Un título universitario no nos libera de la explotación
- chaksaastal
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Por: Luna Grajales.

Se nos ha vendido la idea de que un título universitario es la llave para escapar de la pobreza, para “superarnos” y alcanzar mejores condiciones de vida en la sociedad actual. La burguesía, a través de sus instituciones educativas y de los medios de comunicación, reproduce constantemente ese discurso de mérito y movilidad social. Sin embargo, cuando miramos la realidad desde la perspectiva de la clase trabajadora, la conclusión es clara: tener un título universitario no nos quita la condición de explotados.
El sistema capitalista necesita profesionales formados para sostener su maquinaria de producción. Ingenieros, médicos, abogados, arquitectos, maestros, todos somos piezas necesarias para que funcione el engranaje económico. Pero no somos dueños de lo que producimos, ni del fruto de nuestro conocimiento. Un ingeniero construye, pero la riqueza se concentra en la constructora; un médico salva vidas, pero los hospitales privados se enriquecen a costa de la salud; un maestro forma a generaciones, pero sigue siendo de los sectores más mal pagados. No importa la preparación académica, lo que marca la condición material de nuestras vidas es que seguimos vendiendo nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario.
El capitalismo busca domesticar a la juventud universitaria haciéndole creer que al egresar entrará a un mundo de estabilidad y reconocimiento. Pero la mayoría de los egresados enfrentan sueldos precarios, contratos temporales, falta de prestaciones y jornadas interminables. El título universitario deja de ser un ascensor social para convertirse en un requisito mínimo con el que la burguesía filtra y selecciona a quienes explotará en los niveles más técnicos de su aparato productivo. La ilusión meritocrática se rompe cuando el licenciado, el ingeniero o el doctor se ven obligados a trabajar por salarios que apenas cubren la renta, la comida y el transporte.
Desde la perspectiva anticapitalista, la contradicción es evidente: la universidad forma fuerza de trabajo calificada, pero no transforma las relaciones de producción. El conocimiento no está puesto al servicio del pueblo ni de la emancipación humana, sino subordinado a la ganancia capitalista. La burguesía necesita obreros que sepan usar máquinas, pero también necesita ingenieros que diseñen las fábricas; necesita enfermeras, pero también médicos especialistas que, al final, siguen trabajando para las aseguradoras y farmacéuticas. El título universitario no te convierte en burgués, solo te convierte en un trabajador más especializado.
La burguesía trata de dividirnos entre obreros manuales e intelectuales, como si unos fueran superiores a otros. Pero la verdad es que todos pertenecemos a la misma clase: la clase trabajadora. Un ingeniero y un albañil, aunque con diferentes funciones, son explotados por la misma constructora; un médico y una enfermera, aunque con distinto nivel académico, venden su trabajo a la misma institución de salud. El capital no distingue en esencia, lo único que le importa es cuánto puede exprimirnos.
Con esto, tampoco buscamos sembrar la idea anarquista y pequeñoburguesa de que la clase obrera no deba luchar por un acceso a la educación en todos los niveles, pues negarnos a poder formarnos académicamente también solo es perjudicial para nuestra clase y beneficioso para la burguesía. No obstante, la tarea de nuestra generación no es conformarnos con el espejismo de un título como vía individual de escape, sino reconocer que nuestra verdadera fuerza está en la organización colectiva. La universidad puede y debe ser un espacio de lucha, no de sumisión. Debemos arrancarle al capital no solo mejores condiciones de trabajo para los profesionales, sino también el horizonte de un mundo en el que el conocimiento sea usado para liberar y no para enriquecer a unos cuantos.
Un título universitario puede darnos herramientas, pero bajo la explotación asalariada no nos da libertad por sí mismo. La libertad no la concede el capital: se conquista en la lucha de clases.
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