Por: Carlos Suárez.
Un comunista estudia. Estudia, no con la finalidad de acumular conocimientos sino de comprender la realidad para transformarla.
Un comunista dedica su vida a transformar la realidad. Transformarla, no de manera abstracta, sino con la finalidad de acabar con la explotación del humano por el humano.
Un comunista lucha contra la explotación. Lucha contra ella, no solamente porque se trate de una tarea noble y justa, sino porque es una necesidad planteada por el desarrollo objetivo del curso histórico.
Un comunista dirige. Dirige, no porque le guste mandar y porque imponga su voluntad sobre los demás, sino porque adquiere tal claridad organizativa, política e ideológica que se gana el respeto de las masas, que deciden seguirlo de manera consciente para la defensa de sus intereses colectivos.
Un comunista organiza. Organiza, no a “la ciudadanía” ni al “pueblo” en abstracto, sino que organiza a la clase trabajadora y a los sectores populares, trátese de jóvenes o adultos. Organiza para la conquista de demandas inmediatas que resuelvan problemas de manera inmediata, pero, sobre todo, organiza para concatenar todas esas luchas en la lucha por la erradicación del capitalismo y la construcción de la sociedad socialista-comunista.
Todo eso y más hace un comunista. Un comunista hará todo lo que el propio desarrollo de la lucha de clases plantee como necesidad. Y todo lo hará, no como resultado de una obediencia ciega, sino como consecuencia de un análisis consciente de sus tareas históricas.
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