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Relato de un obrero

Por Manuel Mejía.


Un día como cualquier otro, caminando por las calles del centro de mí cuidad, en la tarde, cuando los trabajadores y las trabajadoras se desplazan hacia sus paraderos para poder abordar el camión que los llevará a casa después de una larga jornada de trabajo.


Esa es la vida del proletariado, de casa al trabajo, del trabajo a la casa, esa es la vida que lleva mi padre, mi madre, mis amigos y conocidos, trabajar hasta el cansancio, llegar a una jubilación, tener un salario precario que difícilmente alcanzará para terminar la semana.


Todo los días observo como trabajadores (as) sufren humillaciones por parte de la patronal, con horarios aberrantes entre 8 y 24 horas, sin prestaciones, sin seguro, si lo definimos en pocas palabras sería; sin derechos laborales y explotación.


Me entristece ver a los trabajadores y trabajadoras cuando sufren algún accidente en su centro de trabajo o desplazándose para llegar son obligados a seguir laborando, la patronal los desconoce como empleados, no se les paga como corresponde o simplemente cuando regresan han sido dados de baja, sin embargo las secuelas y repercusiones de dicho accidente no las sufren los patrones.


Me entristece saber que las familias de los trabajadores y ellos mismos cuando presentan problemas de salud, no puedan atenderse, incluso no tienen los recursos para cierta enfermedad que los aqueja, que es curable o tratable y al final mueren.


Me enoja saber y ver que los hijos e hijas de los trabajadores no puedan acceder a la educación, incluso no poder concluir con sus estudios por falta de recursos, ya ni hablemos de una buena educación que se imparten en las escuelas que el estado brinda. La educación hoy en día no es más que un privilegio para el hijo del burgués.


Es frustrante saber que en el ámbito deportivo, no está en el alcance para los hijos e hijas de los trabajadores, cuando logran insertarse a estos espacios y pueden desarrollarse, las condiciones materiales obligan a retirarse de las disciplinas donde participan, en cambio el hijo del burgués, no presenta está dificultad.


Miles de infantes y adultos mueren de hambre alrededor del mundo, por el simple hecho de no poseer los medios suficientes para adquirir dichos alimentos, no debemos dejar aun lado el carácter que representa la alimentación en este sistema capitalista, como cualquier otra mercancía, la comida en el capitalismo representa una ganancia para seguir aumentando la fortuna de los capitalistas, algo tan necesario para el ser humano en satisfacer una necesidad, es negado y sólo aquellos que puedan pagar, podrán obtenerlo, esta es una de las muchas contradicciones del capitalismo que encontramos todos los días.


Es molesto e indignante saber que el proletariado, ni siquiera tiene asegurada una casa después de trabajar por más de 25 años. Es frustrante saber que las nuevas generación de trabajadores no tendrán un retiro digno, ni mucho menos una jubilación.


Es indignante y da mucha rabia, cuando los y las trabajadoras son despedidos injustamente, en el momento de proceder legalmente en contra de estás injusticias resulta que las mismas instituciones no hacen más que ponerse de lado de la patronal o como cualquier burocracia hacer largas y jamás solucionar nada, pero los patrones se quedan con ese dinero que por derecho le pertenece al trabajador.


Es difícil ver cuando los trabajadores y las trabajadoras se organizan en su centro de trabajo para luchar en contra de la explotación laboral y de las injusticias que sufren. Rápidamente la patronal se moviliza para romper esa lucha mediante el despido de las “cabecillas”, intimidación, amenazas, golpes y si es necesario, utilizar al estado y su policía, ¿No se supone que el estado “garantizar el bienestar de los ciudadanos”? La realidad es que el estado sirve a los intereses de los empresarios en cualquier instancia que lo requiera y necesiten. Justamente encontramos otra contradicción en este sistema.


Es verdaderamente molesto, y enoja que los medios de comunicación, los ideólogos de la burguesía y los defensores de este sistema capitalista, no se den cuenta sobre esta gran brecha de desigualdad existente entre la clase capitalista y el proletariado, tan sólo una minoría posee la mayoría de los medios de producción, si no que también posee los recursos naturales que en algún punto los privatizaron para si mismos o tomaron a la fuerza, mientras que una gran mayoría no posee nada, solo tiene su fuerza de trabajo para vender y recibir a cambio lo estrictamente necesario para subsistir.


Es necesario cambiar las condiciones materiales en las que actualmente vivimos como trabajadores (as), estudiantes y sectores populares, cambiar este sistema capitalista que solo oprime y explota. Cómo proletariado debemos mejorar las condiciones materiales y transforma nuestra realidad, para que esa brecha de desigualdad e injusticia no tenga cabida.


Cómo trabajador que soy, ya no quiero de ninguna manera seguir viviendo en este sistema, donde veo todos los días la barbarie del capitalismo contra el proletariado y los sectores populares, no quiero seguir viendo a mis amigos, conocidos y familiares en la misma dinámica, en las mismas condiciones, una y otra vez.


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