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Trabajadores marchan en Mérida por la reducción de la jornada laboral a 40 horas

Por Chak Saastal


El 28 de noviembre, las calles de Mérida, Yucatán, fueron escenario de una movilización significativa que evidenció las tensiones entre los intereses de la clase trabajadora y las posiciones de los representantes del capital. La marcha, organizada para exigir la reducción de la jornada laboral en el país, se llevó a cabo después de que la Cámara de Diputados desechara una propuesta que buscaba establecer un límite de 40 horas semanales.


El rechazo a la medida generó indignación en amplios sectores laborales. Pedro Haces Barba, líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) y diputado por Morena, descalificó la propuesta argumentando que una reducción de la jornada laboral conduciría a un aumento de la inflación. Sin embargo, estas declaraciones reflejan más su posición como empresario que como representante sindical. Para Haces Barba y otros defensores del capital, la reducción de la jornada amenaza las ganancias de las empresas; para la clase trabajadora, es una reivindicación histórica y urgente.


Un retrato de la explotación laboral en México

En México, la precarización laboral es una realidad ineludible. El 47% de los trabajadores tiene jornadas de hasta 48 horas semanales, mientras que un 27% enfrenta condiciones aún más severas, con jornadas que exceden este límite. Estas cifras ponen de manifiesto la vigencia de un modelo económico que prioriza la acumulación de capital sobre el bienestar de quienes sostienen la economía con su fuerza de trabajo.


La resistencia a la reducción de la jornada laboral no es una novedad en un país donde las políticas laborales suelen subordinarse a los intereses empresariales. En contraste, la lucha por las 40 horas no solo busca mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, sino también abrir espacio para el desarrollo humano, la convivencia familiar y el derecho al descanso.


Unidad de clase en las calles de Mérida

La marcha convocó a una diversidad de organizaciones, evidenciando la amplitud del respaldo a esta demanda. Entre los asistentes se encontraron el Frente Nacional por las 40 Horas, la Coordinadora Sindical Unitaria de México, la Sección 29 del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, el Frente Independiente de Resistencia Estudiantil y otros colectivos de trabajadores, trabajadoras y estudiantes que se solidarizaron con la causa.


La movilización culminó en una concentración donde líderes sindicales y representantes estudiantiles tomaron la palabra para denunciar las posturas de quienes se benefician de la explotación y para reafirmar la necesidad de organizarse contra el sistema que perpetúa estas condiciones. En los discursos resonó una consigna clara: "La reducción de la jornada laboral no es un privilegio, es un derecho."


El horizonte de la lucha

El rechazo legislativo a la reducción de la jornada laboral, sumado a los comentarios despectivos de figuras como Pedro Haces Barba, no hacen sino reforzar la determinación de los trabajadores y sus organizaciones. La marcha de Mérida es un recordatorio de que las conquistas laborales no se obtienen en los pasillos del poder, sino en las calles y en la organización colectiva.


En un contexto donde la explotación laboral se normaliza y los intereses del capital dominan el discurso político, las luchas como la del pasado 28 de noviembre son un ejemplo de dignidad y resistencia. El llamado sigue siendo claro: la jornada laboral de 40 horas no es solo un objetivo, es una deuda histórica con quienes han sostenido al país con su trabajo.

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