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RECORDANDO LA HUELGA EN LA UADY

Por Felipe Pech Quijano


El pasado 9 de febrero del 2021 se cumplieron 6 años del levantamiento de la huelga realizada por el sindicato “Asociación Única de Trabajadores Administrativos y Manuales de la Universidad Autónoma de Yucatán” o por sus siglas “AUTAMUADY” en contra de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). El personal administrativo y manual luchó por un incremento y mejora en sus prestaciones laborales ya de por sí precarizadas. La más importante de las demandas y la cual dio origen a la suspensión de labores, fue la del aumento en el salario base, ya que el sindicato demandaba un aumento salarial del 10% con el que rechazaba el aumento del 3.4% propuesto por la Rectoría, que a su vez fue el aumento autorizado por el gobierno federal. Dicha huelga ocupa un lugar histórico para la AUTAMUADY al ser la primera llevada a cabo en contra de la institución después de 19 años y ser el primer conflicto que encararía el actual rector en sus primeros 15 días de su nuevo cargo, demostrando que los y las trabajadoras de la UADY no se quedarían de brazos cruzados ante un salario precario, un aumento insuficiente y frente a la de necesidad de buscar mejorar sus condiciones materiales de existencia.


A partir del 1 de enero del 2015 se autorizó por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) un aumento general correspondiente al salario mínimo en las ya desaparecidas áreas geográficas A y B (Yucatán se encontraba en esta área) del 4.2%, incluyendo a los salarios profesionales[1]. Sin embargo, pese a este aumento del 4.2% la Secretaría de Educación Pública (SEP) sólo autorizó un incremento del 3.4% a las universidades del país, por lo que la UADY decidió presupuestar un aumento salarial al personal manual y administrativo con dicho porcentaje del 3.4%. Este aumento se trataba de un porcentaje menor al otorgado por la misma institución el año pasado (2014), ya que en dicha ocasión se trató de un aumento del 3.5%.


Este carente aumento no dejó para nada conforme al sindicato de la “AUTAMUADY”. Agremiados y agremiadas se dieron cuenta de la incomprensión de la universidad respecto a la insuficiencia del aumento, así como del desinterés de los dirigentes universitarios para resolver el asunto en favor de un verdadero aumento de salario. Bajo estas condiciones, y ante una economía que día a día golpea a la clase obrera, no les quedó de otra más que utilizar el instrumento de lucha predilecto de su clase: la huelga.


Sin ningún acuerdo en puerta ante el ultimátum sindical y exigiendo un aumento salarial del 10% o cualquier aumento superior al 3.4% ofrecido por la universidad, la AUTAMUADY compuesta de 767 sindicalizados y sindicalizadas para ese entonces, estalló la huelga en su fecha advertida: a las 12:00 horas el viernes 16 de enero del 2015. A partir de ese momento se colgaron las banderas rojinegras en la puerta del edificio central y en todos los centros de trabajo donde se suspendieron las relaciones laborales entre el personal sindicalizado y la universidad. Con una totalidad de 5 campus, 3 preparatorias y diversas instalaciones cerradas por la huelga, la UADY quedó paralizada casi en su totalidad.


Empezó una lucha férrea por parte del personal sindicalizado. Durante este periodo de paro se demostró la falta de voluntad de la institución para remediar el asunto y poco o nada se veía al nuevo rector con interés de llegar a un acuerdo. La Universidad intentó por medios legales que se declare la inexistencia de la huelga, sin embargo, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje reafirmó la legalidad de la misma después de desahogar la prueba del recuento, parte clave del recurso impuesto por la universidad, en donde se resolvió por medio de una votación que, de 735 huelguistas que asistieron al conteo del desahogo de la prueba, 709 se encontraban a favor de la huelga mientras que 22 se hallaban en contra y 4 anularon sus votos.


Durante el periodo de huelga, el personal sindicalizado se organizó en tres turnos de 8 horas cada uno para montar guardia en las distintas instalaciones pertenecientes a la universidad. De igual manera el antiguo Frente Estudiantil UADY se movilizó con más de 2 mil estudiantes en apoyo solidario al Sindicato y de la huelga, así como otras organizaciones tales como el Frente Amplio Social, la Unión Nacional de Trabajadores, el Sindicato de Telefonistas, Sindicato Nacional de Empleados y Trabajadores del Nacional Monte de Piedad y Empresas de Préstamo Prendario Sección XIII Mérida y la Unión Nacional de Mujeres Campesinas, entre otras. De esta manera se demostró el apoyo combativo de los sectores populares en favor de la lucha obrera que se llevaba a cabo por la AUTAMUADY. Aunque podamos tener nuestras opiniones sobre las dirigencias de algunas de esas organizaciones, sus bases populares se movilizaron en apoyo y solidaridad de clase.


Fueron 25 días que duró la huelga, 25 días donde el personal administrativo y manual peleó por sus derechos laborales y se mantuvo en pie de lucha. Enfrentándose a una institución que privilegia los altos salarios de sus “altos” funcionarios, en contraste al salario precario de las personas trabajadoras que son parte clave de la existencia de la misma universidad; ya que se encargan de su funcionamiento, mantenimiento y administración.


Ya sea por el desgaste, las controversias mediáticas acerca de cómo la huelga “afectaba” a terceros, la presión al personal en paro o por la “tibieza” de la directiva sindical, la huelga terminó el 9 de febrero del 2015 después de que, por medio de una asamblea llevada a cabo en el local de la AUTAMUADY, se llegara a la decisión de acabar con la inconformidad. Con 428 votos a favor de entre 600 sindicalizados y sindicalizadas presentes en la asamblea, se levantaba la huelga y se aceptaba un convenio con la universidad que incluía el aumento inicial propuesto al salario del 3.4%, un incremento de 40 pesos de ayuda en el transporte, un aumento de 40 a 100 pesos en ayuda de renta y un aumento de vales de despensa a 1 783. 90 pesos al mes. Si bien no se logró un aumento directo en el salario, si se logró un aumento del 6% en términos generales de las prestaciones en comparación del año pasado. Sin estar conformes en su totalidad con este convenio, se descolgaron las banderas rojinegras y el miércoles 11 el personal administrativo y manual reanudó actividades. Había llegado así a su final la huelga del AUTAMUADY.


Es importante que la clase obrera yucateca no olvide sus luchas, que aprenda de sus aciertos y errores. La huelga llevada a cabo por la AUTAMUADY después de 19 años sin que algún sindicato levantase las banderas rojinegras en la universidad es histórica y no debe ser pasada por alto, pese a sus altas y bajas. Tal vez la AUTAMUADY no logró el aumento que buscaba en un inicio, pero sí logró que la universidad cediera un aumento en las prestaciones estipuladas en su contrato colectivo. También demostró que la huelga sigue siendo el medio más idóneo de las luchas obreras y para que esta sea efectiva, debe ser organizada y dirigida por un sindicato verdaderamente revolucionario y democrático, que busque siempre la defensa y mejora de los intereses de sus agremiados y agremiadas frente a los embistes del gran capital. De igual manera hay que resaltar el apoyo de los diversos sectores populares, como el del estudiantado, que son parte clave para el éxito de los movimientos obreros.


Cada lucha por las reivindicaciones económicas e inmediatas de la clase obrera por más pequeña que sea es una gran experiencia, es necesario que estas ocurran para que la clase obrera se curta en este aspecto y pueda ir más allá. En este sistema capitalista si bien pueden darse victorias en la lucha económica, estas son efímeras y deberán ser libradas cada cierto tiempo y de manera obligada para la clase obrera. La huelga llevada a cabo por la AUTAMUADY en el 2015 no es la excepción, ya que, si bien en aquella ocasión se obtuvieron ciertas concesiones, en el presente año 2021 la AUTAMUADY de nueva cuenta vuelve a estar en puertas de huelga por la falta del aumento salarial correspondiente al inicio del año. Para que la clase obrera pueda acabar con estas contradicciones cíclicas, es necesario que las luchas económicas llevadas a cabo sean la transición hacia la lucha política y por consiguiente a la inevitable toma del poder político por parte de la misma y la caída del sistema capitalista. Solo de esta manera, la clase obrera podrá cesar las abrumadoras luchas continuas contra el capital, mejorar sus condiciones materiales de existencia y lograr su emancipación plena.




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