Sobre la instalación de la planta de Heineken en Kanasín, Yucatán. ¡La lucha por el agua debe eslabonarse con el derrocamiento del capitalismo!
- chaksaastal
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En semanas recientes, el gobernador de Yucatán, Joaquín Díaz Mena, hizo pública y oficial la llegada del monopolio Heineken a la Península de Yucatán a través de una planta de producción de cerveza en el municipio de Kanasín, zona de una alta concentración proletaria. El Comité Regional del Partido Comunista de México en la Península de Yucatán expresa lo siguiente:
Desde 2022, el gobierno socialdemócrata de Morena, en ese entonces encabezado por Andrés Manuel López Obrador, declaró que existía una crisis hídrica en el norte del país. La causa de la misma se halla en la enorme extracción del agua por parte de los monopolios, principalmente del ramo cervecero. Como ocurre siempre en el capitalismo, la crisis terminó afectando principalmente a la clase obrera y los sectores populares, los cuales solo pudieron ver cómo los monopolios les privaban del vital líquido con el beneplácito del Estado burgués, administrado por López Obrador.
Al no poder negar más la crisis hídrica que asolaba al norte del país, el presidente Obrador presentó una “propuesta” para hacerle frente. Dicha propuesta ―lejos de tomar medidas contundentes en contra de los monopolios que dejaron secas a las comunidades más marginadas, en lugar de expropiar a las empresas culpables o presentar soluciones técnicas para, siquiera, aprovechar el agua pluvial―, no fue otra cosa más que la “invitación” del gobierno socialdemócrata a los monopolios cerveceros a trasladarse al sureste del país y aprovechar sus reservas acuíferas. Es decir, el gobierno de Obrador no tocó ni con el pétalo de una rosa los intereses de los grandes monopolios, sino que, además, los instaba a hacerse con el agua de la región. Poco después, en septiembre de 2023, el monopolio Heineken anunció la construcción de una planta producción de cerveza en Kanasín, Yucatán. Con ésta, Heineken tendría ocho plantas de su propiedad en el país, en las cuáles concentra a más de 18 mil obreros.
En junio de 2025, desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum, junto con el gobernador socialdemócrata de Yucatán, Joaquín Díaz Mena, anunció el inicio de la construcción de esta planta, la cual tendrá una capacidad de producción anual de 4 millones de hectolitros de cerveza y un consumo estimado de 1,040,000 metros cúbicos de agua al año, si se opera bajo los estándares actuales de la empresa (2.6 litros de agua por litro de cerveza producida). Para hacerse a una idea, esa cantidad de agua representa la sexta parte del consumo de agua doméstica de Kanasín, municipio con más de 140 mil habitantes.
La instalación de Heineken en Yucatán, como una de las empresas que más agua y transporte requieren, pone en evidencia cómo se está reconfigurando el uso del agua en la Península para servir a los intereses del capital industrial. Para ejemplificarlo, podemos mencionar que las empresas con mayores volúmenes de extracción de agua, excluyendo el uso público urbano y doméstico, concentran en conjunto cientos de millones de metros cúbicos al año. Encabeza esta lista la Unidad de Riego de Candelaria A.C., dedicada a la palma africana, con 355,430,000 m³/año, seguida por QUIROOCAN S.A. de C.V., parte del grupo hotelero Barceló, con 37,175,233 m³/año. Le siguen el Canal de Riego Juncal A.C., también de palma africana (30,600,000 m³/año); Enerall Terra 2, S.A.P.I. de C.V., que produce maíz transgénico en Yucatán (24,736,500 m³/año); y el Aeropuerto de Cancún, S.A. de C.V., que concentra 42,652,403 m³/año a través de múltiples concesiones. Cierran la lista Agroindustrias Palmeras de la Candelaria S.A. de C.V. (21,803,971 m³/año), Promociones y Desarrollos Ribera Mujeres S.A. de C.V. (19,867,680 m³/año), Laguna Blanca S. de P.R. de R.L. (18,025,500 m³/año) y Hotelera Playa Paraíso S.A. de C.V. (15,781,928 m³/año). El volumen concesionado a la industria de la palma africana asciende a 481,634,707.67 m³/año, lo cual representa aproximadamente el 20.31 % del total destinado al uso agrícola. La industria turística consume al menos 132,213,351 m³/año. Por su parte, El Yibel S.P.R. DE R.L. DE C.V., vinculado a la producción de soya, cuenta con 23,332,126 m³/año. Grupo KUO, a través de Kekén, dedicada a la porcicultura, consume 6,061,329.46 m³/año, mientras que Bachoco registra 4,995,212.12 m³/año, y Cervecería Yucateca S. de R.L. de C.V. tiene asignados 7,000,000 m³/año. Los datos expuestos revelan que el uso del agua en Yucatán está orientado principalmente hacia el sector industrial, independientemente de cuál sea la administración estatal o federal de turno.
A su vez, la planta de Heineken en Kanasín representa un nuevo episodio en la explotación de los recursos naturales de Yucatán y en el proceso de industrialización de la península. Sin embargo, esta industrialización no está orientada al beneficio de la clase trabajadora, sino al aumento de las ganancias empresariales. La región ofrece recurso hídrico, fuerza de trabajo barata y una creciente infraestructura logística para el transporte de mercancías. El Tren Maya forma parte de esa red logística, a la que se suman el tren de carga Progreso-Teya, el puerto de altura en Progreso y la ampliación de gasoductos para garantizar energía a la industria. Todo esto conforma un corredor logístico-industrial que está siendo articulado al servicio del capital.
La disputa por el agua entre uno y otro monopolio, por un lado, y entre los monopolios y el pueblo, por el otro, no es un problema de “mala gestión” gubernamental, que se solucione echando a un partido de la burguesía y colocando a otro, sino que es una consecuencia inherente del capitalismo como modo de producción, el cual orienta los recursos al beneficio de la acumulación privada, subordinando las necesidades de los pueblos a la lógica de la ganancia. Durante décadas, el acaparamiento de los recursos naturales por los monopolios, en detrimento de las necesidades de la clase trabajadora y los sectores populares, contó con el beneplácito de los partidos de la burguesía en el gobierno, específicamente el PRI y el PAN. Recordamos, en ese sentido, que el asesinato de nuestro camarada Raymundo Velázquez Flores, secretario político del Comité Regional del PCM en Guerrero, junto con otros cuatro camaradas comunistas en 2013, bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, se produjo por la lucha que estaban llevando a cabo en contra de las mineras canadienses que contaminaban el agua de la región. No obstante, la situación no ha cambiado desde que la socialdemocracia llegó al gobierno, pues en febrero de 2019, a dos meses de la llegada de Obrador se produjo el asesinato de Samir Flores Soberanes por su lucha en contra de la Central Termoeléctrica de Huexca, Morelos, siendo el primero de una lista de más de 100 defensores de los recursos naturales asesinados durante el gobierno de Obrador. Por tanto, es necesaria la comprensión de que todos y cada uno de los partidos de la burguesía, así como las leyes, los tribunales y demás órganos del Estado burgués mexicano gestionan, a su manera, la forma en que los monopolios se apoderan del agua, la tierra y demás recursos naturales del país.
Es en ese sentido que debe orientarse la lucha de la clase obrera y los sectores populares en contra de los monopolios, dado que, en momentos de algidez de lucha de clases, aparecen propuestas de formas de lucha que, si bien son justas, tarde o temprano terminan mostrando sus límites en los marcos del capitalismo. Aunque reconocemos que todas las formas de lucha son válidas, nos oponemos a convertir cualquiera de ellas en absolutas y, mucho peor, a poner por encima de la organización y de la presión popular aquellas formas que confinan la lucha detrás de los barrotes del legalismo. Así, advertimos que desde el campo del oportunismo, aquél cuyos elementos se ponen la careta de “izquierda” para camuflarse entre las luchas populares pero que, en esencia, no son más que testaferros del gobierno socialdemócrata, se ha pretendido reducir el asunto de la cervecera a que “no se hizo una consulta popular”. No obstante, lo que esconde esa supuesta “oposición” a la cervecera de Kanasín es que el problema no es la existencia de los monopolios en sí, sino que su presencia “no fue consultada por los pueblos”. No obstante, no solo tenemos la experiencia de que, bajo el capitalismo, las consultas están amañadas ―como lo demostró la farsa de la consulta en torno al Tren Maya―, sino que pretende encubrir la explotación capitalista bajo un velo de aceptación popular. Por otro lado, sectores de la pequeña burguesía ―una buena parte de ellas, por no decir la casi totalidad, organizada en torno a las ONG que, a su vez, se sostienen gracias al financiamiento de otros monopolios―, plantea ceñirse meramente a presentar amparos en contra de estos proyectos. Si bien, en determinados momentos los amparos han resultado ser un respiro para los pueblos, un momento para reagruparse y volver a presentar batallas a futuro, olvidar que la legalidad burguesa, ya sea antes o después, terminará fallando en favor de los monopolios, implica llevar a los pueblos a la desmovilización, pues los amparos solo suspenden temporalmente el avance de los proyectos capitalistas, no los cancelan de manera definitiva. La experiencia con el Tren Maya y otros megaproyectos demuestra que, aun con sentencias de suspensión, las obras continúan y se concluyen, pues el Estado capitalista responde a los intereses del capital, no a la legalidad cuando ésta se le interpone. Pensar lo contrario es tragarse la pastilla de que la burguesía va a aceptar perder en su propio juego con sus propias reglas. Por tanto, el pueblo organizado debe aplicar la mejor combinación de todas las formas de lucha existente, priorizando aquellas que representen demostraciones de fuerza, como movilizaciones, marchas, paros, huelgas, etc.
Dado que esta lucha compete a todo el proletariado, es imprescindible que se encuentre ligada a la lucha del resto de nuestra clase en contra de sus explotadores. Analizar el conflicto solo desde la cuestión específica del derecho al agua conduce inevitablemente a limitar el problema de los megaproyectos a las comunidades directamente afectadas, reforzando la idea de que la resistencia compete únicamente a quienes viven en el área inmediata, vaciando de contenido político a la lucha y despojándola de su potencial transformador, quedando reducida a la defensa de derechos individuales en lugar de apuntar a la transformación social. Por tanto, la lucha que en un futuro habrán de llevar a cabo la clase obrera y los sectores populares en contra de Heineken y otros monopolios, en defensa del agua, el territorio y demás recursos naturales, inevitablemente pasa por eslabonar esta lucha con el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo-comunismo, en donde sea el pueblo trabajador y no la burguesía quien decida sobre la utilización de la naturaleza.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Comité Regional del Partido Comunista de México en la Península de Yucatán
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