Por: Aydé Carrillo.
En Mérida se concentra más del 50% de la población total del estado de Yucatán. Esto implica la necesidad de movilidad al interior de la ciudad de la clase trabajadora hacia sus centros de trabajo.
Los polos con más incidencia de trabajadores son la zona industrial y la zona norte. Estas zonas son las que más requieren mano de obra trabajadora, ya sea para producir mercancías o para ofrecer servicios.
Durante la pandemia la zona industrial no dejó de funcionar y a pesar de que muchas empresas transportistas dejaron fuera de circulación la mitad de su flotilla, la cuarentena invisibilizó las deficiencias del sistema de transporte público en la ciudad. Sin embargo, a partir de la reactivación económica y el regreso a clases presenciales que se dio entre los meses de agosto y septiembre, el problema se ha puesto de manifiesto innegablemente. Desde las 6:30 de la mañana los transportes hacia la zona norte e industrial se ven con exceso de demanda, lo que provoca aglomeraciones en los paraderos, así como dentro de los camiones, pues ante la desesperación de llegar a los centros del trabajo para evitar descuentos de parte de la patronal, la clase trabajadora pone en segundo plano las medidas de higiene, que irónicamente se exhiben dentro de los camiones como parte de la propaganda del estado.
El problema del transporte en la ciudad no es algo nuevo y cada una de las medidas que se han tomado nunca han sido con la intención de favorecer a quienes lo usan diariamente para dirigirse a sus centros de estudios o trabajo, por el contrario desde hace mucho tiempo que en la planeación urbana se escuchaba repetidas veces el deseo de sacar el transporte público de los primeros cuadros de la ciudad, no es coincidencia que sean estos los de mayor interés del turismo. Con el pretexto de la sana distancia desde septiembre de 2020 se modificaron los paraderos del transporte público lo cual le dio al estado la posibilidad de llevar a cabo lo que hace mucho tiempo se buscaba y que no se había podido hacer debido a la oposición popular.
En octubre, ante la constante exigencia de la población los paraderos fueron reubicados nuevamente. Pero no a sus lugares de origen, sino fuera del primer cuadro de la ciudad dejándolos cerca del mercado Lucas de Gálvez, espacio que no es del interés del turismo en la ciudad. Así es como el estado simula estar atendiendo el problema del transporte, señalando que ha escuchado la petición de los usuarios cuando en realidad solamente usa las condiciones a su conveniencia; pues ha logrado sacar el transporte del espacio turístico y alejándolo para luego moverlo nuevamente y poder decir que lo “acerca” para el acceso de los usuarios, a pesar de que muchos sabemos que en la mayoría de las ocasiones nos toca caminar una o dos cuadras más para hacer el transborde.
El problema de fondo se mantiene, no hay camiones suficientes para el traslado, no hay una planeación eficiente que evite que el 10% del salario o más, se gaste en traslados y que a la jornada laboral se le agregue mínimo dos horas más de tiempo que las y los trabajadores usamos para trasladarnos. No es posible cumplir las 8 horas de sueño, 8 horas de ocio y 8 horas de trabajo, cuando las horas de trabajo se prolongan ilimitadamente por múltiples razones sin que aparentemente nadie sea responsable. La clase trabajadora debe tener claro que los responsables son los que nada hacen para hacer del transporte un sistema eficiente, pensado para nosotros, que garantice que podremos tener autonomía de nuestro tiempo y no que tendremos que entregarlo como tributo para asegurar nuestras 8 horas en nuestro centro de trabajo.
Estamos cansados de que se nos trate como los que "afeamos" la ciudad, cuando la ciudad funciona gracias a nuestra fuerza de trabajo, es inaceptable que nuestro traslado al trabajo sea un momento estresante y molesto. Un transporte eficiente con tarifas justas solo será una realidad con la organización popular.
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