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Sobre la función de Sociedad de Alumnos y Consejo Estudiantil

Por: Damián Aguilar.


Al igual que cualquier otra Universidad, la UADY cuenta con órganos de representatividad estudiantil. En su caso, bajo el nombre de Sociedad de Alumnos y de Consejo Estudiantil. Ambos órganos se encuentran tanto en sus preparatorias como en sus distintas facultades. Pero, ¿para qué nos hacemos a los desentendidos? En realidad, en el 99.9% de los casos, tales órganos no tienen la función de representar los intereses del estudiantado ante las autoridades, sino todo lo contrario, cumplen la función de representar los intereses de las autoridades ante los estudiantes.


¿Y qué interesa a la Universidad? ¿Qué interesa a sus autoridades? Ante todo, tener una masa de estudiantes dóciles, sumisos, que aplaudan al rector y demás autoridades cada que respiren. Estudiantes amaestrados, serviles, felices y orgullosos por todo lo que desde arriba se hace. En fin, estudiantes que no sean una molestia en ningún sentido. Y no por nada, si esto fuera diferente, las cabecillas de la UADY y de sus órganos no serían capaces de llenarse los bolsillos de dinero mientras el estudiantado padece toda clase de problemas al interior de sus instituciones.


El rector, cabeza del Consejo Universitario, procura cada período mantener bien firme la correa de cada uno de los Consejeros Estudiantes y los Consejeros Profesores. Los Consejeros y Consejeras suelen colocarse con todo gusto la correa, pues a cambio obtienen toda clase de ganancias personales. Son los perros amaestrados del rector, saliendo a defender los intereses de este y de otras figuras cuando surge el descontento entre el estudiantado. Cuando la masa expresa su descontento y anuncia que tomará medidas para exigir lo que les corresponde, estos personajes salen a apaciguar los ánimos. Intentan desanimar, retrasar y entorpecer la organización independiente estudiantil. Su solución siempre será hacer cartas y cartas, esperar y esperar, tratando de cuidar siempre las “buenas formas”, por más inútil y absurdo que sea. Para estos personajes, nada tiene ni puede tener solución. Hablan y hablan, lloriquean por los problemas reales que existen en la universidad, pero cuando se trata de confrontar estos problemas y de defender los intereses de sus compañeras y compañeros, o se van a esconder, o se ponen en el camino a estorbar, o incluso acuden directamente con su patrón el rector para que les ayude a apaciguar el descontento.


Otro tanto más puede decirse de Sociedad de Alumnos. Con la diferencia de que la relación entre esta figura y las autoridades universitarias no es tan directa. En no pocos casos se “gestionan” (palabra preferida por sus dirigentes y otras personas al interior) auténticos derroches de dinero que en nada benefician al grueso del estudiantado. A fin de cuentas, de lo que se trata es mantener a las y los estudiantes adormilados, entretenidos con fiestas, obsequios y otras tantas banalidades que, no obstante, elevan el prestigio y la fama de aquellos que ocupan la silla de la presidencia de SA.


No podrían dejarse de lado las famosas federaciones estudiantiles. Organizaciones parasitarias que sirven de intermediaras entre el presupuesto que otorga la UADY y los órganos de representación estudiantil. Pero no sólo eso, sino que son al mismo tiempo un apéndice de partidos burgueses como el PAN y el PRI, a quienes lo último que interesa es el bienestar del estudiantado. Estas federaciones funcionan como una escuela de cuadros de la burguesía, donde se forma a los futuros integrantes de esos partidos, que eventualmente pasarán a ocupar diputaciones, gubernaturas y alcaldías. Para oprimir y saquear, ya no solo a la comunidad estudiantil sino a la población trabajadora en su conjunto. Ninguna importancia tiene si estas federaciones actúan descaradamente mostrando su desprecio por los estudiantes, o si, mediante un lavado de cara, pretenden ponerse del lado de las causas más justas.


En fin, la comunidad estudiantil de ninguna manera puede depositar sus esperanzas en que estos órganos y sus representantes defiendan su bienestar y sus intereses. La única forma en que las y los estudiantes pueden asegurarse de sus demandas y exigencias sean fielmente atendidas es organizándose de forma independiente. Si quienes encabezan esos órganos estudiantiles deciden sumarse y/o expresar algún apoyo, qué bueno. Pero no deben ser quienes tengan la última palabra para decidir cómo proceder ante las coyunturas.



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