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Foto del escritorchaksaastal

Un retorno controvertido

Por Cristóbal León Campos


El posible regreso presencial a clases es uno de los temas que ocupan por ahora la

agenda de la opinión pública en México, encontradas opiniones politizan el tema

escolar enfocándose en la enorme posibilidad de que se genere una nueva ola de

contagios de Covid-19, mientras algunos de los oficialistas defensores del retorno

aseguran que es necesario debido al atraso pedagógico que ha propiciado la situación

pandémica que vivimos enfatizando el daño psicológico que aún está por verse en los

niños, jóvenes y adultos. No hay duda de que existen graves afectaciones cognitivas,

emocionales y síquicas, pero tampoco hay duda de que el magisterio ha enfrentado el

riesgo del contagio exponiendo su vida y ha tenido que sobrellevar el reto que ha

significado la impartición de conocimientos en un contexto adverso para el cual nadie

estaba preparado y que mucho menos había sido siquiera imaginado.


En México como en la mayoría de los países capitalistas del mundo, la clase

trabajadora a la que pertenece el magisterio no paró, tuvo a fuerza que adaptarse, ya

sea mediante el llamado home office o a través de diversas formas que respondieron a

su contexto geográfico, económico y tecnológico, pues no debe obviarse que a lo largo

del territorio nacional las necesidades cambian y se agudizan llegando a extremos de

pauperización. El magisterio como sector fundamental de los trabajadores y

trabajadoras del país, vio en varios casos mermados sus derechos, salarios y

prestaciones, y si bien al interior del gremio hay quien han tenido la oportunidad y las

condiciones idóneas para el trabajo, esta circunstancia no es generalizable, porque,

además, como es sabido, el horario laboral del profesorado con los años se ha

ampliado, limitando los tiempos personales, restando otro de los derechos laborales

de los que deberían gozar, algo que con el coronavirus se maximizó.


La pandemia sigue avanzando y los contagios se incrementan, aunque las estadísticas

oficiales tanto federales como estatales muestren picos y bajadas, la realidad es que en

casos como el de Yucatán, si se observa a detalle la gráfica de casos, es notorio el

continuo comportamiento del Covid-19, no estamos saliendo de la tercera ola porque

la ola ha sido permanente, y junto a esto, no podemos olvidar que la educación en el

país fue afectada en todos los sentidos durante las últimas décadas de saqueo

neoliberal, lo que ocasionó que miles de planteles educativos no tengan las

condiciones materiales mínimas necesarias para servir a la educación, y esto incluso

en los tiempos sin pandemia, es decir, si antes tenían graves afectaciones y

limitaciones, ahora estás se empeoran y se convierten en verdaderos factores de

riesgo que pueden poner en peligro la vida de niños, jóvenes y adultos. Garantizar la

salud es mucho más complejo que firmar o no una carta responsiva y no vinculatoria a

las autoridades.


Es urgente un replanteamiento de la educación que vaya más allá de la edición de

nuevos libros de textos con el contenido viejo, se requiere sí una reforma educativa

que surja de la base magisterial y que acompañe a la transformación material de las

condiciones de vida y de trabajo de los profesores y profesoras, así como de las

comunidades educativas a las que cada uno pertenezca. El retorno a clases no solo es

controvertido y muy riesgoso, es imprudente y puede no solo polarizar más las


confrontaciones políticas partidistas, sino nuevamente ocultar lo realmente

importante, y eso es el mejoramiento de los entornos en los que viven y laboran todos

quienes están involucrados en el sector educativo. El magisterio como toda la clase

obrera merece respeto y no la exposición de su vida como ha sucedido hasta la fecha

por el interés de ganancia económica y política de quienes en realidad no los

representan.




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