Cristóbal León Campos
I
Una de las primeras cuestiones que resaltaron en la escena mundial al declararse la pandemia del coronavirus Covid-19, fue la endeble situación de la existencia de millones de seres humanos a lo largo del mundo, esto, debido a que las condiciones económicas de sobreexplotación incrementaron el empobrecimiento, la precariedad, la segregación y la marginación con el paso de los años, además, la desarticulación de los derechos sociales como la salud y el trabajo manifestaron su repercusión agudizada con los efectos de la pandemia que después de más de un año y más de tres millones de fallecidos aún sobrellevamos, viviendo ahora los países europeos considerados “desarrollados” una tercera ola que los golpea en la profundidad de sus carencias evidenciando la realidad que en ellos se vive, por ejemplo, los casos extremos de España e Italia, que desde la crisis pasada en la economía planetaria de principios del siglo XXI, vieron reducirse de manera abismal el empleo para su población arrojando a cientos de miles a las calles, situación que para la realidad latinoamericana conocemos muy bien, debido al azote que han significado las políticas neoliberales impuestas durante décadas por el imperialismo estadounidense, la propia Unión Europea y los organismos internacionales aliados a su interés como la Organización de los Estados Americanos (OEA). El resultado inmediato de la fase neoliberal del capitalismo mostró una de sus repercusiones primarias como fue la reducción de la responsabilidad del Estado en torno a los derechos sociales-humanos, los recortes presupuestales en asuntos de salud y trabajo, despojaron a millones de sus empleos y de la posibilidad de jubilación o pensión, así como de recibir un servicio de salud digno, o en el peor de los casos, al menos recibirlo, aunque fuera reducido. La disminución del presupuesto en salud deterioró en todos los sentidos los bienes públicos, priorizando la privatización y con ello marginando a quienes no tienen el recurso para pagar por el cuidado necesario en la vida diaria como en situaciones excepcionales de pandemia, epidemias o desastres naturales y sociales se requiere.
La vulnerabilidad a la que hemos sido condenados todo este tiempo aciago los trabajadores y las trabajadoras, ha ido alcanzando niveles de repercusión sumamente alarmantes, ya de por sí la situación era por demás difícil, la cuarentena implementada en casi todo el mundo para evitar que los contagios del coronavirus se maximicen, resultó una medida desigual, pues si bien se sabe que en términos ideales es era lo mejor para el bienestar humano, también se sabe que en términos reales no fue nunca factible para millones de obreras-obreros que por mantener sus trabajos han tenido que romper la cuarentena y salir a ganar el sustento diario, además, poco a poco, fueron dándose a conocer una serie de atropellos a los derechos de trabajadores y trabajadoras en diversos sectores de la industria y lo servicios, tan sólo en el sureste mexicano, específicamente en Yucatán, empresas maquiladoras, de comercio y servicios, cerraron sus puertas violentando los derechos laborales e incrementando el riesgo de crisis social que por la naturaleza de la pandemia se visualiza, sin pena alguna, los inversionistas retiraron sus recursos económicos, liquidaron a algunas personas y dejaron a la deriva la economía familiar de todos y todas, sin liquidaciones y sin la posibilidad del sustento.
Un panorama similar observó a nivel nacional, en donde empresas como Starbucks y similares, anunciaron desde el inicio de la cuarentena que no pagaría a sus empleados y empleadas en México, no obstante si lo hiciera en países como Canadá y Estados Unidos (un acto claro de discriminación), estas medidas en conjunto representan la actuación de las grandes empresas y monopolios en medio de la crisis que pasamos, pues como se sabe, las grandes trasnacionales-monopolios y demás empresas solicitaron a los trabajadores y trabajadoras que acepten realizar una “ausencia voluntaria” durante 30 días sin goce de sueldo, lo cual a todas luces viola todos los derechos laborales y humanos de cada una de las personas que en esas empresas trabaja, una muestra clara del desprecio que sienten los patrones por los trabajadores y trabajadoras quienes son en realidad los que sostienen con su fuerza de trabajo cada una de las empresas, de los sectores productivos y del propio país. Es notoria la necesidad de la organización de clase para hacer frente a estos atropellos y violaciones sistemáticas.
Este horizonte no es ajeno a otros sectores laborales, al interior de los propios hospitales y clínicas que ahora enfrentan el reto de frenar el avance y la repercusión del coronavirus, existen grandes inequidades y necesidades para garantizar en primer término las condiciones objetivas para quienes ahí laboran, y en segundo término, para poder ofrecer el servicio requerido para la salud pública, inconformidades se manifiestan mientras las mujeres y hombres dedicados al cuidado de la salud arriesgan la propia para contribuir al bienestar de nosotros en conjunto, por ello, no se trató nunca únicamente de cumplir con la cuarentena necesaria, sino que es justo e indispensable luchar por el respeto de los derechos laborales y de salud de todos y todas, exigir se reinviertan los recursos recortados en años anteriores para poder dar paso a un orden social verdaderamente justo y digno para los seres humanos. Todo esto, en el marco de un proceso de vacunación desigual, excluyente y contradictorio, dirigido y condicionado por los monopolios farmacéuticos que buscando el máximo de ganancia compiten por el control del mercado excluyendo a millones de seres humanos a lo largo del mundo del derecho de la vida y la salud mientras pisotean su dignidad.
II
En México se viven ahora campañas políticas para las elecciones federales y estatales, resultando necesario preguntarse ¿cuáles son las propuestas que los candidatos tienen para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares?, pero ojo, hablamos de propuestas y no de los eufemismos acostumbrados en estos tiempos de circo mediático, no buscamos promesas, urgen soluciones que pongan fin al padecimiento incrementado, siendo por ejemplo, Mérida (Yucatán) una de las ciudades más caras y con el salario mínimo más bajo del país.
En este contexto, se ha dado un pacto entre la federación y un sector de la burguesía sobre la regulación del outsourcing, comprobándose las alianzas que arriba se tejen olvidando las necesidades de la clase obrera, más ahora con la situación tan difícil que vivimos, ya que en el mundo se han rebasado los tres millones de fallecidos y las naciones “desarrolladas” sufren una tercera ola de Covid-19 que las golpea, ocupando México el tercer lugar de países con más muertes en el orbe. Instituciones como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), han señalado desde finales del 2020, que al menos otra veintena de millones de desempleados rondan el planeta. Estas cifras junto a las reducciones de salarios que provocan una aguda disminución de ingresos y el acrecentamiento de la pobreza, trazan un panorama poco alentador con desempleo, precariedad de la vida, explotación y aguda pobreza.
Los efectos de la crisis sobre la clase obrera han sido devastadores, la precariedad se incrementa mientras aumenta el costo de la canasta básica. Un sinfín de violaciones al derecho laboral se han cometido agudizando el contexto general de las condiciones de existencia ya presentes antes de la crisis sanitaria, los despidos injustificados previos y durante la propagación del SARS-CoV-2, así como la reducción de salarios y las amenazas patronales, han puesto al proletariado en una situación de vulnerabilidad extrema durante más de un año. La reforma de la 4T al outsourcing no soluciona las necesidades proletarias, en realidad, es una media regulatoria de control administrativo para el cuidado de la ganancia patronal, ya que no elimina la explotación de la fuerza de trabajo quedando intacta la extracción de la riqueza mediante el acaparamiento de la plusvalía.
Los discursos propagandísticos ocultan las condiciones de vida-trabajo, la marginación en las colonias, barrios y poblaciones proletarias-populares permanece y ahora en pleno periodo de campañas, únicamente se refiere como estrategia para conseguir votos. Los trabajadores y las trabajadoras se han arriesgado manteniendo con su fuerza de trabajo activa la producción y la sociedad, luchando por sobrevivir y conservar sus empleos en condiciones de injusticia laboral agravada. La contradicción irreconciliable entre el mundo burgués de arriba en el que partidos y políticos prometen y el mundo proletario-popular de abajo donde la clase obrera sufre cotidianamente no plantea un horizonte a mediano plazo favorable para los oprimidos sin del desarrollo de la conciencia de clase, la organización y la lucha por sus derechos.
III
El trabajo es el motor de la evolución humana, el sustento del desarrollo social-económico, el ser humano con su esfuerzo creador ha dado lugar a todas las formas de sociedad en el mundo, la vinculación especifica entre trabajo-humanidad se expresa al momento de constituir, transformar o materializar una necesidad, sin embargo, esa misma relación entre trabajo-humanidad, es bajo el régimen capitalista, la causante de la contradicción que origina al mismo tiempo la negación de todo rasgo humano, la expropiación de sí mismo por parte del trabajador y la trabajadora que se manifiesta en la alienación y enajenación, niega la mano humana en el proceso de edificación social, para convertirla en un elemento oculto y sobre-explotado, la acumulación de capital en unas pocas manos da lugar a la pobreza de millones en el mundo. El ser humano es creador, otorga valores a las cosas con su actividad sobre ellas, el despojo que sufren los trabajadores y las trabajadoras por parte de los patrones es el sustento de este sistema capitalista que engendra grandes riquezas para satisfacer la avaricia de unos pocos mientras arroja al desamparo a millones de trabajadores y trabajadoras. La explotación es la causa de las desigualdades e injusticias, los reclamos sociales de los trabajadores y trabajadoras tienen que exigir el fin de la desigualdad y por lo tanto el fin de la explotación.
Para Carlos Marx el trabajo no es únicamente una dimensión puramente económica, es, ante todo, una categoría que caracteriza al humano como un ser dotado de un “principio de movimiento” que determina su impulso para la creación y la transformación de la realidad. El humano es un ser activo, nunca pasivo, el trabajo o la actividad personal expresa sus capacidades físicas y mentales, así, el ser humano se desarrolla y perfecciona (o más bien el trabajo es la actividad donde debería desarrollarse y perfeccionarse en plenitud), por ello el trabajo no es únicamente un medio para la producción de mercancías-objetos sino un fin en sí mismo deseado y buscado para su satisfacción. Pero ese desarrollo pleno, es justamente lo que se niega en las sociedades capitalistas donde el trabajo es un medio para la explotación y la alienación, mediante el cual los patrones sojuzgan a los trabajadores y trabajadoras a través de diferentes mecanismos de opresión. El hecho de que el ser humano sólo pueda realizarse plenamente por el trabajo, es lo que conduce a la necesidad de reclamar la abolición del trabajo enajenado y a luchar por desarrollar el trabajo como un acto de plenitud, para ello, la humanidad debe superar las estructuras que sustentan el trabajo sin sentido e interpretado como un mero medio, los trabajadores y las trabajadores deben pugnar por la consolidación del trabajo como un medio enriquecedor y libre, es decir, el trabajo también debe ser emancipado, lo cual únicamente se logrará con la emancipación de la humanidad.
El trabajo es central en su importancia para la construcción de las sociedades y el desarrollo humano, sin la actividad creadora el ser humano no se distinguiría de ninguna otra especie, no alcanzaría los niveles de mejora que conocemos y que aún están por producirse, en su obra La ideología alemana, Marx establece que: “Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se haya condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material”. Al producir su vida material el ser humano se produce a sí mismo como un ser social, el carácter transformador de la humanidad es permanente, intentar regularlo o detenerlo es ir justamente en contra de la naturaleza humana, la alienación que convierte al trabajador y a la trabajadora en seres desposeídos de sí mismos, niega la naturaleza humana y los convierte en meros repetidores sin sentido, la falta de conciencia de clase hace que los trabajadores y trabajadoras sean explotadas y desprovistas de su sentido humano. La superación de la condición alienada pasa por el desarrollo de la conciencia de clase, la organización independiente y autónoma de todos los poderes y de la movilización a favor de sus derechos y de la transformación social para el beneficio de todos los oprimidos.
El reclamo social que cada Primero de Mayo se expresa por mejores condiciones de vida, por igualdad, democracia, derechos laborales, salud, libertad, justicia, equidad, tierra, pan, educación y demás necesidades humanas, requiere de la toma de conciencia de los trabajadores y las trabajadoras de su papel central en la sociedad como motores que impulsan el desarrollo, generan los valores y la riqueza, edifican los avances y dan con su actividad razón de ser a la humanidad, superar la alienación y enajenación contribuirá a poner fin a las laceraciones sociales que el capitalismo ha impuesto durante siglos, ese es el paso necesario para establecer una nueva sociedad basada en la dignidad humana sin explotadores ni explotados. El proletariado mexicano y del mundo, junto a los sectores populares, superando las condiciones adveras de la pandemia de Covid-19, requiere retomar las sendas de su destino y construir el socialismo, proyecto emancipador y modelo de sociedad futura, que engloba los sueños de un “mundo mejor” y los acrecienta por ser el camino de la liberación humana. Unido siempre el proletariado mundial se alzará con la victoria final.
¡Vivan los trabajadores y las trabajadoras!
Comments