Por Antonio May
En las últimas semanas hemos experimentando una creciente tasa de contagios y peor ahora que estamos a las puertas del puente de semana santa. Hemos visto como nuestros compañeros, amigos y familiares se han estado contagiando debido a que los sistemas de filtro sanitario son totalmente ineficientes —y eso sería una palabra amable—. Es en esta situación en la que nos preguntamos: ¿Fue/Es seguro el regreso a las aulas?
Hasta el día domingo 20 de febrero de 2022, se han registrado en Yucatán 421 contagios y 19 defunciones, el alza de los contagios se podría extender incluso más con los contagios no registrados o no notificados. Hemos visto cómo aumenta de nuevo el número de casos diarios a pesar de la campaña de vacunación. Si bien podría pensarse en que es culpa de las fiestas y de que la gente “no se supo cuidar”, es preciso recordar que un mes antes de las fiestas decembrinas se declaró semáforo verde y aforo del 100% en muchos lugares públicos. En este sentido, debido a la política burguesa y su afán de “reactivación” económica —cuyos únicos beneficiarios han sido los grandes empresarios—, muchos de nuestros hermanos de clase, sean jóvenes, empleados, obreros, han vuelto a estar vulnerables ante la nueva ola.
Deberíamos también recordar la situación en la que se encuentran muchos colegios, cuya situación no es de un solo nivel educativo pues van desde la educación preescolar hasta la superior. La precarización de las aulas se ha agravado desde ya hace más de dos años de estar en modalidad virtual, pues las autoridades educativas no le han brindado el debido mantenimiento o no les interesa en lo más mínimo. Aunque el primer pensamiento sería que, “como ya no van estudiantes hubo tiempo para hacer reparaciones más profundas o mínimamente se quedarán como estaban”, esto no ha sido así en absoluto.
A pesar de las promesas y de la “preparación” de las instalaciones, la verdad es que fue poco o nulo el verdadero cambio que se les hizo. Podemos ver cómo el material como abanicos, proyectores, pintarrones, etc. están en un estado deplorable y al hablar de las instalaciones no podemos dejar de señalar principalmente las condiciones de los sanitarios que en teoría deberían ser a lo que más se debió invertir tiempo y dinero de mantenimiento.
Sumado a ello, los mismos docentes han visto cómo sus condiciones laborales se han precarizado, el hecho de que se les obligue a ir a las escuelas en horario laboral incluso sin haber estudiantado es un gran factor de riesgo para los trabajadores de la educación. La movilidad hasta el centro de trabajo para los trabajadores en general ha sido un gran factor de riesgo pues inclusive con todas las precauciones individuales de sanidad, los espacios reducidos del transporte y “ahora” que operan con capacidad normal, aumentan todo el factor de riesgo. Sin mencionar que ponen en riesgo a sus familias y conocidos.
A esto se le puede sumar incluso la falta de rutas viales del estudiantado yucateco como lo es circuito universidades, pues representaba un medio seguro y más rápido de transportarse en la ciudad al igual que para los compañeros estudiantes del campus de ciencias sociales y de los trabajadores que solían utilizar la ruta para llegar de manera más rápida y sin pagar doble pasaje a sus centros de trabajo. El transporte eficiente es algo que debería estar garantizado, sin embargo, ahora se ha vuelto una odisea.
¿Por qué no debimos regresar aun y que ha pasado?
Es simple, las condiciones materiales para el retorno no existen: el alza de los contagios y la precariedad de los abandonados edificios educativos no solo afecta al estudiantado, sino que a los maestros y población en general.
Hemos visto cómo varios de nuestros compañeros estudiantes han tenido que abandonar temporal o permanente los estudios para poder apoyar con el sustento en casa o propio, si no es que están divididos entre escuela y trabajo bajo la misma condición económica. En la actualidad estamos experimentando un gran número de deserción de estudiantes proletarios y de sectores populares tanto por razones económicas como personales. El hecho de que no existan óptimas infraestructuras de telecomunicaciones, las plataformas virtuales ineficientes y poco fiables, además de la creciente ola de padecimientos psicológicos como lo son la ansiedad derivada de la incertidumbre del “qué será de nosotros”, ven su causa en las condiciones materiales que han sido dictadas por el modo de producción capitalista. La barbarie a la que día con día nos somete el sistema burgués es insostenible. Desde el FJC nos pronunciamos en contra de estos atroces actos y productos sociales derivados de la sociedad capitalista.
Es incierto en el futuro cercano el decir si existen condiciones favorables para mantener la presencialidad. Las condiciones materiales no demuestran que no está siendo viable en este momento y aun cuando se declare el regreso general como plantea la UADY, no será bajo una garantía de seguridad, pues poco o nada les ha importado a los políticos y grandes empresarios de la burguesía la salud de la clase proletaria.
Lejos de la opción de si volver o no debemos pensar también en nuestros hermanos de clase que no poseen las condiciones para continuar con la modalidad virtual. El contar con internet de mínima calidad y un equipo de cómputo o celular, sigue siendo un derecho negado a la población trabajadora no solo en los municipios alejados de las capitales estatales, sino que incluso dentro de estas.
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