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Sobre la reestructuración del Estado en la Península de Yucatán.

Comité Regional del PCM en la Península de Yucatán.



En el reciente proceso electoral federal en México, Morena ha consolidado su posición como el partido dominante, asumiendo características que recuerdan al antiguo Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este dominio se extiende a diversas regiones del país, incluidas aquellas que tradicionalmente habían sido gobernadas por el PRI y el Partido Acción Nacional (PAN). La Península de Yucatán, una zona históricamente controlada por estas fuerzas políticas es un claro ejemplo de este cambio de poder. Actualmente, los tres estados que componen la península —Campeche, Quintana Roo y Yucatán— están bajo el gobierno de Morena, a pesar de que las capitales de Mérida y Campeche aún permanecen bajo el control del PAN y Movimiento Ciudadano, respectivamente.


El control legislativo de Morena en Yucatán y Quintana Roo, donde tiene al menos el 50% de los escaños, es clave para el desarrollo de la Agenda 20-40, un plan a largo plazo que busca impulsar el desarrollo capitalista en la península mediante la infraestructura, el turismo y la explotación de recursos naturales. Esta agenda ha sido criticada anteriormente por el Partido Comunista de México que ven en estos proyectos una continuación de las políticas capitalistas que perpetúan la desigualdad en la región.



Consolidación de Morena en la Península de Yucatán

Uno de los aspectos más destacados de las elecciones recientes fue la consolidación de Morena como la fuerza política dominante en los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán. A pesar de que en décadas pasadas esta región había sido controlada por el PRI y el PAN, hoy Morena gobierna en los tres estados. En términos de representación legislativa, Morena también ha logrado una mayoría significativa en los congresos locales, lo que refuerza su control sobre las políticas estatales.


En Campeche, el congreso quedó conformado por 15 diputados de Morena, seguido por Movimiento Ciudadano con 11, mientras que los viejos partidos burgueses como el PRI y el PAN tuvieron un declive significativo, obteniendo solo 3 y 2 escaños, respectivamente. En Quintana Roo, Morena y sus aliados políticos del Partido Verde (PV) y el Partido del Trabajo (PT) obtuvieron una mayoría con 13, 5 y 3 diputados, respectivamente. En Yucatán, Morena también se consolidó con 17 diputados, superando al PAN que obtuvo 12. Esta distribución de poder en los congresos locales otorga a Morena un control significativo para avanzar en su agenda política y económica, en especial en relación con proyectos como el Tren Maya.


A pesar del avance de Morena, en Campeche, Movimiento Ciudadano ha logrado consolidarse como la segunda fuerza política, obteniendo 11 diputaciones locales y 4 ayuntamientos, además de un senador. En las elecciones presidenciales, el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, obtuvo el 20.99% de los votos, lo que posiciona al partido como un competidor significativo en el estado. Cabe destacar que la participación en estas elecciones fue del 63.8%, lo que indica que un 36.2% de los votantes campechanos se abstuvieron de acudir a las urnas.


Uno de los factores clave para el éxito de Movimiento Ciudadano en Campeche fue la figura de Eliseo Fernández, quien, a pesar de enfrentar órdenes de aprehensión, logró obtener una cantidad considerable de votos como candidato a senador. Aunque su nombre no apareció en la boleta debido a un dictamen judicial, su influencia fue decisiva para movilizar a un electorado descontento con el gobierno de Morena. En su lugar, Daniel Barreda asumió la candidatura al Senado, logrando la victoria.


El contexto de la huelga de policías iniciada el 16 de marzo también jugó un papel importante en el resultado electoral. Esta huelga, respaldada por exmandatarios priistas como Salomón Asar y Antonio González Curi, fue capitalizada por Movimiento Ciudadano, que a través de su candidato José Luis Flores Pacheco, logró integrar a los movilizadores y ganar adeptos entre los sectores inconformes con el manejo de la seguridad pública. A pesar de la intervención de la Guardia Nacional tres días antes de la elección, Movimiento Ciudadano logró obtener un apoyo significativo en las urnas.


En Quintana Roo, Morena también consolidó su control político, obteniendo 9 ayuntamientos y asegurando 3 diputaciones federales. Sus aliados en la coalición "Sigamos Haciendo Historia", el PV y el PT, lograron 1 ayuntamiento cada uno, lo que les permite seguir impulsando proyectos estratégicos para el desarrollo del estado. En el ámbito federal, Morena obtuvo 2 senadores, mientras que el PAN logró obtener 1. A nivel local, la participación electoral fue del 56.3%, con un 43.7% de abstencionismo.


Uno de los principales proyectos que se verá beneficiado por el dominio de Morena en Quintana Roo es el Tren Maya, un ambicioso plan de infraestructura que busca conectar la región sureste del país y fomentar el turismo y el comercio. Sin embargo, este proyecto ha sido objeto de controversia debido a las denuncias de irregularidades tanto en la construcción como en las condiciones laborales de los trabajadores, muchos de los cuales están empleados por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). Movimientos sociales y el Partido Comunista de México (PCM) han criticado duramente el proyecto, señalando su impacto negativo en las comunidades locales y en el medio ambiente.


En Yucatán, Morena logró una victoria significativa al obtener la gubernatura a través de su candidato Joaquín Díaz Mena, quien anteriormente había sido miembro del PAN. Además, Morena ganó 29 ayuntamientos, superando a partidos tradicionales como el PAN, que obtuvo 32, y el PRI, que ganó 22. A nivel federal, Morena y sus aliados del PT y PV obtuvieron 5 diputaciones y 2 senadurías, mientras que la coalición entre el PRI, PAN y PRD logró obtener 1 diputado y 2 senadores, incluyendo al exgobernador Mauricio Vila.


Yucatán fue el estado de la península con la mayor participación electoral, alcanzando un 72.3%, lo que refleja un alto grado de interés por parte de la ciudadanía en el proceso político. Este resultado es especialmente relevante, ya que el nuevo gobierno de Morena buscará avanzar en proyectos de infraestructura y desarrollo económico que han generado división entre las élites locales y los movimientos sociales. La alianza de Díaz Mena con las cámaras empresariales, así como el apoyo de activistas de izquierda alineados con Morena, fue clave para asegurar su victoria.


En el reciente proceso electoral, el Partido Comunista de México (PCM) en la Península de Yucatán realizó una campaña por la Presidencia de la República, presentando a Marco Vinicio Dávila Juárez como su candidato. Aunque la campaña del PCM fue austera en comparación con los grandes partidos políticos, los comunistas lograron obtener un respaldo significativo dentro de un contexto altamente dominado por fuerzas políticas tradicionales como Morena y el PAN. Este ensayo analiza el desempeño del PCM en las elecciones, el papel de su candidato y las implicaciones de los resultados obtenidos para la consolidación de un movimiento anticapitalista en la península.


El Partido Comunista de México en las Elecciones en la Península de Yucatán

El Partido Comunista de México, a pesar de sus limitaciones en recursos y visibilidad mediática, logró captar un total de 2,741 votos en la Península de Yucatán, distribuidos de la siguiente manera: 446 votos en Campeche, 1,184 en Quintana Roo y 1,111 en Yucatán. Estos votos se registraron oficialmente bajo la categoría de "candidato no registrado", de acuerdo con las cifras reportadas por el Instituto Nacional Electoral (INE). No obstante, es importante destacar que diversos miembros y simpatizantes del partido denunciaron irregularidades en el conteo de votos, argumentando que una parte significativa de estos fue contabilizada como votos nulos, lo cual podría haber afectado el resultado final del PCM, esto quiere decir que dentro de los 47,172 votos nulos registrados en la Península de Yucatán, un porcentaje desconocido podría corresponder a aquellos que en realidad fueron emitidos en favor del candidato comunista.


Los resultados obtenidos en la península sugieren una creciente simpatía hacia la alternativa comunista en la región. Los más de dos mil votos obtenidos, aunque modestos en términos absolutos, representan una base sobre la cual el PCM puede construir una estructura política más sólida en los próximos años. Es necesario transformar esta simpatía en una fuerza política efectiva.


Uno de los principales desafíos es la organización y movilización de sectores anticapitalistas y antimonopolistas que confronten de manera efectiva al capital en la Península de Yucatán. El contexto regional, marcado por proyectos como el Tren Maya y la expansión del turismo en Quintana Roo, presenta un terreno fértil para la articulación de luchas en defensa de los derechos laborales, el medio ambiente y la soberanía de las comunidades locales. Es necesario vincular las demandas inmediatas de los trabajadores y campesinos con una perspectiva revolucionaria de largo plazo.


La consolidación del Partido Comunista en la península requerirá no solo de una estrategia electoral, sino también de un fuerte compromiso con las luchas de las y los trabajadores, comunidades rurales y los sectores populares. Solo a través de la organización y la movilización de las masas trabajadoras será posible confrontar al capital.



La correlación de fuerzas en la península de Yucatán

Las elecciones recientes en la Península de Yucatán reflejan una transformación significativa en el mapa político de la región. Morena ha logrado consolidarse como el partido dominante, controlando ahora los tres estados (Campeche, Quintana Roo y Yucatán), lo que marca un punto de inflexión en la política regional. Sin embargo, el panorama no es uniforme, con ciudades como Mérida y Campeche aún bajo el control de la oposición. Este análisis se centra en los resultados de las elecciones, las alianzas políticas y las implicaciones para la lucha de clases y las estructuras de poder en la región.


En términos generales, las elecciones dejaron a Morena en una posición privilegiada. A nivel estatal, el partido logró arrebatar el control de Yucatán al PAN, lo que refuerza su hegemonía en la región. No obstante, en Mérida, una de las ciudades más importantes por su tamaño poblacional y su influencia económica, el PAN sigue siendo el partido gobernante. Este resultado, que parece incongruente con el avance general de Morena, levanta sospechas de un posible acuerdo entre la gobernatura y la alcaldía para mantener el equilibrio político en la capital del estado.


Morena mantiene la mayoría en los congresos locales, los ayuntamientos y las tres gobernaturas, lo que le otorga un margen significativo de acción en relación con los proyectos de infraestructura capitalista planificados para la Península de Yucatán. Sin embargo, en estados como Yucatán, el partido enfrenta el desafío de gestionar una base de activistas que, desde una perspectiva de izquierda histórica y la denominada “izquierda en el poder”, pueden confundir a la clase trabajadora con la idea de que Morena es la única opción viable para cambiar la realidad, a pesar de que los cambios sustanciales no se han materializado en la práctica.


Movimiento Ciudadano ha emergido como la segunda fuerza política en Campeche. A nivel nacional y regional, este partido ha utilizado estrategias que no solo buscan captar el voto actual, sino también el de futuros electores. Se han observado campañas dirigidas a la infancia y la juventud, lo que ha generado una respuesta notable, con muchos jóvenes participando activamente en los mítines de Movimiento Ciudadano, a pesar de no tener la edad para votar.


En Campeche, aunque Morena también logró un avance significativo, hubo una fuerte movilización orquestada por el PRI y Movimiento Ciudadano (MC), especialmente en lo que respecta a las impugnaciones de algunas alcaldías donde Morena no salió victorioso. La política de Layda Sansores, gobernadora de Campeche, quien proviene de las filas del PRI, muestra un enfoque autoritario al no admitir desafíos a su autoridad, tal como se vio en la negativa a remover a Marcela Muñoz, Secretaria de Seguridad Pública.


Uno de los puntos más intrigantes es el aparente pacto entre el PAN y Morena en Yucatán. Aunque en Mérida el PAN ganó la alcaldía, Morena ganó la gobernatura y, sorprendentemente, no hubo un cuestionamiento fuerte por parte del PAN. Esto sugiere que, detrás de bastidores, hubo acuerdos entre ambos partidos, lo que reafirma la idea de que Morena, al igual que en su momento el PRI, está ejerciendo una forma de control pactado que lo posiciona como el nuevo "partido de Estado". Estas alianzas no explícitas, pero evidentes en la praxis, refuerzan la teoría de una continuidad política donde las estructuras burguesas de poder siguen su curso sin grandes alteraciones, a pesar del cambio de siglas partidarias.


La permanencia de figuras clave en el poder, como Luis Felipe Saidén en Yucatán y Marcela Muñoz en Campeche, sugiere que, aunque haya cambios en la cima del poder político, las bases del control, como la seguridad pública, siguen siendo manejadas por actores que han demostrado tener la capacidad de negociar con diversos grupos de poder, incluyendo al narcotráfico en el caso de Mérida. Esto refleja una estabilidad dentro del sistema, pero también una tensión latente, ya que estos actores podrían ser desplazados si las circunstancias cambian.

En Quintana Roo, el avance de Morena también ha sido estratégico, especialmente en las zonas donde el megaproyecto del Tren Maya enfrenta dificultades. Morena ha sabido posicionarse como el partido que puede destrabar estos conflictos, lo que le ha permitido consolidar su poder en la región. Sin embargo, estos logros no están exentos de controversia, con acusaciones de compra de votos y robo de urnas, como ocurrió en Quintana Roo, lo que expone las debilidades del proceso electoral en algunos casos.


Con la consolidación de Morena como el partido dominante en la región, se abren nuevas dinámicas en la lucha de clases. Aquellos que antes se posicionaban como opositores a los gobiernos del PAN, particularmente en Yucatán, ahora deberán cambiar su discurso, ya que las responsabilidades del poder recaen en Morena. Esto crea un terreno fértil para una mayor insumisión, ya que los descontentos que antes se enfocaban en el gobierno panista ahora tendrán como objetivo a Morena. En este sentido, la izquierda y los movimientos sociales tendrán que redefinir su papel, enfrentándose a un nuevo régimen que, aunque bajo el discurso del cambio, continúa con muchas de las prácticas del pasado.


En Yucatán, el rol del Frente Campesino y otras organizaciones rurales también merece atención. Aunque su influencia no ha sido determinante hasta ahora, su fortalecimiento puede representar una amenaza para el control que Morena ha logrado en la región. Programas como "Sembrando Vida" han fragmentado a las organizaciones campesinas, lo que deja un vacío que podría ser llenado por nuevos actores si Morena no maneja correctamente estas tensiones.


El panorama político en la Península de Yucatán ha cambiado drásticamente con la consolidación de Morena como el nuevo partido hegemónico. No obstante, este avance no está exento de tensiones y desafíos. Los pactos entre partidos, la permanencia de figuras clave en el poder, y la reconfiguración de la lucha de clases son elementos que marcarán el futuro de la región. Morena enfrenta ahora la difícil tarea de mantener su hegemonía mientras lidia con los descontentos que, inevitablemente, surgirán de su nueva posición como partido en el poder. Las alianzas estratégicas y el manejo de las tensiones internas serán clave para determinar si Morena puede mantenerse en el poder a largo plazo, o si estas contradicciones internas darán lugar a nuevos escenarios de conflicto y transformación política.


Por otro lado, las protestas contra el tren maya, el despojo de tierras en comunidades, las huelgas de trabajadores y trabajadoras continúan, pues a pesar de haber terminado el proceso electoral la explotación continua, por lo que es necesario fortalecer la lucha de clases para la emancipación de la clase trabajadora.


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