Por Libertad Guillen
Hacer un trabajo de politización en una colonia del sur de Mérida es como picar piedra de mármol: es sumamente difícil. Claro, hay diferentes razones por las que se da este fenómeno. En la mayoría de las casas tanto la madre como el padre trabajan de 8 de la mañana a 5 de la tarde, pero para poder llegar a tiempo a su trabajo deben tomar el transporte público como mínimo una hora antes, ya que si no llegan a tiempo por lo general le descuentan parte de su salario. A pesar de que se grita a los cuatro vientos que el salario ha aumentado de manera exponencial, nadie dice que la inflación también, por tanto los productos de la canasta básica igualmente aumentaron; entonces, el aumento del salario no se percibe. Para poder tener un poco más para la familia muchos optan por trabajar tiempo extra u otros tienen otra actividad para captar dinero.
Por tanto, un obrero después de trabajar de luna a luna, lo último que quiere es hablar de los problemas generales, y el día de su descanso lo utiliza para desajenarse del mundo. Esto lo hacen por lo general bebiendo, exactamente por falta de entrada económica para comer. En las colonias del sur la mayoría no se puede dar el lujo de estudiar, por lo tanto, cuando se trabaja en este medio prácticamente hay que empezar por lo básico, lo que hace que muchas veces el tiempo de lucha sea muy restringido sobre todo cuando se compite con la televisión y otros medios masivos de entretenimiento y las diferentes religiones que prácticamente le hacen creer a la población que vivimos de esta manera porque “así lo quiso Dios”. Claro que todo este medio de vida de la mayoría de los obreros es propiciado por las grandes oligarquías a los cuales no les conviene que el obrero se dé cuenta de la fuerza que tiene en sus manos, que cuando el proletariado se organiza puede cambiar al mundo.
Todo esto hace que cuando nos topamos con transeúntes que se detienen a leer los carteles que pegamos o cuando alguien hace un comentario de que el gobierno que tenemos no es el correcto, que la patronal nos está explotando, cuando empiezan a pensar en exigir sus derechos, que la gente deja de ser tan apática a su medio; empezamos a sentir una cierta emoción de que nuestro trabajo está ahí y que el pozo que estamos cavando va a permanecer fuerte y con agua fresca.
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