja de cerdos en Homún, la cual podría albergar hasta 49 mil cerdos.
El colectivo K’anan Ts’ono’ot expresó su rechazo ante la intervención del gobierno del estado de Mauricio Vila Dosal, a través de la Secretaría de Desarrollo Sustentable, al favorecer a la empresa que pone en riesgo el derecho de la infancia a crecer en un medio ambiente sano, además de ser una amenaza de contaminación de los cenotes de la zona, que representan la fuente de empleo de muchas familias en Homún y sus cercanías.
Mientras la manifestación se realizaba en Mérida, la capital del estado, centros turísticos en Homún como hacienda San Antonio, Santa Bárbara, Santa Cruz, Santa Rosa Hacienda Kanpépen, Balmi, Kanunchen y Yaxbacaltun se mantuvieron cerrados durante la protesta en señal de apoyo y solidaridad.
Existe la experiencia en otras zonas de la entidad en donde los pobladores se han quejado por las afectaciones del funcionamiento de las granjas en sus comunidades, tanto por la peste que genera, como por la contaminación de la tierra afectando su utilidad para la siembra de alimentos. En esta ocasión la contaminación del manto freático y por consiguiente las aguas de los cenotes resultaría perjudicial en la fuente de empleo y las familias de Homún pues es lo que les permite tener un ingreso económico a través de la oferta de los cenotes como destino turístico.
A pesar de que la administración de Vila Dosal le ha apostado al turismo como actividad que genere ingresos a las familias yucatecas, parece ser que cuando ese ingreso no va a bolsillos de sus amigos empresarios entonces no tiene interés en procurar la salvaguarda de estos espacios y por el contrario prefiere beneficiar a otra rama empresarial que se beneficie de la explotación y contaminación del territorio a pesar de que ello signifique comprometer el futuro de la infancia.
Por otro lado, al ver la enconada resistencia de Homún en su contra, Kekén pretende engañar a otras comunidades, pues el pasado 25 de julio se realizó una consulta autónoma en las localidades de Kinchil, Maxcanú y Celestún en el estado de Yucatán. Esta consulta estuvo organizada por el Consejo Maya del Poniente Chik’in Ja’. El resultado de la consulta arrojó que en Kinchil ganó el “SÍ” con 576 votos a favor y 423 en contra. Kekén ha tenido presencia en esta localidad desde hace 12 años. En San Fernando Maxcanú ganó el “NO” con 59 votos en contra y 58 a favor, al igual que en Celestún con 1101 en contra y 7 a favor. Cabe mencionar que en estas últimas no hay granjas operando.
Las granjas porcícolas operadas por Kekén son una de las principales mercancías que se producen en el estado y forma parte de uno de los productos estratégicos que se impulsan para su exportación. El Estado tiene gran interés en mantener estos espacios operando, debido a las grandes ganancias que les genera a los empresarios, a pesar de las quejas por la contaminación, el ruido y la explotación laboral, así como la precariedad salarial que se lleva a cabo en esos centros de trabajo.
La consulta organizada desde la iniciativa de las personas que viven en las condiciones que ofrecen las granjas porcícolas, así como las que viven en riesgo de que se construya una en su comunidad, es un avance organizativo. Sin embargo, mientras no se analice a quién beneficia la construcción de estas granjas, no se puede presentar una lucha organizada para plantar frente a estas condiciones que genera. Hay intereses empresariales y del Estado en que estas granjas sigan operando y solo la organización popular puede presentar una verdadera alternativa ante esta situación, como hoy se ve en Homún.
La consulta por sí misma no será trascendente independientemente del punto de vista que se le quiera tomar, pues al día de hoy en los dos bandos se proclaman ganadores. Por un lado, están quienes dicen que ganó el “SÍ” desde una comunidad en donde conocen cómo funcionan las granjas y defienden su centro de trabajo pues es el que les permite alimentar a sus familias, así como el otro bando que señala que ganó el “NO” con aplastante mayoría en Celestún y una mayoría mínima en San Fernando Maxcanú. El resultado no determina el futuro de las y los trabajadores, pero luchar de manera organizada contra quienes se benefician de que las cosas se mantengan como están, sí.
La defensa por el territorio, por el medio ambiente sano y por fuentes de empleo fuera de la amenaza de los monopolios sigue siendo una cuestión de clase. Es por ello que los pobladores de Homún, ahora más que nunca, deben continuar con la presión popular y no bajar la intensidad de la movilización, al mismo tiempo que estrechar lazos con otras comunidades en lucha contra las megagranjas que únicamente representan el desarrollo del capitalismo en su fase monopolista en la Península. Mientras en Kinchil, momentáneamente el nivel de conciencia de la población no les ha permitido vislumbrar el peligro que significan dichas megagranjas, en Maxcanú y en Celestún se puede ver lo contrario. En ese sentido, los pobladores de Homún deben plantearse el acercamiento con estas localidades y establecer un plan conjunto de resistencia y contraataque contra el cada vez más fortalecido monopolio de la industria de cerdos que representa Kekén.
Fotografía tomada de internet.
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